Un accidente de automóvil cerca de Vitoria, en enero de 1964, truncó la vida del escritor Luis Martín Santos cuando contaba sólo 39 años de edad y era una de las voces más prometedoras de la literatura española del siglo veinte.
La tragedia seguía a la de su esposa, Rocío Laffon, fallecida un año antes a causa de un accidente doméstico. La noche anterior a su muerte Martín-Santos había cenado en casa de la actriz Terele Pávez en Madrid y decidió regresar a San Sebastián sin descansar.
Viajaba con su padre y con un amigo médico y conducía un seat 1500. Después del accidente salió del coche por su propio pie y llegó a llamar por teléfono a su amiga Pepa Rezola para que tranquilizase a sus hijos. Una hemorragia interna sufrida unas horas más tarde terminó con su vida.
Luis Martín-Santos nació en Larache (entonces protectorado español y actualmente en Marruecos) el 11 de noviembre de 1924, hace cien años, hijo de un militar médico allí destinado, con el que mantuvo una relación difícil porque el padre formó parte de los tribunales de depuración que condenaron a colegas republicanos.
La familia se trasladó a San Sebastián cuando al padre lo destinaron allí y matriculó a su hijo en un colegio reaccionario de Marianistas de Aldapeta en el que coincidió con Eduardo Chillida y Luis Múgica. Estudió Medicina en Salamanca y se especializó en siquiatría, llevado por el ansia de curar la esquizofrenia de su madre. Ejerció en el Hospital Siquiátrico de San Sebastián y fue responsable de la dirección de los Servicios de Salud Mental de la Diputación de Guipúzcoa.
Antes, en Madrid, a donde llegó para cursar el doctorado con una tesis dirigida por Pedro Laín Entralgo, frecuentó los ambientes literarios en los que conoció a Juan Benet, Rafael Sánchez Ferlosio, Ignacio Aldecoa y Alfonso Sastre en las tertulias del Café Gijón.
No se suele hablar de la categoría de Martín-Santos como siquiatra, pero por testimonios de sus contemporáneos conocemos su valiosa obra en este campo: Carlos Castilla del Pino lo consideraba «la cabeza más clara de la siquiatría española». Después de una estancia en Alemania en 1950, donde coincidió en Heidelberg con Carlos Barral, Manuel Sacristán y Joan Reventós, dirigió el sanatorio siquiátrico de Ciudad Real.
En los años cincuenta, en pleno franquismo, inició una militancia en el PSOE que le costó varias detenciones y arrestos. Sus compañeros de clandestinidad eran Javier Pradera, Mariano Rubio, Miguel Sánchez-Mazas y Francisco Bustelo. En el momento de su muerte se encontraba en libertad atenuada y vigilado por la policía
La literatura de Luis Martín Santos describió como ninguna otra el ambiente sórdido de los años de la posguerra civil. Lo hizo en una trilogía frustrada cuya primera entrega «Tiempo de silencio,» publicada en 1962, retrata la miseria del Madrid de aquellos años.
La novela se convirtió en una de las más importantes de la literatura española contemporánea. La había presentado al Premio Pío Baroja, que se declaró desierto porque el jurado se negó a premiar a un disidente político (por cierto que su militancia le costó también que se declarara desierta su oposición a cátedra, a cuyos exámenes acudía en un furgón de la policía desde la cárcel de Carabanchel).
José María Castellet, entonces responsable de Seix Barral, decidió publicar «Tiempo de silencio» a pesar de las dificultades que iba a tener con la censura. En efecto, el encargado de leer el texto lo calificó de «inmoral y nauseabundo» y de las primeras ediciones tuvieron que suprimirse veintisiete páginas que no se pudieron añadir hasta 1980.
Desde el mismo momento de su publicación «Tiempo de silencio» se convirtió en una obra mítica, aunque en cierto modo perjudicó al escritor, al que muchos consideraron erróneamente como autor de una sola obra. Era una novela distinta a las que se venían publicando en España bajo la etiqueta de realismo social, reflejaba el ambiente sórdido de unos personajes marcados por la derrota en el Madrid de 1949.
Escrita en un castellano deslumbrante de brillante inventiva lingüística y de estética rupturista, con monólogo interior, flujo de conciencia, juegos intertextuales y escenografías simbólicas, reflejaba con un realismo crudo el mundo marginal del chabolismo que circunvalaba la ciudad de Madrid, al que el autor enfrenta al otro mundo, el de la burguesía.
Se trata de una novela políticamente comprometida con la que el autor trata de hacer un sicoanálisis colectivo a la sociedad española del franquismo.
«Tiempo de silencio» se aleja de las formas narrativas del neorrealismo y del realismo social en boga para hacer una crítica social profunda utilizando un nuevo lenguaje.
Martín-Santos reconocía el valor de la literatura de Camilo José Cela, Miguel Delibes y Juan Antonio de Zunzunegui, pero creía que había que ir más allá para retratar la realidad cambiante por la que atravesaba la España de la posguerra.
En el momento de su muerte Martín-Santos escribía «Tiempo de destrucción», que no llegó a terminar. Se publicó así en 1975, y en 2022 hubo otra edición más cuidada a cargo de Mauricio Jalón.
Dejó además una abundante obra inédita en relatos, estudios científicos, «Tiempo de destrucción,» y las tituladas «El vientre hinchado» y «El saco», ambas escritas antes de «Tiempo de silencio».
En 2004 se publicó una novela corta, «Condenada belleza del mundo», escrita a raíz del rodaje de la película «El último verano», de su amigo Antonio Eceiza.
Sus hijos Rocío y Luis han trabajado durante años en la documentación que Martín-Santos dejó inédita. En 2020 se publicó el libro de cuentos «El amanecer podrido», escritos en colaboración con Juan Benet entre 1948 y 1951, unas narraciones que se incluyen en el primer volumen de las Obras Completas que Galaxia Gutenberg está publicando bajo la dirección del catedrático Domingo Ródenas.
El primero de los seis tomos previstos recoge además los apólogos publicados en 1970 por Salvador Clotas y otros veinte inéditos, junto a otros cuentos escritos durante las décadas de los años cincuenta y sesenta.
Entre el legado póstumo de Martín-Santos se han rescatado obras de teatro («Claudia», «Irma», «Olga», «Viaje hasta el límite») y el libro de poemas «Grana gris» que su padre había editado sin su consentimiento en 1945. También escribió ensayos sobre arte y literatura, publicados en 2004 en «Condenada belleza» y «El análisis existencial».
José Lázaro escribió su biografía, «Vidas y muertes de Luis Martin-Santos» (premio Comillas editado por Tusquets) y Joan López Lloret ha rodado el documental «Tiempo de silencio y destrucción».