En una entrevista en el periódico Persia Independant, un diario de referencia en Oriente Medio, una entrenadora del equipo de voleibol femenino afgano asegura que, en los primeros días de este mes de octubre de 2021, los talibanes han decapitado a la jugadora Mahjabin Hakimi. Una noticia terrorífica que recoge toda la prensa deportiva internacional.
Según el diario, Mahjabin era una de las estrellas del equipo de voleibol de la municipalidad de Kabul. La entrenadora –quien por motivos de seguridad se ampara en el anonimato- explica que la familia de la joven asesinada ha escondido su muerte amenazada por los talibanes pero que, desde hace días, la imagen del cuerpo sin vida de la jugadora está circulando por las redes sociales del país.
Desde que los talibanes se hicieron con el poder en Afganistán, el pasado 15 de agosto, son numerosas las atletas que han huido del país, temiendo por su vida. Según la entrenadora del equipo de voleybol femenino, solo dos de sus jugadoras han conseguido escapar del país, las demás están escondidas y han destruido todos los testimonios de su pasado deportivo.
En una entrevista en la BBC en septiembre pasado, las dos que consiguieron escapar, hoy refugiadas en el Reino Unido, aseguraron que los talibanes habían matado antes a otra compañera, también de la selección. Una de ellas, que utilizó el nombre falso de Sofia en la entrevista, dijo estar «segura de que han sido los talibanes que han invadido todas las ciudades. Era una simple jugadora de voleibol, no había hecho nada malo».
El primer equipo de voleibol femenino fue creado en Afganistán hace cuarenta años, pero se disolvió hace veinte, cuando los talibanes ocuparon el poder entre 1996 y 2001. Este que ahora está en cuestión fue auspiciado por Estados Unidos durante los años de recuperación del país y estaba compuesto por jugadoras muy jóvenes.
El cricket afgano
Un caso precedente fue el de Dawood Ahmadzai, una figura del cricket afgano de veintiséis años, que en 2015 fue contactado por los talibanes que le propusieron que colocara una bomba en un estadio. Acosado por negarse a hacerlo, consiguió huir del país en noviembre de ese año y llegar a Francia, tras un exilio de varios meses por distintos países. Después de muchas vicisitudes, hoy Dawood forma parte del equipo de cricket de Francia.
En Afganistán, lo mismo que en Pakistán, el cricket es uno de los deportes con mayor audiencia. Todos los niños lo practican en la calle y en los patios de las escuelas. A los quince años, Dawood hizo su primera gira con el equipo nacional. Desde entonces, había recorrido los platós de televisión, seduciendo a las audiencias con su sentido del humor, según la información publicada en el diario Ouest-France. En 2015, un primo de su padre le contactó: «Los talibanes me pidieron que llevara un saco con una bomba al estadio. Dijeron que como soy muy conocido nadie iba a mirarlo, y que tenía que dejarlo cerca de la tribuna presidencial».
Cuando se negó empezó el acoso: «Insistían, me telefoneaban continuamente, me presionaban cada vez más hasta que un día me dijeron que no tenía derecho a seguir vivo. Incluso cuando oficialmente no estaban en Afganistán, los talibanes seguían estando en todas partes». Un día, mientras se encontraba de viaje con el equipo, los talibanes fueron a buscarle a su casa: «Fue entonces cuando supe que tenía que marcharme».
Dawood huyó a Sri Lanka, donde permaneció un mes. Después regresó en secreto a Kabul desde donde pasó a Irán, atravesó Turquía, Grecia, Macedonia, Serbia, Croacia, Eslovenia, Austria, Alemania… viajó a pie, en coche, en autobús, escondido en un camión, y en un barco que se rompió cuando llegaban a Grecia: «Yo no sabía nadar, tenía un chaleco salvavidas y gritaba. Por suerte un barco grande nos socorrió».
Su intención era establecerse en el Reino Unido o en Irlanda, países en los que existe tradición de practicar el cricket, pero se encontró en París, viviendo en un parque cerca de la estación del Este, donde otros refugiados le reconocieron y le llevaron hasta un centro de acogida de la red Emaus. Aprendió francés, acudió a un gimnasio para mantenerse en forma, y en 2017 encontró un trabajo de vendedor en una tienda de ropa y un equipo de cricket en los suburbios parisinos. Hoy sigue con su trabajo en la tienda a tiempo parcial, juega en un equipo federado y acude a las concentraciones del equipo nacional francés. El próximo mes de noviembre, Dawood Ahmadzai se convertirá en ciudadano francés.
En el mismo orden de cosas, un portavoz del gobierno británico anunció el pasado 11 de octubre que va a acoger a 35 jóvenes futbolistas del equipo nacional afgano de fútbol femenino junior, que han huido del país con sus familias y se encuentran en Pakistán, donde está a punto de expirar el visado provisional que les han concedido.
Esas jugadoras perdieron el puente aéreo en Kabul en agosto pasado y se habían refugiado en Pakistán con un visado de treinta días. En Afganistán se encontraban «en una posición extremadamente peligrosa», según la Fundación deportiva ROKIT, «porque los talibanes prohíben que las chicas practiquen juegos de pelota». El club inglés Leeds United se ha ofrecido a acoger a las jugadoras en sus equipos juveniles