En un momento en que se está negociando entre el gobierno y los agentes sociales, patronal y sindicatos, la derogación (o no derogación) de la Reforma Laboral aprobada en 2012 por el gobierno popular de Mariano Rajoy, convendría advertirles a los artífices de la negociación que hubo antaño un tiempo difícil, muy difícil, en el que políticos de distinto pelaje, sindicatos y empresarios fueron capaces de llegar a un acuerdo económico y social evitando así que este país se desplomara por el barranco de las repúblicas bananeras por donde caminaba, con una inflación latente del 26 por ciento.
Serían conocidos aquellos como los Pactos de la Moncloa, firmados el 25 de octubre de 1977, siendo ratificados posteriormente por Congreso y Senado. El acuerdo se llevaría a cabo entre el gobierno de Adolfo Suárez, y diferentes partidos políticos, entre ellos el PSOE de Felipe González y el Partido Comunista de Santiago Carrillo, los sindicatos Comisiones Obreras y la Unión General de trabajadores y la patronal, siendo rechazados por el sindicato anarquista CNT. Manuel Fraga, por Alianza Popular, origen del actual Partido Popular, no suscribiría el acuerdo político, pero sí el económico.
España daba los primeros pasos en democracia tras cuarenta años de dictadura y atravesaba por una coyuntura económica muy delicada, con una inflación desbocada debido, entre otras cosas, a la crisis del petróleo del año 1973. A ello se añadía que los empresarios, que habían vivido bajo la protección y el rescoldo del régimen, no se fiaban de la democracia que empezaba a dar los primeros pasos, sobre todo de los nuevos sindicatos de clase, que tenían el atrevimiento de pedir mejoras para los trabajadores, cuando habían vivido hasta entonces en paz con el Sindicato Vertical.
Viendo la cosa venir, en los últimos años del régimen franquista empezó a tomar cuerpo lo que se llamó técnicamente como fuga de capitales, que en realidad consistía en sacar, evadir el dinero de España para ponerlo a buen recaudo, por lo que pudiera pasar… Ciento de miles de millones de pesetas se esfumaron, evaporaron de los bancos españoles en busca de paraísos fiscales acomodaticios, que los había, como siempre.
Estos Pactos de la Moncloa trajeron consigo avances en algunos aspectos concretos que merecen ser conocidos, si bien hoy moverían a la risa, pero que hace más de cuarenta años supusieron unas pequeñas o grandes conquistas de parcelas de libertad tras la larga noche de la dictadura.
En el ámbito político, por ejemplo, se acordó modificar las restricciones de la libertad de prensa, quedando prohibida la censura previa. Se modificaría la legislación sobre secretos oficiales, permitiendo el acceso de la oposición a la información para poder cumplir sus obligaciones parlamentarias. Se aprobarían los derechos de reunión, asociación política y libertad de expresión. Al mismo tiempo, se creó el delito de tortura, al tiempo que se derogó la estructura del llamado Movimiento Nacional, único partido permitido durante el franquismo.
En el ámbito económico se reconoció el despido libre para un máximo del 5 por ciento de las plantillas. Igualmente se reconocería el derecho de asociación sindical, al tiempo que el incremento de salarios se fijó en el 22 por ciento. Hubo reforma de la administración tributaria ante el déficit público, así como medidas de control financiero por parte del gobierno.
En el ámbito social, y en cuanto al derecho de las mujeres se refiere, se estableció la reforma del Código Penal en lo tocante a la despenalización del adulterio y del amancebamiento, ya que estaban perseguidas las relaciones sexuales entre hombre y mujer no casados entre sí, llevando la mujer la peor parte. Y aunque hoy pueda mover a risa, sería despenalizada la regulación de la venta de anticonceptivos.
Los Pactos de la Moncloa trajeron consigo estos avances que hoy suenan a antiguos, añejos, pero que en aquel tiempo fueron bien acogidos al ser considerados como conquistas de pequeñas parcelas de libertad.
En un momento como el actual, en que gobierno y agentes sociales negocian la derogación o reforma de la Reforma Laboral de 2012, algunos nos preguntamos cómo fueron posible aquellos Pactos de la Moncloa, con miles de millones de pesetas esfumándose por la frontera, con el ruido de sables en los cuarteles castrenses, y sin embargo ahora, que disfrutamos de una democracia plena, les cuesta tanto, sobre todo a algunos, ponerse de acuerdo, mientras que otros posiblemente rechazarán cualquier reforma pregonándolo a los cuatro vientos. Tal vez sea posible porque la sombra de aquella Alianza Popular siga siendo alargada…