Tras analizar los síntomas que refieren los afectados por la enfermedad de coronavirus COVID-19, varios investigadores han llegado a la conclusión de que los síntomas anosmia y ageusia que manifiestan los pacientes, son debidos a la concentración de coronavirus en la garganta.
El estudio, publicado en la revista Nature, que explica los llamados síntomas leves que aparecen en la primera fase de los pacientes con pocas manifestaciones o en la última fase de los afectados con mayor carga viral, al final de la enfermedad, muestran las altas concentraciones en la garganta de dicho virus, de ahí también la sensación de ardor, dolor intenso y fuertes molestias al tragar.
Cuando la viriasis se instala en el tracto respiratorio superior y produce fiebre alta, dolor de garganta, nariz tapada y sensación de falta de aire, se produce una hiposmia (pérdida de olfato) e hipogeusia (pérdida de gusto), que tardan aproximadamente dos o tres semanas en desaparecer.
En la investigación se ha podido comprobar también que existe una manipulación activa en el tracto respiratorio, y que los síntomas leves han permitido que muchos pacientes siguieran expandiendo el virus, al no saber que estaban infectados. La alta carga viral en el tracto respiratorio llegó a ser de hasta 10 grados por mililitro aunque no tienen demasiado claro si el virus se instala primero en la garganta o si existen otros receptores ACE2 de entrada del SARS CoV-2.
Los pacientes considerados leves tienen también que ser considerados como muy infecciosos, debido a que sus síntomas, al no ser explícitos, ellos no son conscientes de estar infectados. En el estudio, algunos pacientes referían que el dolor iba y venía, y la pérdida de olfato y gusto, de igual forma, era más o menos intensa según los días.
Para evitar que estos pacientes sigan contagiando, es conveniente que permanezcan diez días más confinados en sus respectivos lugares, y que no contagien en casa a más personas, debido a que los esputos continúan siendo una fuente de contagio alta. Justificar la estrategia protectora a través de mascarillas en el caso de estar afectado no es correcto, porque el virus se sigue propagando.
Una vez que se han desarrollado anticuerpos, el paciente podría salir con normalidad a las dos o tres semanas. La enfermedad ha costado ya cerca de un millón de afectados en el mundo, de los cuales, 47 261 han muerto y 194 330 han superado la enfermedad.
El mapa del Centro de Ciencia e ingeniería de Sistemas de la Universidad de Johns Hopkins sigue actualizando en tiempo real los datos de casos de COVID-19 detectados en todo el mundo y la Organización Mundial de la Salud (OMS) recuerda que para frenar el avance del virus es necesario, en el caso de pacientes asintomáticos o con síntomas leves, mantener las medidas sociales y de salud públicas determinadas en cada país.