A lo largo de los siglos veinte y veintiuno los medios de comunicación, fundamentalmente el cine y la televisión, han venido creando una nueva mitología sucesora de las tradicionales del clasicismo y también, en buena medida, sustituyendo a iconos religiosos de todos los credos.
En las sociedades contemporáneas el Olimpo y la Meca de los nuevos mitos están en Hollywood, Netflix, las salas de conciertos y los estadios de fútbol. El objetivo de los nuevos héroes de la mitología contemporánea es alcanzar una presencia, siquiera efímera, en esos escenarios.
Un mito es el protagonista sobrenatural de un relato de hechos maravillosos. Dice Roland Barthes en su ensayo «Mitologías» que el arte y los medios de comunicación encubren la realidad y confunden, con apariencia de naturalidad, la historia y la naturaleza, y someten al pueblo al papel de ‘voyeur’ de sus mitos. Para Barthes cualquier objeto, concepto o idea es susceptible de convertirse en mito si se dan unas cuantas condiciones.
Joselito y Marisol, dos mitos de la cultura popular española
1956 fue un año agitado en la política internacional, con la invasión de Hungría por los tanques soviéticos y el conflicto provocado por la nacionalización del Canal de Suez por el Egipto de Gamal Abdel Nasser.
En octubre de 1956 comenzó a emitir TVE pero ni este medio ni ningún otro recogían las incipientes manifestaciones de los estudiantes universitarios contra el régimen de Franco.
En Estados Unidos ese año aparecía el primer disco de Elvis Presley y en cine Brigitte Bardot se convertía en mito erótico gracias a la película «Y Dios creó la mujer».
En España el cine y la música iban por otros derroteros. Triunfaban las melodías de José Guardiola, Gloria Lasso y el Trio Siboney, y las coplas de Juanita Reina y Concha Piquer.
En el cine se imponían los musicales de Antonio Molina («Esa voz es una mina»), Lolita Sevilla («La chica del barrio») y Lola Flores («La Faraona»).
Ese año se estrenaba la primera película de una trilogía que puso los cimientos de un mito de la cultura popular española, el de los niños actores-cantantes. «El pequeño ruiseñor», dirigida por Antonio del Amo, dio nacimiento a la figura de Joselito, una voz prodigiosa que asombró a toda España y tuvo repercusiones internacionales.
Pocos años después, en 1960, el director Luis Lucia inventaba la versión femenina encarnada en la figura de Marisol con la película «Un rayo de luz».
Pasados los años, cuando la edad privó a los niños de aquellas voces maravillosas, la industria les daba la espalda y liquidaba su futuro.
Marisol aún se mantuvo unos años haciendo cine, grabando discos y participando en festivales, hasta que decidió apartarse a un retiro lejos de todo aquel mundanal ruido al que le había llevado el estrellato.
Joselito acabó arruinado, se refugió en Angola, se hundió en la depresión y el anonimato y a su regreso a España se involucró en turbias incursiones en el mundo de la delincuencia y de la droga que lo llevaron incluso a la cárcel.
En febrero ambos llegan, con unos días de diferencia, a traspasar el umbral de una edad que obliga a hacer recuento. Marisol cumplió 75 años el día 4 y Joselito cumple ochenta el día 11. Aunque algunas biografías sitúan la edad de Joselito también en 75, fue ese un dato que se divulgó para que estuviera acorde con su aspecto y su pequeña estatura, pues aparentaba tener menos años incluso que Marisol.
La educación sentimental de muchos españoles creció con las canciones y con las películas de estos dos iconos de la cultura popular española del siglo veinte. Sus películas, cuando se emiten en programas como «Cine de barrio», aún alcanzan altas cotas de audiencia.
Marisol y Joselito tenían orígenes andaluces muy humildes. Joselito nació en un pueblo de Jaén en el seno de una familia muy numerosa, y Marisol en Málaga, en un corralón en el que convivían más de cincuenta familias, en cuyo ambiente bebió de las fuentes del cante y el baile flamencos.
Ambos fueron descubiertos por figuras importantes del mundo del espectáculo, el cantante Luis Mariano en el caso de Joselito y el productor de cine Manuel Goyanes en el de Marisol.
Su éxito fue apoteósico desde sus primeras películas. En España pero también en los escenarios y las salas de cine de Europa y América.
Las películas de Joselito triunfaron en Francia y en los Estados Unidos donde el niño prodigio español se codeó con Dean Martin y Frank Sinatra, y cantó para el presidente norteamericano Lyndon B. Johnson. En Italia Pasolini llegó a incluir una de sus canciones en la película «Mamma Roma».
Marisol fue galardonada como mejor actriz infantil en la Mostra de Venecia de 1960 y llegó a rodar a las órdenes de Mel Ferrer y Jean Seberg, acaparando premios a lo largo de su interrumpida carrera.
Militó en partidos de la izquierda comunista y participó en las huelgas convocadas por los actores para mejorar sus condiciones de trabajo.
Unas fotografías posando desnuda para la revista «Interviu» en 1975 ilustraban una entrevista en la que confesaba abusos sexuales e intentos de suicidio.
Joselito protagonizó catorce películas y Marisol otras veinte y varias series de televisión y ambos han dejado una amplia discografía con canciones que se hicieron muy populares en los años cincuenta y sesenta. Sus éxitos impulsaron las carreras de otros niños prodigio del cine musical español como las gemelas Pili y Mili, Rocío Dúrcal y Ana Belén, quienes consiguieron superar sus éxitos infantiles y triunfar como cantantes durante mucho tiempo.
Juguetes rotos, infancias robadas, víctimas de explotación y estafa, pero también protagonistas mediáticos de la España del siglo veinte, Joselito y Marisol son algo más que iconos de la cultura popular española. Sus nombres han quedado ligados a una España cuyo discurso sociológico y político se apoyaba también en sus mitologías.