Soleá Morente en la Sala Negra de Teatros del Canal. Estrella Morente, la actual matriarca, en la Sala Roja y el pequeño José Enrique, Kiki, en teatros de la Abadía. Tres hermanos, radicalmente distintos como artistas, pero los tres hijos de la innovación paterna y auténticos representantes de su legado. Y también forjados en el desierto de la pérdida inesperada del que fue faro y guía familiar.
Nunca fue fácil ser hijo de un genio.
Soleá Morente
Soleá canta a Morente, un título que describe el recuerdo que ella dedicó a su padre, al milímetro. En buena parte del espectáculo, vimos documentales de Enrique en pantalla, al fondo de la escena, una larga entrevista en la que habla de donde debía estar el flamenco en el rango musical, y después de diversos cantes y escenas familiares, hasta la que puso fin con ese abrazo de padre e hija. Enrique Morente estuvo en esa noche de concierto tan presente como Soleá.
Previamente ella había hecho una declaración de intenciones: «Me siento orgullosa y agradecida a la vida por haberme dado la suerte de ser tu hija, papá. Voy a cantar en tu honor en Suma Flamenca. Toda mi música está habitada de cada átomo de tu amor y de tu pensamiento. Haré un recorrido sobre alguna de las cosas que he aprendido de ti sobre el viaje del cante, la poesía y la canción».
Ya lo creo que hizo ese recorrido, empezando por Cantes antiguos del Flamenco, homenajes a Miguel Hernández y a don Antonio Chacón, la Misa Flamenca, Despegando, Sacromonte, Negra, si tú supieras, Omega…
A partir de aquí Soleá estaba en la mejor de sus salsas, ella es cantante, no cantaora. Cantante rockera o pop, de melena al viento, pues su melena es parte importante de su atrezzo, tanto que distrae a ratos de lo que canta y cómo lo canta. Ella es muy diva, no lo necesita, pero no lo sabe. Con Omega también puso en escena a Lagartija Nick el grupo de rock alternativo de Granada que participó en el histórico álbum, hasta el punto de que la guinda final, todo un arrebato para epatar al personal, fue impersonar a Eric Jiménez, el batería de los Nick. Y lo hizo con mucho entusiasmo y energía.
Soleá estuvo secundada por sus tíos, Montoyita y Antonio Carbonell a la guitarra y al compás respectivamente. La guitarra de Rubén Campos, y Juañares al compás. Juan Manuel Padilla en la batería y Morito al cajón.
Sorprendió un poco la colocación de su elenco en escena, fija de principio a fin. Demasiado atrás o ella demasiado adelante. Se echó de menos que tuvieran mayor protagonismo. Aaaaaaay!
Estrella Morente, la estrella
Querencia, concierto en la Suma Flamenca morentiana. Canta para él su hija Estrella.
Estrella es belleza, voz, carisma, empaque, elegancia. Sabe estar, compartir protagonismo con sus artistas, en escenografía es maestra. Pisa firme, vuela alto desde hace muchos años. Siendo flamenca, en música es ecléctica, porque se crió en un ambiente musical que abarcaba todo, incluida la música clásica. Porque viene de un tronco artístico por ambas ramas. Y porque de un padre genial heredó lo más grande, como se dice en Granada.
Ella posee un profundo conocimiento de su arte, así como un gusto refinado innato. Se ha convertido en punto de referencia tanto para la afición flamenca como para amantes de la música en general, desde las influencias de su Granada natal a las últimas tendencias del flamenco en el nuevo milenio
El concierto
Parecía efecto óptico de la iluminación, que estábamos frente a un barco quieto sobre las aguas. Allí estaba silueteado su elenco de artistas, guitarra de José Carbonell Montoyita; Antonio Carbonell, Curro Conde Morente (hijo de Estrella), Juañares y Pedro Gabarre Popo a los coros y palmas.
De pronto, con la luz llegó ella, vestida de negro, y empezó con un prolongado agudísimo del Kyrie de la Misa Flamenca de su padre que sobrecogió a toda la Sala Roja. Kyrie Eleison. Empezó como una oración y así discurrió luego todo su concierto, pensando en el que está arriba, ella y todos, ella y Montoyita su coprotagonista, y los protagonistas del compás.
Como ese soneto franciscano anónimo a Cristo crucificado: No me mueve mi Dios para quererte/ el cielo que me tienes prometido/ ni me mueve el infierno tan temido/para dejar por eso de ofenderte… Y luego: Aaaaay, un tercio completo de aaaaayes por soleá mientras encendía velas. Posición de loto. Siguieron los ayes prolongados.
La canción Nací Gitano por la gracia de Dios de Bernardo Silva el Indio Gitano, favorito de Morente, Camarón de la Isla, Paco de Lucía, Manolo Sanlúcar y por supuesto de su guitarrista Gerardo Núñez. Hoy la canta Estrella como una oración gitana, como un recuerdo al padre, como una dedicatoria eterna.
Intimidad en la iluminación, intimidad en las voces de Estrella y Montoyita: El día que nací yo que planeta reinaría/ por donde quiera que voy que mala estrella me guía… Versionada por un ramillete de grandes cantaoras y cantantes, hoy está aquí como una oración más, en este concierto místico dedicado al gran Enrique. Son las querencias de Estrella Morente.
Dice ella que cree absolutamente en el poder de la oración: «He podido comprobar que cuando se ora con la verdad del corazón y la necesidad del espíritu, de manera directa, se crea un vínculo indestructible que permite que veamos hechas realidad cosas que sin el poder de la oración nunca serían».
Cantó nanas, cantó Como los mares y terminó con un villancico gitano A la bendita mare.
Un concierto diferente. Que seguramente escuchó el padre desde donde esté.
Habichuela Morente
Pepe Habichuela, Kiki Morente, Josemi Carmona y Bandolero
Dos familias granadinas, Habichuela y Morente, amigas de tres generaciones, que poco más que mediado el siglo veinte emigraron a Madrid para buscarse la vida. ¡Y vaya si se la buscaron! En Madrid había muchos tablaos; Pepe Habichuela estuvo en Torres Bermejas, Enrique Morente en el Café de Chinitas, donde conoció a una guapa bailaora gitana, Aurora Carbonell, su compañera de vida, padres de Estrella, Soleá y José Enrique. Son uña y carne, más que familia, porque se han elegido.
Habichuela y Morente. Dos dinastías fundamentales en la historia del flamenco. Dos familias unidas, desde el histórico dúo que formaron Pepe y Enrique. Hoy se reencuentran en el recuerdo del que se fue, pero sus obras quedaron para siempre, el patriarca Pepe Habichuela, el hijo pequeño de Enrique, Kiki Morente y el hijo de Pepe, Josemi Carmona. Unidos por su historia y por el amor que creció al crecer juntos. Pepe casi un padre, Josemi casi un hermano para Kiki. Hoy en el Teatro de la Abadía unidos en el recuerdo a Enrique, en un concierto de amor.
El concierto
En la primera parte estuvieron Kiki Morente, Josemi Carmona y el gran Bandolero, siempre unido a los Habichuela y Morente. Todo un histórico.
No podían empezar mejor. Por el zorongo gitano de Federico García Lorca: Las manos de mi cariño te están bordando una capa/ con agremán de alhelíes y con esclavina de agua./ La luna es un pozo chico/ las flores no valen nada/ lo que vale son tus brazos/ cuando en la noche me abrazan…
Kiki se muestra más maduro, más cantaor, en voz y ademanes. Vestido de negro, sencillo, elegante como siempre. Solo el reloj lujoso a la vista. Esta noche se sale de voz, de entonación. Son preciosas sus manos, idénticas a las de su padre, que acompañan o no a su cante. Muy cómplices, él y Josemi. Construyeron un concierto muy emotivo, los dos, o los tres, con Bandolero.
Josemi, el gran músico en que se ha convertido a base de buen trabajo y genes, interpreta un solo de guitarra que es una delicia. Música suya, música de Albéniz.
Cantes del padre por el hijo, de Despegando, de Omega.
La segunda parte con el maestro de la guitarra Pepe Habichuela. ¡Qué gran concierto de guitarra solista, recordando a su amigo, hermano de alma, con la seguiriya gitana del inolvidable Federico, tan presente desde Morente en todos los flamencos.
El cuarteto Habichuela, Carmona, Kiki y Bandolero por cañas, granaínas, y gran final por bulerías. Emoción a raudales, Kiki besando la mano a Pepe Habichuela, con un respeto y un amor que transcendió a todos. Abrazo al hermano Carmona y al autor de la percusión para las dos familias, Bandolero. Y Habichuela dedicando el concierto al cielo, donde está Enrique.
Un concierto que llegó hasta muy hondo.
El aplauso más cerrado y unánime para el maestro Habichuela.
Gracias maestro Habichuela por distinguirme entre el público a la hora de las despedidas, con tu mano derecha sobre el corazón y lanzándome un beso, que yo te devolví, abrazo y beso, interrumpiendo el aplauso. Nos vemos siempre.