
La prohibición de libros por las dictaduras ha sido una constante a lo largo de la historia. Hemos visto cómo en los sistemas totalitarios se destruyeron y se quemaron en grandes hogueras miles de ejemplares, conscientes de que el conocimiento y la cultura que transmitían podría poner en peligro los antivalores que propugnaban esas dictaduras.
Incluso cuando no se destruían físicamente, algunos libros eran reservados en espacios poco accesibles excepto para quienes los utilizaban para elogiar aquellos sistemas. En muchas bibliotecas existían secciones conocidas como «infiernos» donde se escondían los ejemplares a los que no podía tener acceso todo el mundo.
La dictadura de Franco no fue una excepción desde mucho antes del final de la guerra civil, y la destrucción de libros fue una constante que identificaba también al régimen.
Bibliotecas de ateneos, de partidos políticos, de sindicatos, de municipios y de otras instituciones, fueron depuradas de títulos que el régimen consideraba perniciosos para la salud ideológica de los ciudadanos, y destruidos aquellos que suponían un mayor peligro.
De este modo fueron también liquidadas muchas bibliotecas escolares, de las Misiones Pedagógicas, de las Casas del Pueblo, de las circulantes que distribuían sus libros por lugares alejados de los centros urbanos a entidades políticas y culturales y a ciudadanos particulares, y también numerosas colecciones privadas.
En las nuevas bibliotecas del régimen de Franco también se crearon «infiernos», de acceso reservado.
Algunos de los libros requisados por la dictadura se reunieron en una colección que por su contenido ideológico se conoce como «Literatura marxista». Durante muchos años el acceso a estos libros estuvo totalmente prohibido y sólo algunos privilegiados pudieron consultar su contenido. Estuvieron en los depósitos de Salamanca que acabarían constituyendo el Centro Documental de la Memoria Histórica antes de pasar al denominado Archivo de la Guerra de Liberación.
Actualmente esta colección está disponible en la Biblioteca Central Militar del Ministerio de Defensa.
Un trabajo de investigación de los bibliotecarios Inocencia Soria González y Fernando Torra Pérez estudia ahora minuciosamente los contenidos de esta «Literatura Marxista».
Bajo el título de «Libros en el ‘infierno’. El fondo marxista de la Biblioteca Central Militar» (Silex) los autores hacen un análisis profundo de los títulos que acumula este tesoro bibliográfico, de sus autores y de las editoriales que los publicaron.
También se estudian aquí las actividades de los servicios encargados de requisar y destruir los ejemplares a medida que las tropas nacionales iban ocupando territorios, así como los procedimientos utilizados a tal fin.
Pero uno de los valores añadidos de este libro es la contextualización histórica que los autores llevan a cabo del periodo en que se publicaron los libros. Y otro es la de incluir las biografías de muchos autores de las obras de esta Biblioteca.
El Fondo de Literatura Marxista cuenta con 2088 ejemplares, en buen estado de conservación a pesar de tratarse de ediciones populares sencillas y baratas. Entre ellos hay 136 revistas y almanaques de la época y 600 folletos.
La colección demuestra la preocupación de la República en la formación del pueblo y la importancia que se dio a la cultura. También expone el panorama cultural y muestra las políticas llevadas a cabo para el fomento de la lectura.
Hay en esta «Literatura marxista» libros de más de cien bibliotecas privadas que fueron requisadas. Entre los propietarios identificados destacan Ángel Peinado, Juan de Alvear y sobre todo el dirigente comunista Pedro Fernández Checa, de quien esta biblioteca tiene también alguna de sus obras como autor.
Hay también unos cuarenta libros con firmas autógrafas de autores como Fernando de los Ríos, Margarita Nelken o Ramón J. Sender, dedicadas a Largo Caballero, Federica Montseny, Julián Zugazagoitia, Alejandro Casona o Melquiades Álvarez.
También destacan las traducciones de Goethe, Tolstoi, Dostoievski y de autores socialistas y anarquistas hechas por Francisco Ayala, Rivas Cherif, César Vallejo o Andreu Nin, junto a obras literarias de Dos Passos, Hermann Hesse, Conrad, Sinclair Lewis, Alfred Döblin, Joseph Roth.
Uno de los autores destacados es Ilia Ehrenburg, muy leído en los años treinta y con una participación importante en España durante la República y la guerra civil. Su obra «España, república de trabajadores» es uno de los libros de esta Biblioteca.
Hay también ejemplares de ensayos literarios de Sender, José Díaz Fernández y Mateo Santos Cantero; y novelas de Arturo Barea y Benito Pérez Galdós.
Y ejemplares raros como «Gavroche en el parapeto», la primera novela sobre la guerra civil publicada en la España republicana, o «El frente de guerra femenino», de Adolf Arthur Kuhnert sobre el sufrimiento y la resistencia en la retaguardia de las mujeres alemanas en la Primera Guerra Mundial.
Hay también poesía, aunque es un género poco presente: Víctor Hugo, Miguel Hernández, Emilio Prados y poco más.
Los autores clasifican los libros de esta Biblioteca Marxista por periodos históricos, ideologías y por aspectos destacados de la guerra civil: militares, económicos, religiosos, sanitarios y censores.
También hay interesantes epígrafes dedicados a la radio en los años de la República y la guerra, y a las crónicas publicadas en periódicos como «Mundo Obrero», «La Voz» o «París-Soir».
Y en otros formatos, como la «Crónica general de la Guerra Civil» que recoge 65 textos de más de treinta periodistas, editada bajo la dirección de María Teresa León. Sobre la defensa de Madrid se conserva «Madrid es nuestro», con otras sesenta crónicas.
A destacar las excelentes ilustraciones de las cubiertas de muchos libros de esta biblioteca, realizadas por Josep Renau, Ramón Puyol, Santiago Pelegrín, Ramón Gaya, Gabriel García Maroto y otros cuyas biografías se incluyen también junto a sus trabajos, sin duda otro acierto de esta magnífica edición.