Los efectos directos e indirectos de la contaminación industrial en la ciudad de Norilsk (ubicada en el Ártico ruso) y lugares próximos son mucho peores de lo que se pensaba, según el estudio más grande jamás efectuado en anillos de árboles de esa zona del planeta.
Es la conclusión de un estudio internacional dirigido por la Universidad de Cambridge (Reino Unido) y publicado en la revista ‘Ecology Letters’, informa Servimedia.
Los investigadores combinaron el ancho del anillo y mediciones de la química de la madera de árboles vivos y muertos con características del suelo y modelos informáticos para mostrar que el daño causado por décadas de extracción de níquel y cobre no sólo ha devastado ambientalmente esa zona, sino que también ha afectado al ciclo global del carbono.
La extensión del daño causado al bosque boreal, el bioma terrestre más grande de la Tierra, se puede ver en los anillos de crecimiento anual de los árboles cerca de Norilsk, donde la muerte se ha extendido hasta cien kilómetros.
Norilsk, en el norte de Siberia, es la ciudad más septentrional del mundo con más de cien mil habitantes y uno de los lugares más contaminados de la Tierra. Desde la década de 1930, la extracción intensiva de masivos depósitos de níquel, cobre y paladio en la zona, combinada con pocas regulaciones ambientales, ha llevado a niveles severos de contaminación. Un derrame masivo de petróleo el pasado mes de mayo se ha sumado al nivel extremo de daño ambiental en el área.
El alto nivel de emisiones atmosféricas del complejo industrial de Norilsk no sólo es responsable de la destrucción directa de alrededor de veinticuatro mil kilómetros cuadrados de bosque boreal desde la década de 1960, sino que también están sufriendo los árboles supervivientes en gran parte de las latitudes altas del norte.
Los altos niveles de contaminación provocan la disminución del crecimiento arbóreo, lo que, a su vez, tiene un efecto en la cantidad de carbono que se puede secuestrar en el bosque boreal.
Sin embargo, aunque el vínculo entre la contaminación y la salud de los bosques es bien conocido, no ha podido explicar ese problema mediante la dendrocronología, es decir, el estudio de los anillos de los árboles.
Oscurecimiento ártico
Gracias al mayor conjunto de datos de anillos de árboles vivos y muertos para reconstruir la historia y la intensidad de la muerte del bosque de Norilsk, los investigadores han demostrado cómo la cantidad de contaminación arrojada a la atmósfera por las minas y fundiciones es al menos parcialmente responsable del ‘oscurecimiento ártico’.
Se trata de un fenómeno causado por el aumento de partículas en la atmósfera de la Tierra, ya sea por contaminación, polvo o erupciones volcánicas. Ello bloquea parcialmente la luz solar, ralentiza el proceso de evaporación e interfiere con el ciclo hidrológico.
«Usando la información almacenada en miles de anillos de árboles, podemos ver los efectos del desastre ambiental incontrolado de Norilsk durante las últimas nueve décadas», apunta Ulf Büntgen, profesor del Departamento de Geografía de la Universidad de Cambridge, que añade: «Si bien el problema de las emisiones de azufre y la muerte regresiva de los bosques se ha abordado con éxito en gran parte de Europa, para Siberia no hemos podido ver cuál ha sido el impacto, en gran parte debido a la falta de datos de seguimiento a largo plazo».
La expansión de las mediciones del ancho de los anillos de árboles resueltas anualmente y con fecha absoluta compiladas por el primer autor del artículo, Alexander Kirdyanov, junto con nuevas mediciones de alta resolución de la química de la madera y el suelo, permitió a los investigadores cuantificar el alcance del devastador daño al ecosistema de Norilsk, que alcanzó su punto máximo en los años sesenta del siglo pasado.
«Podemos ver que los árboles cerca de Norilsk comenzaron a morir masivamente en la década de 1960 debido al aumento de los niveles de contaminación», recalca Büntgen, quien apunta: «Dado que la contaminación atmosférica en el Ártico se acumula debido a patrones de circulación a gran escala, ampliamos nuestro estudio mucho más allá de los efectos directos del sector industrial de Norilsk y descubrimos que los árboles en las latitudes altas del norte también están sufriendo».
«Lo que nos sorprendió es lo generalizados que están los efectos de la contaminación industrial: la escala del daño muestra lo vulnerable y sensible es el bosque boreal», concluye Büntgen.