Si se escribe en el buscador de Google el nombre de Juan G. Victores aparecen un montón de artículos, escritos mayoritariamente en inglés, donde se describe la brillante carrera de este profesor del Departamento de Ingeniería de Sistemas y Automática, Universidad Carlos III de Madrid (UC3M).

Él lo resume diciendo que es profesor de Robótica. Lleva diez años dando clases en el campus de Leganés de esa universidad, y desde hace unos dos meses se ha convertido en la cabeza visible de un proyecto que ha conseguido satisfacer las necesidades de seguridad contra el virus COVID-19 fabricando pantallas protectoras mediante impresión en 3D, una forma de elaboración de casi todo que se va imponiendo por su rapidez y su precio, muy competitivo ante cualquier otro tipo de materiales y métodos de fabricación.

Juan recuerda que una semana después de la orden de confinamiento estaba en casa (aprovechando para reencontrarse con su guitarra y su equipo de música) cuando alguien le sugirió que podría buscar la manera de paliar la alarmante falta de equipos de protección individual (EPIS) en el Hospital de Leganés, el Severo Ochoa.

Cuando se dio cuenta de que había mucha gente en las redes hablando sobre el tema, puso en marcha un proceso que ha incluido a varios cientos de personas pero, sobre todo, a su propio grupo de alumnos de robótica. Fue él quien contactó con las autoridades académicas para poner en marcha la utilización de las impresoras de 3D de la Universidad.

A partir de ese momento se diseño un modelo que fue sometido al criterio de los responsables del Hospital Severo Ochoa. Cuando recibieron la conformidad del centro hospitalario con el diseño presentado se pusieron en marcha las veinticinco impresoras de las que disponía la universidad, incluida la vieja impresora del propio profesor Victores.

El grueso de los que trabajan en la elaboración de las pantallas individuales está compuesto por los miembros de ASROB, la asociación de robótica de la UC3M, que es uno de los activos del centro en la investigación de esta disciplina.

El diseño elaborado (ver foto) consiste en una sujeción en torno a la frente que incluye un mecanismo para evitar que moleste al usuario y que recibió el nombre, posiblemente a partir de los propios sanitarios, de «salva orejas».

La primera parte del trabajo consistió en la investigación de los materiales que tendrían que constituir las pantallas protectoras. Se han investigado varios tipos de plásticos como los ABS y PLA que se van extendiendo mediante una pistola en forma de cola caliente a base de finas capas, según el diseño previamente dispuesto. Una vez elaborado el núcleo plástico, la pantalla protectora se completa con una lamina de PVC o PET que cubre la cara y los lados de la cabeza del usuario.

La noticia de la idea se extendió rápidamente por Leganés y enseguida llegaron ayudas, como las de la Asociación de Vecinos del Barrio de San Nicasio, algún concejal municipal y los futbolistas del CD Leganés que quisieron mantener en secreto su aportación y que, dicen, recibieron con disgusto la publicación de su contribución al esfuerzo solidario.

El hecho es que, desde el principio, los miembros del grupo de alumnos y profesores que iniciaron el proyecto dejaron muy claro que no querían recibir ninguna contribución en efectivo y que cualquier apoyo debía canalizarse en la compra de los materiales necesarios. Así fue en este caso y esa ayuda se materializó en la compra de otras veinticinco impresoras 3 D que doblaron la capacidad de trabajo de la pequeña factoría instalada en la facultad.

En ella trabajan todos los miembros del grupo de alumnos, trabajadores de la Universidad y profesores en varios turnos. Las maquinas están activas de nueve de la mañana a siete de la tarde, y desde la última semana de marzo y hasta ahora se han fabricado más de tres mil pantallas protectoras y más de ocho mil «salvaorejas», el dispositivo que las hace apropiadas para llevarlas durante mucho tiempo.

Leganés: mascarillas 3D elaboradas en la Universidad Carlos III se han distribuido en el comercio local
Leganés: las mascarillas 3D elaboradas en la Universidad Carlos III
se han distribuido en el comercio local

Según el documento de compromiso con el Severo Ochoa y su Equipo de Medicina Preventiva, las primeras unidades se fueron entregando al Hospital hasta que quedaron completamente cubiertas las necesidades del centro. Las pantallas protectoras son perfectamente reutilizables y se pueden desinfectar sin que se deterioren con lo que tienen una larga duración.

Según el profesor Victores hace ya un tiempo que el centro hospitalario no ha necesitado nuevas pantallas y, con el suministro al Severo Ochoa garantizado, las nuevas mascaras se han ido destinando a todo aquel que las ha pedido y que se ha comprobado que las necesitaba, desde residencias de ancianos y clínicas pediátricas a carnicerías, pastelerías y todo tipo de establecimientos.

Las donaciones siempre han sido gratuitas y así van a continuar siendo, porque el grupo de personas que las elaboran han decidido que van a seguir fabricándolas para hacer frente a hipotéticas situaciones futuras en las que fueran necesarias.

Por cierto, la contribución de los alumnos de Juan G. Victores no solo es gratuita, sino que además saben que no les va a servir para mejorar nota. Solidaridad a tiempo completo.

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