Las muy esperadas «Scarlattianas» en la Bienal 2024Una de las razones para estar en Sevilla en esta segunda semana de la Bienal era el último trabajo de David Peña Dorantes, «Scarlattianas».
Único concierto en San Luis de los Franceses, la joya más barroca de Sevilla, para un compositor barroco, reinterpretado para el flamenco, rescatando alguna de sus sonatas consideradas como precursoras de este arte, que en el siglo dieciocho no se llamaba flamenco y aún faltaba mucho tiempo para que así sucediera.
El napolitano Domenico Scarlatti había recalado en Portugal como profesor de clavecín de la princesa Bárbara de Braganza, quién andando el tiempo se casó con Fernando VI de España, por lo que la discípula ya convertida en reina y el maestro se instalaron en Madrid.
Por un tiempo, la corte se trasladó a Sevilla y Scarlatti como buena alma sensible a todas las músicas, se impregnó de los sonidos del proceso alquímico producido en suelo andaluz, en un crisol de músicas gitanas, negras, afroamericanas, moriscas, sefardíes, cultas, populares, tradicionales, preflamencas solemnes y profundas para descargarse de las «fatiguitas» del duro trabajo de sol a sol y las festeras para expresar la alegría de vivir.
Las Sonatas, 555, que hicieron famoso mundialmente al compositor, fueron todas creadas en España, pues aquí vivió hasta su muerte, siempre como músico oficial de la corte. Todas ellas fueron compuestas para clavecín o clavicordio; el piano apenas entraba en liza por entonces.
Aparte de su música, una cosa que me encanta de Dorantes es que siempre se reivindica como gitano de Lebrija. Ojalá todos los gitanos del mundo, artistas o no, llevaran el orgullo de serlo por delante, para dar en las narices a racistas de cualquier laya.
De siempre se ha conocido el grupo de Sonatas impregnadas de música gitana, hispano-árabe, popular española y danzas españolas del siglo dieciocho que introdujo en su estructura clásica.
Dorantes ha hecho el camino a la inversa. Ha acercado la estructura clásica al flamenco. Y ha querido hacerlo de forma hermosamente descriptiva, viajando desde el piano acústico actual, con la visión de ambos mundos de Dorantes, con su enorme riqueza de sonidos y los arreglos siempre certeros y a ratos impresionantes.
Ha querido experimentar algunas de sus composiciones en el clavicordio, instrumento para el que fueron creadas las Sonatas, un paso atrás del piano, con su claridad de sonido. Para luego terminar el viaje en el teclado eléctrico, para ofrecer la otra forma de sonar, en el más reciente instrumento de cuerdas y teclas.
Imprescindible mencionar el contrabajo, instrumento ya casi imprescindible en el flamenco de concierto a la par que instrumento barroco, con el virtuosismo del catedrático Antonio Torres; la percusión de Sergio Fargas, para garantizar el viaje en el tiempo, y el cante profundamente flamenco de Christian Guerrero.
Hay que aplaudir también el trabajo de coordinación que implica describir tan clara y hermosamente este complicado viaje musical en tres tiempos históricos. Pero David Peña Dorantes, artista de raíz y trabajador consciente por herencia gitana ha logrado una vez más el más difícil todavía.
El concierto
Preciosos arreglos para piano acústico de la Sonata K-1 en do menor. Dorantes la titula K-1 en 4, quiero entender en cuatro versiones con arreglos distintos de esta primera sonata scarlattiana por tangos y tanguillos.
Con las «Guajiras doménikas» el oído se acomoda y disfruta con esos cambios al compás jondo de ida y vuelta desde la rítmica barroca. Dorantes se empeña en un juego de ritmos, al estilo a que nos tiene acostumbrados, nacido de su profundo estudio y conocimiento del piano. Lo clásico y lo jondo están en su imaginación y práctica desde sus tiempos del Conservatorio.
Lo que ha trabajado desde entonces para lograr ese jondo clásico o en este caso barroco le transforman en único. Asombra la diversidad que aplica a sus transformaciones, la riqueza de variaciones rítmicas.
Entre sus composiciones advertimos una grandiosa rondeña y una seguiriya muy personal al piano eléctrico, un capricho, un experimento más en el viaje sin fin de Dorantes.
«Al compás 213», convirtiéndolo en percusiones al piano donde se encuentran ritmos de jazz, compás flamenco, percusiones al contrabajo y batería. Este momento, uno de los momentos cumbre del concierto, generó varios minutos de aplausos.
Siguieron las «Danzas Ibéricas», tan españolas como barrocas, danzas del siglo dieciocho, un siglo crucial en desarrollos musicales, aquí en un encuentro singular de danzas netamente españolas con sus reinvenciones scarlattianas, un mar generoso en versiones en las que predomina la seguiriya y las bulerías…
«Fandango a tierra», reza el programa para despedir el concierto. Scarlatti compuso un fandango, basándose en las músicas de ida y vuelta que circulaban por la Sevilla del dieciocho, pero relacionándolo con la chacona que también ya era popular en Sevilla, por su punto transgresor tan acorde al carácter sevillano. Ambas rítmicas en un mar de variantes rítmicas preflamencas y barrocas con las que Dorantes arrasa.
Scarlattianas, un nuevo hito de Dorantes, como lo fueron El tiempo por testigo, La roda del viento e Identidad. Tomen nota gitanos, fuera complejos, vean lo que se puede conseguir siendo gitano: Ser el único pianista, compositor y arreglista de fama mundial.