Federico García Lorca nació el 5 de junio de 1898 en Fuente Vaqueros (Granada). El año de la pérdida de la Perla de las Antillas (Cuba) además de Puerto Rico, Filipinas y Guam. El fin del imperio que no significó la independencia de estos territorios, sino el comienzo del imperio norteamericano, que ahora, ciento veinticuatro años más tarde, está en declive, como es el destino de todos los imperios que en el mundo han existido, cuyo paradigma es el Imperio Romano, que sin duda fue el más importante, que empezó y terminó en la ciudad de Roma, con un intervalo de once siglos.
Una fecha la de 1898 que dio lugar a una importante generación literaria, musical y pictórica, la Generación del 98, que tuvo como padres fundadores a Pío Baroja, José Martínez Ruiz Azorín y Ramiro de Maeztu; y como seguidores a Ángel Ganivet, Miguel de Unamuno, Enrique de Mesa, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán, Jacinto Benavente, Carlos Arniches, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Francisco Villaespesa, et al.
Las mujeres estuvieron oficialmente ausentes, aunque de facto estuvieran Concha Espina, Carmen de Burgos, Consuelo Álvarez Pool, Blanca de los Ríos, Sofía Casanova, Regina de Lamo, María de Maeztu, María de la O Lejárraga.
Autores que reflejaron, de una forma u otra, la nueva situación, cuyo punto en común fue la distancia entre la España real empobrecida y la oficial, falsa y aparente. Cada uno desde su perspectiva, se acercó a las corrientes europeas del irracionalismo de Nietzsche, Schopenhauer, Bergson, Kierkegaard. Pesimistas y críticos, desembocaron en el modernismo.
En el terreno musical estuvieron Felipe Pedrell, el musicólogo impulsor de un nacionalismo musical español paralelo a los nacionalismos alemán, ruso, escandinavo, francés e italiano. Fue el padre de la musicología y etnomusicología. Isaac Albéniz, quien puso música a todas las provincias de España con sus suites Iberia y Española. Enrique Granados con sus Doce danzas españolas y Goyescas. Granados y su mujer murieron en 1916 en el naufragio del navío Sussex en el Canal de la Mancha, torpedeado por error por un submarino alemán. Pablo Sarasate, el violinista compositor del folklore español del norte al sur, Andrés Gaos, Eduardo López Chávarri, Tomás Bretón etc.
En pintura fue muy decisoria esta generación. Dividida en los grupos España Blanca y España Negra por su visión de España a través del color, destacaron entre los primeros Aureliano de Beruete, Francisco Iturrino, Joaquín Sorolla, Ramón Pichot, Santiago Rusiñol y su grupo, Ricardo Baroja e Isidro Nonnell. Los de la España Negra, Julio Romero de Torres, Ignacio Zuloaga, Gutierrez Solana…
Reflejan todos los aspectos de la España de fin de siglo. Son los pioneros, después de Goya, de las expresiones pictóricas del siglo veinte. Son expansionistas, triunfan en París, Londres, Berlín, Nueva York y Washington. Son el paradigma de una España que se reinventa, que sabe vivir sin territorios en ultramar… de cuyos eventuales beneficios lo más importante que llegó al pueblo llano español y a toda Europa fue la modesta patata, porque del oro americano supieron tanto como del oro español. Es decir, nada.
En España estaba de moda la ópera. En 1850 se inaugura el Teatro Real de Madrid, cuya construcción estuvo financiada por la reina Isabel II, gran amante de la ópera. Se inauguró con una ópera de Giuseppe Verdi, basada en una obra de teatro española del Duque de Rivas, Don Álvaro o la fuerza del sino. La ópera se tituló La forza del destino.
De moda también estaban los cafés cantantes, un paso adelante en la urbanización de espectáculos de variedades, que incluyeron el flamenco de cante, toque y baile. Hasta 1870, cuando se fundó en Sevilla el primer Café Cantante por el cantaor Silverio Franconetti, el flamenco estaba relegado a fiestas privadas, familiares y a las ventas de la provincia de Cádiz. En Madrid, a fin de siglo había medio centenar de cafés cantantes.
Era también la época de las tertulias literarias. En Madrid estuvieron las históricas del Café Comercial, Café Gijón, Café Varela, Café Barbieri. En 1920, el pintor Gutiérrez Solana inmortalizó la madrileña Tertulia del Café Pombo, en la que retrató a Tomás Borrás, Manuel Abril, José Bergamín, Ramón Gómez de la Serna, Mauricio Bacarisse, su autorretrato, Pedro Emilio Coll, Salvador Bartolozzi y José Cabrero Mons. Puede verse actualmente en el Museo Reina Sofía de Arte Contemporáneo de Madrid y la mesa de la tertulia en el Museo Romántico de la capital de España. García Lorca en su juventud fundó la Tertulia del Rinconcillo en Granada.
Este es un retrato que refleja los ambientes culturales de una España a caballo de dos siglos, frecuentados por élites urbanas. Pero en esa España que vivió García Lorca, también se vivía la pobreza, el analfabetismo, la mano de obra semi esclava o esclava, sobre todo entre los trabajadores del campo, pero también en las fábricas, minería, pesquería, etc.
De ello hay muchos reflejos literarios, tanto de autores del diecinueve como del veinte. Del propio Lorca recordemos el Poema de la Guardia Civil, del libro Romancero Gitano, que narra la brutal represión acaecida en 1923 en Jerez de la Frontera, contra trabajadores del campo y de las bodegas, por haber osado pedir una mejora salarial. 1923, el año del comienzo de la dictadura del general Primo de Rivera, aristócrata nacido en Jerez y que hasta hoy tiene una gran estatua en la jerezana Plaza del Arenal. Aquella represión, justo en ese año, no pudo ser una coincidencia.
García Lorca nació bajo la regencia de María Cristina de Habsburgo Lorena; en 1902, con dieciséis años, fue declarado mayor de edad su hijo Alfonso XIII, un rey que nunca estuvo preparado para afrontar los cambios que la historia hacía necesarios en el nuevo siglo y nuevas circunstancias. Siempre fue un títere de los políticos que le rodearon, en una monarquía parlamentaria muy sesgada.
Nadie supo gestionar los levantamientos en el norte de África, en Marruecos, en la zona del Rif. Hasta que el desastre de Annual de 1921, que causó la muerte de más de once mil soldados y militares españoles de distinto rango, debido a la ineptitud estratégica del general Manuel Fernández Silvestre, causó un deterioro decisivo a la Monarquía. Para salvarse, Alfonso XIII, propició la dictadura de Primo de Rivera. Anécdota o historia, se dice que el rey preguntó a su madre María Cristina: «¿Qué piensa mi madre y señora de lo que he hecho?» «Pienso, hijo mío, que te has jugado la corona y la has perdido». Aún le duró hasta 1931.
En 1921 García Lorca llevaba dos años viviendo en la madrileña Residencia de Estudiantes, fundada en 1910 y dirigida por Alberto Jiménez Fraud, en la que convivió con Salvador Dalí, Luis Buñuel, Pepín Bello, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Emilio Prados, Jorge Guillén, Severo Ochoa, entre otros residentes y visitantes. Por entonces ya había publicado Impresiones y paisajes, Suites, Canciones, el Poema del cante jondo y su primera obra teatral, El maleficio de la mariposa.
Federico, por nacimiento se había criado en las élites culturales, pero conocía de cerca los problemas de los trabajadores del campo, el analfabetismo y la enorme injusticia social de esa época. Nunca militó en un partido político, siempre fue un militante de la justicia social y de los necesarios cambios sociales que ella requería. Por eso celebró la llegada de la Segunda República en 1931. Por eso fundó ese mismo año el Teatro Universitario La Barraca, subvencionado por el gobierno; un teatro itinerante para llevar gratuitamente el teatro clásico español a los pueblos remotos de España.
La Segunda República creó grandes esperanzas en España y nació con las mejores intenciones. Tuvo enemigos desde el principio, enfrentamientos internos, golpes de estado, que desembocaron en el desastre de la guerra civil, de la que Federico García Lorca fue una de sus primeras víctimas. El 19 de agosto de 1936, un mes después del comienzo de la guerra por los sublevados contra la República, fue asesinado cerca de Granada, en el barranco de Víznar, en la carretera de Alfácar, junto a un maestro de escuela, Dióscoro Galindo, y dos banderilleros, Francisco Galadí y Juan Arcollas Cabezas.
La República de 1931 llegó en complicadas circunstancias internacionales. El crash de Wall Street de 1929, que Federico vivió in situ, ya estaba afectando a Europa. El ascenso al poder de Adolfo Hitler en 1933 despertó simpatías por el partido nazi en casi todos los países europeos y en España, entre otros, entre los cedistas de Gil Robles; la Unión Soviética tenía seguidores en las izquierdas de toda Europa y por supuesto en las de España.
Tirios y troyanos dispuestos a utilizar la democracia republicana no como un fin, sino como un medio para llegar a totalitarismos. No es este el lugar para extenderse sobre los enemigos de la República, tanto externos como internos. Pero los hubo, y consiguieron desestabilizar las buenas intenciones republicanas de 1931.
El fracaso de los servicios de inteligencia republicanos en detectar la gestación de golpes de estado, particularmente el de 1936, que derivó en una cruenta guerra civil que sirvió, entre otras cosas, de campo de experimentación a Hitler para su Segunda Guerra Mundial, que acabó en su derrota total y en la subsecuente traición de los aliados ganadores a la España republicana en el exilio y en el interior, consintiendo y poniendo la dictadura franquista al servicio de sus intereses.
Al final de la primavera de 1936, Federico García Lorca ya era un autor de talla internacional. Había viajado por el continente americano, había instalado el surrealismo en su poesía y dramaturgia, se había hecho eco de la situación de la homosexualidad proscrita mundialmente en El Público, en los Sonetos del amor oscuro; y de la situación de la mujer en su tierra de Granada, con sus obras Mariana Pineda, Yerma, Doña Rosita la soltera, Bodas de sangre y La casa de Bernarda Alba. Y tenía poderosos enemigos.
En 1939, año de la victoria franquista y del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Federico García Lorca y cientos de miles de españoles sacrificados en aras de la República, ya estaban muertos y los supervivientes perseguidos implacablemente por el franquismo triunfante hasta 1975.
García Lorca siguió siendo víctima del franquismo, mediante las mentiras sobre su muerte y el silencio sobre su obra, proscrita dentro de España, hasta después de la muerte del dictador.
Españas de Federico, Españas convulsas durante las tres cuartas partes del siglo veinte. A pesar de ellas, o quizá gracias a ellas, o a ambas, hoy en día está muy vivo a través de su legado literario y musical. A través de su teatro y de los artistas flamencos. A través del amor que siempre supo despertar.
En el 86 aniversario de su muerte violenta.
Bravo por el artículo de García Lorca, mi paisano, vente a ver LAS PENAS SABEN NADAR al Lara, hablamos de él, entre muchísimas cosas más.