Antonio Quero[1]
Las asociaciones de mayores son, afortunadamente, un hervidero de actividades, casi todas demandadas por los socios, aunque también hay nuevas posibilidades que todavía no se barajan, por tiempo o por desconocimiento. En cualquier caso, allí donde los mayores tienen lugar para reunirse surge la concentración de actividad muy diversa.
Al comienzo de las asociaciones de mayores, predominaban sobre todo los juegos, ya fueran de parchís, de dominó o de la lotería. Estos juegos dieron paso a mucha más diversidad cuando se ampliaron los talleres a pintura, manualidades, baile, coros, teatro, confección, punto, memoria, gimnasia, Taichi, etc; porque la lista sigue ampliándose a día de hoy. A todo ello hay que sumar los viajes, algo a lo que los mayores son tan aficionados y que tanto bien les hace. Siempre surge algo nuevo que llama la atención y procura la demanda de los mayores.
Las distintas asociaciones de mayores que hay en Málaga capital (más de setenta), disponen de muy disparejo lugar para reunirse, mientras que algunos y no lo son tantos, reúnen más comodidades tales como salón amplio y varias salas para los talleres, otros tienen que lidiar con compartir y adaptarlo todo al pequeño espacio del que disponen, aunque siempre acaban sacándole partido por pequeño que sea. Pero no todos los centros o lugares donde los mayores van a reunirse reúnen las mismas características. Y esto hace que unos tengan más ventajas que otros.
Luego está la funcionalidad de cada asociación, que va a estar determinada por las personas que están al frente, según sus inquietudes, sus conocimientos o su cultura, así van a funcionar y resplandecer.
En numerosas ocasiones, quienes están al frente (que de cinco, dos trabajan), vuelcan totalmente su esfuerzo en la propia asociación y no queda ni tiempo, ni espacio, desafortunadamente, para compartir o departir o intercambiar con otras asociaciones de mayores, que sí que se hace, pero mínimamente, y no tanto como se debería, pues representaría un enriquecimiento mutuo, que creo debiera ponerse con más frecuencia en práctica. Las asociaciones parten de una misma necesidad y tienen tanto un presente como un futuro común por lo que tendríamos que tener más momentos para encuentros donde exponer dificultades, pormenores y demás temas relacionados con las distintas necesidades de los asociados y de los mayores en general.
Es aquí donde las federaciones tienen un camino por el que avanzar, para ello sirven. Sin embargo, las federaciones, que hay que tener en cuenta están representadas en sus respectivos cargos de Junta Directiva, por personas que ya representan a una asociación, y que trabajan en ella posibilitando todo un conjunto de actividades, y que tienen que sacar también tiempo para poner en marcha los proyectos conjuntos de las distintas asociaciones que la conforman.
Para ello debe contar con la ayuda de esas mismas asociaciones de mayores, que no solo la integran, sino que también deben dotarla de contenido y vigencia, cuantas más asociaciones federadas, mejor, dado que a mayor participación, mayor posibilidad de negociar convenios con las distintas administraciones, que por sí solas tendrían que poner más esfuerzo en que las Federaciones funcionaran al cien por cien.
Pero nos encontramos en muchas ocasiones con un hándicap importante, y es que nos parece que federarse no tiene mucha utilidad y aún menos reunirse para ver cómo los demás resuelven los problemas que tienen, o comparten las actuaciones que les están proporcionando mejoras y aceptación en sus propias asociaciones. Eso no siempre se entiende bien, ni se maneja de manera adecuada.
Hay federaciones que subsisten bien económicamente y otras que no lo hacen tanto porque no cuentan ni con la ayuda ni con el beneplácito de los políticos en el poder, y eso que se entiende, o debería ser así, que no hay colores en las asociaciones, sino personas y sus necesidades. Tampoco los políticos debieran ser de colores, sino de los ciudadanos, prestando con la misma prontitud y dedicación respuesta a las necesidades.
La Federación Provincial de Mayores de Málaga (FEPMA), trabaja dentro del ámbito del mayor de la mejor manera que puede, apostando porque las asociaciones de mayores se afilien, y en entre otras cosas definan claramente no solo el ritmo y el rumbo de esta Federación, sino matizar cuáles son las cosas que sí queremos se den para los mayores en Málaga y cuáles no, tanto en cantidad como en calidad.
En Málaga existe una Permanente o Mesa del mayor, representada por portavoces de asociaciones de mayores, que han sido determinados a su vez por las distintas asociaciones de cada uno de los distritos. Pero de ninguna manera forman parte de ella las distintas federaciones de mayores que hay en Málaga. A mi entender esto debiera tenerse en cuenta. Luego está el Consejo del mayor, que tampoco sé por qué razón debe estar presidido por el alcalde de la ciudad, cuando debiera ser un órgano completamente independiente que tomara sus propias decisiones y éstas fueran trasmitidas luego al alcalde o debatidas con él, después de haberlas acordado previamente. Y este Consejo debiera reunirse más de lo que lo hace en la actualidad.
Esta Federación y cualquier Federación, incluso toda asociación de lo que sea, debe aspirar a ser el vehículo mediante el cual la ciudadanía expresa lo que precisa y la administración quien debe poner los cauces para que estas peticiones se lleven a cabo.
Ese circuito no se da exactamente en esos términos y casi siempre nos encontramos trabajando según el criterio de los distintos partidos que gobiernan y su forma de entender lo que debe o no hacerse. Con lo cual no se logra del todo entender aquello de «cargo de servicio», y no es de extrañar que la gente esté retirando su confianza a los políticos.
- Antonio Quero es presidente FEPMA