Cuando vivía en París y luego cuando visitaba la ciudad luz, era un placer recorrer las salas del Pompidou y platicar con sus conservadores o curadores acerca de las interesantes muestras que permanentemente organizaban, un ejercicio de reflexión y creatividad; también, entonces me hablaban del presupuesto que requería el mantenimiento de la gran arquitectura brutalista del Pompidou, y ahora que será cerrado durante cinco años, aquellos problemas se hicieron realidad.
También recuerdo, entre las audaces y provocadoras exposiciones, la exhibición sobre el escritor argentino Jorge Luis Borges, su laberinto creativo, sus libros y la relación de literatura y arte.
Aunque Borges era casi ciego, no le impedía recorrer las salas de la Galería Bonino mientras su madre, doña Leonor, le comentaba el cuadro a su hijo, así los vi a los dos susurrando frente a las obras del artista mexicano José Luis Cuevas, cuando este se presentó sus obras en Buenos Aires.
Arte y Literatura tienen vínculos históricos, casi diría, es un extraño matrimonio, que a veces se pone en primer plano, como ahora con la interesante muestra del Museo Thyssen dedicada a Las Artes y Marcel Proust, que se presentara en sus salas desde el 4 de marzo al 8 de junio de 2025.
Marcel Proust (1871-1922)
Marcel Proust fue un escritor francés que cabalgó entre el Romanticismo y el Modernismo y se dedicó a la literatura como manera de sobrevivir a su asma y quebradiza salud y como destino inexorable, creando un estilo singular y dejando una extraña novela, la más larga concebida, según el récord Guinness, como testimonio de su época y de sus contemporáneos, de sus gustos y modas, de su estilo de vida y de su propia vida, dedicada, ya al final de sus días, exclusivamente a escribir, recluido en la mansión de la calle Haussmann, «A la recherche du temps perdu», relato en siete libros, a manera de gran tapiz de la época y con un final inconcluso, que su hermano médico recopiló y publicó.
Artes y Literatura. Maravillosa idea para una exposición y una hazaña de curaduría. Se necesitan conocimientos, mucha audacia y profesionalismo, y el Thyssen tiene todo eso, para iluminar a un gran escritor y su época.
Proust no solo fue novelista, cronista de su tiempo, fue un alma sensible al arte, la música y las relaciones humanas; y fue quien tradujo del inglés al francés, con gran ayuda de su madre, al teórico del arte John Ruskin.
Cuando Proust leyó a Ruskin, tuvo una suerte de revelación, de unión psicológica con el historiador inglés que le permitió indagar sobre el arte y su sociedad y tener sus propias meditaciones y conclusiones:
Ruskin fue así mentor, maestro inspirador para Proust, quien, a través de sus crónicas, de sus descripciones, nos revela el mundo artístico y ciertos entretelones de la vida de sus contemporáneos. Además de sus ideas con respecto al arte, nunca formuladas como una teoría, sino como pensamientos, percepciones sensibles.
París la ciudad de la luz
Para entender a Proust es importante conocer el París en el que vivió -nos dice la información del museo- que tiene en cuenta ese contorno histórico.
París era a fines y comienzo de siglo la Ciudad luz, el epicentro cultural de Europa, capital de Francia de la Tercera República, con grandes trasformaciones que hoy podemos apreciar, como las reformas urbanísticas del barón Haussmann, las grandes avenidas y parques; es la época de la exposición del siglo y de la torre Eiffel, la explosión de descubrimientos: el acero, la electricidad, el auto, la vida animada en los restaurantes y cafés, las tertulias, el teatro y el glamour.
La «modernidad» en su apogeo. Las innovaciones de los pintores impresionistas, las vanguardias de Europa, una nueva estética y filosofía impregnando la vida de fin de siglo y albores del veinte.
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Todo eso lo vivió el diletante Proust, adicto a las tertulias, brillante platicador, culto y encantador, aspectos que luego no le sirvieron para afianzar su carrera de escritor, porque, aunque público algún libro, no tuvo el aval de escritores famosos como André Gide y era considerado más un dandy que un escritor. Con el tiempo esa imagen cambió y su nombre es parte de la literatura universal.
La exposición encara no solo el aspecto de escritor sino de sus gustos y sus reflexiones, y las obras de los reconocidos pintores y artistas contemporáneos.
Por eso, la exposición está concebida con pinturas de maestros: Rembrandt, Johannes Vermmer, Anton van Dyck, Jean -Antoine Watteau, Joseph M.W. Turner (pintor ampliamente avalado por John Ruskin), Henri Fantin-Latour, Edouard Manet, y Claude Monet y Renoir, además de otros artistas de la época de Proust.
Por otra parte será, una ocasión interesante para ver los libros y las ediciones de Proust, procedentes de la Biblioteca Nacional de Francia y de la Biblioteca del Ateneo de Madrid.
Se suman a estos préstamos los del Musee du Louvre, el Musee d”Orsay y el Caravalet de Paris, el Rijksmuseum de Amsterdam, el Stadel Museum de Francfort y la National Gallery of Art de Washington.
Su primera obra publicada, Los placeres y los días (1896), se presenta en la primera sala de la exposición, mostrando su temprano interés por las artes, la música, la pintura. Esa sensibilidad artística se desarrolla luego en su novela A la busca del tiempo perdido, publicada, como comenté, en siete tomos entre 1913 y 1927.
La exposición recorre a su vez los lugares significativos de Paris, Los Campos Elíseos, el Bois de Boulogne, el Faubourg Saint-Germain, o las playas de Francia, que son escenarios donde la novela se desenvuelve, acompañada de los cuadros de Manet, Pissarro, Renoir, Monet, Dufy.
El teatro y sus luces no escapan a los intereses de Proust, de ahí la presencia del retrato de la gran diva Sarah Bernhardt, pintura de Georges Clairin, procedente del Museo del Petit Palais de París.
En el gusto de la época no puede faltar Venecia, lugar predilecto de Proust que visitó en dos oportunidades. Tampoco escapa de su visión España, a través de las figuras de Mariano Fortuny y Raimundo de Madrazo, incluyéndose algunos vestidos y telas diseñados por el primero.
La exposición
La exposición en el Museo Thyssen se articula en torno a nueve salas:
- Los placeres y los días.
- París.
- Por la parte de Swann.
- La parte de Guermantes.
- Venecia.
- Ruskin.
- La modernidad.
- Balbec. Elstir.
- El tiempo recobrado.
Un viaje al pasado de la mano de un gran escritor y de los artistas de su época, apreciando 136 obras que resucitan el final y el principio de los siglos diecinueve y veinte.
Un recorrido por el arte, la literatura y la manera de vivir de aquella época.
Un encuentro con la memoria histórica, literaria y visual.
Un recordatorio del inexorable Cronos que nos devora.
- Para más información visitar https://www.museothyssen.org
- Abierto de martes a domingo de 10 a 19hs.
- Entrada gratuita los sábados de 21 a 23 horas.