Toda la familia de José Antonio Labordeta, ese gineceo que componen la viuda, tres hijas y dos nietas, participa en el documental «Labordeta, un hombre sin más», y no solo como protagonistas que fueron de su trayectoria de vital.
La película está codirigida por su hija Paula y el realizador Gaizka Urresti, y el guión es una colaboración de su hija Ángela y el escritor Miguel Mena, también periodista y reconocido locutor de Radio Zaragoza.
La película repasa la vida de quien fue profesor, escritor, poeta, periodista, presentador de televisión, músico y cantautor, protagonista de la serie «Un país en la mochila» y diputado por la Chunta Aragonesista (CHA), desde su infancia de «niño de la guerra», hijo de una pareja de maestros que dirigían un internado en la Zaragoza gris de las cartillas de racionamiento y la adhesión inquebrantable, hasta sus celebradas intervenciones en el Congreso de los Diputados, donde lo mismo ilustraba a sus colegas con la lectura de alguna poesía que mandaba literalmente a la mierda a sus señorías de la derecha montaraz, que no tragaban la presencia en el hemiciclo de un personaje tan libre como fue Labordeta.
Todo, sus años de colegio y aprendizaje en la calle, los veraneos en un Canfranc donde funcionaba aquel tren que al final del túnel se encontraba con la Francia republicana y liberal, la primera guitarra, los años de universidad y tertulias literarias en los cafés, el tiempo de Teruel a la espera de una plaza profesoral en Zaragoza, las primeras canciones en las fiestas populares, «Andalán» y los amigos para toda la vida, las plazas de toros y los teatros abarrotados de manos que se rompían aplaudiendo lo que fue la canción rebelde y de protesta, «la voz de la España vaciada», la televisión, el cine, la política…todo y siempre con Miguel, el modelo, el hermano poeta fallecido prematuramente en 1969, en la memoria.
En septiembre de 2010 más de 50.000 personas despidieron en el plació de la Aljaferia de Zaragoza al féretro de José Antonio Labordeta. Con él desaparecía una de las voces más personales y sinceras, autor de una decena de libros de poesía, novela, ensayo y autobiografía, y de una veintena de discos, entre grabaciones y directos.
Ahora, el documental «Labordeta, un hombre sin más» –una línea del estribillo de una de sus canciones más populares- ha desvelado la existencia de un diario íntimo que su viuda encontró entre las montañas de papeles entregados a la Fundación José Antonio Labordeta, inaugurada en 2014; un cuaderno atiborrado de notas, apuntes, pensamiento, sugerencias, frustraciones y estrofas de poemas. Unas páginas con tachaduras que recorren varias décadas, en las que también anota recuerdos y habla de soledad.
Con todo este material, algunas imágenes inéditas y los interrogantes y recuerdos de cada una de las mujeres de la familia, el documental va trazando el retrato fiel del hombre «que ha pasado la prueba del tiempo», del autor de himnos comprometidos como «Aragón» o el «Canto a la libertad», y de canciones intimistas de poeta rebelde como «Ya ves», «Qué vamos a hacer» o «Qué queda de ti, qué queda de mi».
En palabras de los autores, el documental «Labordeta, un hombre sin más[1]» es «un viaje por su vida, sus pasiones, sus miedos, sus sueños y todas sus banderas rotas, que repasa el legado que nos dejó y que, con el paso del tiempo no hace sino crecer porque representa valores y luchas que hoy están igual de vivas y de necesitadas de que una voz, su voz, nos las recuerden…»
Recuerdos personales
Conocí a José Antonio Labordeta a mediados de 1970. No puedo precisar mucho más pero estoy segura de que apareció con Paco Ibañez en alguno de aquellos conciertos que bautizamos como «Canción Ibérica», en los que también participaban María del Mar Bonet, Marina Rosell, Benedicto y otros gallegos, Elisa Serna, Adolfo Celdrán, los portugueses Afonso y Cilia… algunos nombres más que no recuerdo y dos músicos del Cuarteto Cedrón que llegaban desde París en una furgoneta.
La casualidad quiso que celebráramos nuestro cumpleaños el mismo día. Era el tiempo de los cantautores, un rayo de luz en la noche del tardofranquismo, una emoción irrefrenable en las plazas de toros alumbradas por miles de mecheros encendidos, en los teatros donde hacíamos el coro a las canciones aprendidas a fuerza de repetirlas.
Nos habíamos educado en la clandestinidad con Brassens, Brel y Ferré, y de pronto resultó que aquí estaban sus mejores discípulos. Asistí a conciertos de Labordeta en Valencia y Madrid. Conciertos siempre emocionantes, llegaba un momento en que se hacía un nudo en la garganta y escocían los ojos.
En ambas ciudades compartimos muchos paseos y cenas con otros músicos y amigos. Más tarde también compartimos experiencias editoriales paralelas, en «Andalán» y «Bicicleta». Pasados los años volvimos a encontrarnos en un bar de Panes, un pueblo asturiano donde yo vegetaba en verano y él rodaba un capítulo de «Un país en la mochila».
Tomamos un café y repasamos lo vivido; nos citamos para el día siguiente porque mi hermana iba a darle un libro de su hermano Miguel, que los fascistas madrileños habían manchado con tinta en el ataque a la librería «Antonio Machado». Repetimos el café y recordamos gozos y sombras de aquella transición inacabada.
La última vez que nos tropezamos fue caminando por la calle Fuencarral de Madrid, y de nuevo repetimos la ceremonia del café. Me contó que vivía en el barrio y unos cuantos chascarrillos del Parlamento.
- El documental «Labordeta, un hombre sin más» ha tenido un estreno muy mediático en Madrid el 19 de septiembre de 2022, décimo segundo aniversario de la muerte de Labordeta, con una alfombra roja por la que han desfilado todos –quizá no todos pero sí la mayoría- de los cantautores históricos (Serrat, Miguel Ríos, Víctor Manuel, Ana Belén) y muchos de los que ahora se reclaman herederos de aquel movimiento que creció al paso del final de la dictadura franquista y los inicios de la democracia. El estreno en los cines llega este viernes, 23 de septiembre.