Elegida para inaugurar la Semana de la Crítica en el Festival de Cannes 2024 y presentada en la sección Punto de Encuentro de la 69 edición de la Seminci (Festival de Valladolid), la película «La Red fantasma» («Ghost Trail») está Inspirada en la historia real de una célula de espías formada por refugiados sirios que persigue a los torturadores, escondidos por Europa, del régimen de Bashar al Asad, (recientemente derrocado y refugiado en algún lugar de Rusia con el amparo de Vladimir Putin).
Primera obra de ficción del documentalista Jonathan Miller, protagonizada por el franco-tunecino Adam Bessa (premiado el año anterior en Cannes como Mejor Intérprete por su papel en «Harka»), «La red fantasma[1]» es un emocionante thriller psicológico que fascina por su inteligente manera de contarlo y mantiene en vilo al espectador hasta el último minuto.
Hamid, un profesor sirio exiliado, miente a todos. Miente acerca de su nombre, sus orígenes, la razón de que se encuentre en la universidad de Estrasburgo cuando su madre –siria refugiada en un campamento de Líbano- le cree en Alemania.
Incluso se miente a sí mismo. A la pérdida de su mujer y su hija (asesinadas por el ejército de Bachar el-Assad) se añaden las secuelas de las torturas sufridas en los calabozos de la célebre cárcel de Saidnaya (donde, tras el derribo y la huida del dictador, acaban de descubrirse cadáveres de disidentes amontonados en sus celdas junto a objetos y testimonios del paso por ella de miles de «desaparecidos» que siguen buscando sus familias).
Hamid es una sombra que vive solo con una obsesión: la de asegurarse de haber encontrado al hombre que le torturó. Le observa, le espía, se acerca a él, escucha sus conversaciones al teléfono…y también escucha, en la soledad de los diferentes lugares en que se va refugiando, los testimonios de otros compatriotas, como él víctimas de las torturas de un régimen cruel.
La figura del excelente actor que es Adam Bessa ocupa y llena la casi totalidad de planos que componen esta película apasionante que nos remite a un pasado reciente, cuando eran supervivientes del Holocausto quienes buscaban por las capitales europeas y los escondites sudamericanos a los militares nazis que habían perseguido, detenido y enviado a los campos de la muerte a cientos de miles de ciudadanos europeos de origen judío, junto a gitanos, homosexuales y miembros de otras minorías, en nombre de la salvaguarda de la pureza de una etnia.
Y también a las emocionantes películas en que los personajes creados por Orson Welles buscaban a los criminales de guerra alemanes, escondidos con identidades falsas entre los escombros de las capitales europeas bombardeadas.
De la organización a la que Hamid pertenece solamente conoceremos a su contacto más directo: una joven atormentada; el resto son solamente voces que le proporcionan contactos y citas con la coartada de un videojuego (lo que, en mi opinión, es un hallazgo que colabora, muy positivamente, a la inmersión del espectador en una historia que no por conocida pierde un instante de interés).
Escuchamos los ruidos de las calles, el silencio del miedo de personas de las que no sabemos nada, el sonido de disparos, el jadeo que acompaña al acecho…
Acostumbrado a rodar documentales de gran éxito en los lugares más inaccesibles y peligrosos, el realizador francés Jonathan Millet se ha basado en una situación real, que ha seguido muy de cerca, para rodar su primer largometraje de ficción: «Cuando tenía unos veinte años –ha contado- me trasladé a Alepo, donde hice muchos amigos. Unos años más tarde estalló la guerra y algunos me enviaron fotos y vídeos del conflicto y del barrio donde yo vivía, que había quedado completamente destruido. Todos mis años de encuentros me han mostrado las heridas interiores y los recuerdos de dolor que estos hombres llevan consigo. Pensé en hacer un documental sobre ello y pasé varias semanas en un centro de tratamiento para víctimas de la guerra y la tortura. Conocí a un gran número de sirios y escuché sus historias. A medida que investigaba oía cada vez más historias de redes clandestinas, cazadores de pruebas y grupos que seguían la pista de criminales de guerra en Europa durante meses. Un descubrimiento que coincidió con la publicación en abril de 2019 de dos artículos en el diario Libération sobre la célula de Yagaza y la caza del ‘Químico’ en Alemania. A partir de ese momento quise seguir esa pista».
- «La red fantasma» se estrena en las pantallas madrileñas este viernes 7 de febrero de 2025