«La patria perdida», la lealtad a la madre o a las propias convicciones

– Al bajar del autobús entré en la Resistencia…
-¿No estabas en la guerra, abuelo?
El fascismo es la guerra

Estrenada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes, «La patria perdida» (Lost Country) es una película sobre el pasado con ecos del presente. Ambientada en la Serbia de 1996, cuenta la historia de una madre y su hijo en el contexto de las manifestaciones estudiantiles contra el régimen de Milosević[1].

El joven Stefan (interpretado por Jovan Ginic, quien recibió en Cannes el premio Revelación de la Fondation Louise Roederer) tiene que enfrentarse a su madre, portavoz y cómplice del gobierno corrupto contra el que se levantan sus amigos. La madre está encarnada por la actriz serbia Jasna Đuričić («Quo Vadis, Aida?).

Hijo de una política del gobierno de Milosevic, el realizador serbio Vladimir Perisic («Ordinary people») –nacido en Belgrado y formado en Francia- se inspira en sus años de estudiante de secundaria para, en su segunda película, contar el fraude electoral y las manifestaciones de 1996, para contar la historia de un adolescente introvertido y taciturno, nadador de waterpolo, dividido entre el amor por su madre y el despertar a la realidad política, entre el compromiso familiar y el ostracismo de sus compañeros de clase. Una historia trágica que va subiendo de tono a medida que avanza el relato.

Escrita en colaboración con la cineasta francesa Alice WinocourMustang», «Revoir Paris»), «La patria perdida[2]» ganó el Premio al Mejor Guión en la Mostra de Valencia.

Serbia, 1996. Mientras se suceden las manifestaciones estudiantiles contra el régimen de Milosevic – fundador del Partido Socialista de Serbia, presidente de Serbia de 1989 a 1997, y de la República Federal de Yugoeslavia de julio de 1997 a octubre de 2000- Stefan, de quince años, efectúa a su manera su propia revolución, consistente en aceptar lo inaceptable, incluido el papel de su madre, Marklena –el nombre es una contracción fantasiosa de Marx y Lenin-, portavoz del régimen autoritario en el poder, encargada de leer los comunicados en radio y televisión y cómplice de los crímenes cometidos, quien ejerce sobre el chico una enorme fascinación, que alimenta su lealtad.

A Stefan –quien lleva una sudadera en la que está escrito Yugoeslavia, el nombre de un país que ya no existe- le gusta visitar a sus abuelos, que viven en el campo lejos de la agitación de Belgrado, añorando los tiempos en que Tito presidía una nación, destinada a desmembrarse.

La juventud que esta película de iniciación y aprendizaje retrata se mueve en la enorme tensión emocional de los meses que siguieron a las elecciones municipales de 1996, anuladas por sospechas de fraude del Partido Socialista en el poder. Las importantes manifestaciones, sobre todo de estudiantes, que siguieron a los comicios, fueron brutalmente reprimidas por el régimen de Milosevic, utilizando todos los medios que tenía para aplastarlas.

«Somos –explica el realizador Vladimir Perisic- responsables de nuestros actos, no de los de nuestros padres. Sigue existiendo siempre un conflicto entre el amor parental y nuestro propio imperativo ético»

  1. En 2001, el Tribunal Penal Internacional (TPI) para la antigua Yugoslavia pidió la detención de Milosevic quien, tras una resistencia que se prolongó durante dos días, aceptó el 1 de abril una entrega pactada; fue trasladado a La Haya para responder de crímenes de guerra, contra la humanidad y genocidio durante la guerra de Yugoslavia.

    El 11 de marzo de 2006 Milosevic apareció muerto en su celda, en el centro de detención del TPI de Scheveningen, en La Haya. El informe oficial estimó que falleció por causas naturales –padecía del corazón-, exactamente tres días antes de que reanudara el juicio
  2. «La patria perdida» se estrena en Madrid este viernes, 14 de junio de 2024.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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