
Erase una vez, en lo más hondo del bosque y en lo más frío del invierno, un bebé que, en plena Segunda Guerra mundial, alguien arrojó a las vías desde un tren en marcha. El tren, cargado con centenares de familias judías, se dirigía a Auschwitz. En el trayecto, y en un gesto de desesperación, un padre arrojó por la ventanilla a la menor de sus hijas envuelta en un tallith (el chal con que se cubren los judíos para rezar).
La mujer de un leñador de la zona recoge al bebé alimentándole con la leche de la cabra que es la única posesión de la pareja. Su gesto solidario al adoptar a «la mercancía más preciosa» cambiará para siempre sus vidas, y las de aquellos que les rodean..
Es seguro que el consagrado realizador francés Michael Hazanavicius, también guionista y productor («The Artist», «Mal genio», «El príncipe olvidado», «La búsqueda»), al hacer la adaptación del cuento «La mercancía más preciosa[1]» (La plus précieuse des marchandises, 2019) de Jean-Claude Grumberg (guionista y dramaturgo autor, entre otros, de los guiones de «El último metro» de Francois Truffaut, y de «Un pequeño apocalipsis» y «La corporación» de Costa-Gavras), no imaginaba que su alegato contra el antisemitismo iba a estrenarse en un momento como el actual, cuando la ficción ha quedado más que sobrepasada por la trágica actualidad del genocidio que el gobierno de Israel está llevando a cabo en Gaza.
«La mercancía más preciosa» es la carga que transporta ese tren, cuya última parada se encuentra en la puerta de entrada de hornos crematorios.
Se trata de la primera incursión en la animación del realizador Michael Hazanavicius –quien asegura que «un plató de cine es el juguete más bonito del mundo»- con un drama que trasciende la memoria del horror, una fábula infantil -que ningún adulto debería perderse- con unos «trenes de la muerte» que en realidad son los monstruos de acero de la peor de las pesadillas; con los gestos de ternura de unos personajes que bien podrían haber salido de un cuadro de Edward Munch, y con el añadido de la reconocible voz en off del actor Jean-Louis Trintigmamt, fallecido en 2022 con más de noventa años, que confiere a la película «un aura casi sagrada» (gqmagazine.fr).
Cuando los vecinos sospechan que el niño no puede ser hijo de los leñadores, la madre y el bebé emprenden la huída. Comienza entonces una larga marcha que tiene como objetivo la supervivencia de la más preciosa de las mercancías.
La animación –género elegido por el autor para representar los dramáticos años 1940 y el horror de las deportaciones- le permite ir más allá de los límites del realismo y optar por la estética simbólica del bosque polaco, donde las austeras imágenes del frío invernal compiten con la bruma de la soledad. «La mercancía más preciosa[2]» es una película casi muda llena de sonidos: los de la enorme cantidad de vida que se esconde en el bosque, el crujido de los cristales de nieve cuando se pisan, el golpe seco de las hachas que talan los árboles, la esperanza en un mundo mejor que aparece en las escasas imágenes en que se deja entrar la luz….un hermoso cuento fantástico que no trata de las alucinaciones del autor sino de la realidad de la historia en el que, como en todos los cuentos, hay buenos y malos, leales y traidores…» En cualquier circunstancia- asegura Muchel Hazanavicius- se puede optar por la dignidad y la humanidad».
- «La mercancía más preciosa» está publicado en España por Tres Puntos Editores.
- «La mercancía más preciosa» se estrena en Madrid el viernes 11 de julio de 2025.