La Libre de Barrio es una librería y mucho más. Desde su puesta en marcha, hace ya siete años, se ha convertido en una especie de «templo» del ambiente cultural de Leganés (Madrid), un lugar «hermoso y necesario» como lo definió Carlos Bardem cuando acudió a presentar su novela «Mongo Blanco».
Por su pequeño local han pasado cantantes como Marwan, escritores como el propio Bardem, Antonio Mestre o Dani Bernabé, solo por poner algunos ejemplos recientes (la lista sería interminable) además de los más granado de la última ola del flamenco y de todos los estilos musicales. Prácticamente no hay ningún colectivo cultural de Leganés que no haya pasado por este pequeño local librería…Todo eso se puso a temblar el 14 de marzo pasado (2020).
«En un principio creo que nos pasó como a todo el mundo, no éramos capaces de valorar el alcance de lo que suponía cerrar, no sabíamos para cuánto tiempo sería, no sabíamos la magnitud de la COVID-19» dice Roberto Márquez de Prado, uno de los socios fundadores del espacio cultural.
En una semana se habían hecho a la idea:
«Comprendimos que esto se alargaría en el tiempo, y pensamos colectivamente qué podíamos hacer para que el proyecto sobreviviera. Esa era nuestra preocupación, pero somos un colectivo ya bregado en la supervivencia del proyecto y no era algo nuevo para los socios y socias»
La idea de la supervivencia se impuso:
«Las personas que gestionamos la asociación abordamos esta crisis desde el primer momento con el convencimiento de que el proyecto tenía que sobrevivir y que no cabía hablar de cierre a pesar de las circunstancias. Teníamos que luchar para que La Libre siguiera siendo una realidad en Leganés. Un proyecto como La libre, que no es una empresa, que no busca beneficios económicos, sino que es un proyecto cuyo objetivo es proporcionar un beneficio cultural y social, en una situación normal ya está muy ajustado económicamente y si no fuera por el apoyo de los amigos de La Libre, de la gente que cree que un proyecto de estas características merece la pena, no podría existir».
El trabajo de los socios se centró en los objetivos básicos de reducir los gastos como el agua y la luz, y renegociar el alquiler del local. No se consiguieron todos los objetivos, pero sí despertar la solidaridad de los amigos y de los miles de personas que han hecho de La Libre el centro de su ocio cultural.
“Fue en esos momentos cuando vivimos la solidaridad y la fidelidad de la gente con el proyecto, en forma de correos de amigos de la libre preguntando cómo podían ayudar que nos dieron aún más fuerzas para seguir adelante. amigos dispuestos a realizar aportaciones económicas puntuales, solicitar encargos de libros…
Pendientes también cómo estábamos de iniciativas sectoriales que pudieran sernos de interés, nos gustó la campaña lanzada por Cegal “APOYA TU LIBRERÍA”…
Lanzaron una campaña de apoyo como ya estaban haciendo otros proyectos similares al suyo en otras partes. Además de la posibilidad de comprar libros con cheques de Cegal, abrieron la posibilidad de hacer donaciones voluntarias, hacerse «amigos de La Libre» y aumento de cuota para quienes ya lo fueran. Ha sido mucha la gente que se ha volcado con el proyecto, la respuesta fue inmediata y muy generosa, aseguran. Nos han dicho: «aquí estamos, dispuestos a que este proyecto siga adelante. Empezamos a ver que había esperanza para La Libre».
La Libre volvió al trabajo el primer día que se permitía abrir locales con cita previa, el cuatro de mayo. Julio y Nuria, los dos libreros, llevaron a cabo el enorme trabajo de renovar el fondo, ordenar el local y preparar la librería para una nueva realidad.
«Ya que no podríamos hacer actos, ni presentaciones de libros. Había que implementar medidas de seguridad, repensar el espacio. De nuevo tuvimos mucha ayuda, colaboradores que nos hicieron listados de los libros que creían que debíamos tener en la nueva apertura, se hicieron los pedidos, se cambió la ubicación de los libros, se desinfectó centímetro a centímetro y libro a libro».
Cuenta Rober, que es como le conocen sus amigos, que fue entonces cuando se dieron cuenta de que La Libre tenia futuro:
«Más que clientes La Libre tiene amigos y amigas, La Libre tiene aliados. Desde que la desescalada ha comenzado y pueden visitar la librería, no sólo se han pasado a recoger un libro, han venido a decirnos en persona que están aquí con nosotros, para hacer que este proyecto que lleva más de siete años en Leganés siga adelante».
Para los socios fundadores de la Libre, el episodio de la pandemia no ha cambiado lo fundamental de su origen y su compromiso.
«No hay una nueva Libre, La Libre es lo que ha sido siempre; un proyecto social, participativo que promueve la literatura, el arte, la reflexión y la acción social. Una asociación sin ánimo de lucro, comprometida con la promoción y difusión de la cultura, la cooperación y el pensamiento critico en Leganés. Lo que sí ha pasado es que hemos sentido más que nunca el aliento de muchas personas que quieren que este proyecto siga existiendo. Y que ese aliento ha sido con mascarilla, con distancia física, pero no con distancia social. No nos gusta ese término. Hoy tenemos que estar socialmente más cerca que nunca. En la Libre no queremos volver a la antigua normalidad, había muchas cosas que no nos gustaban. Tampoco queremos volver a una nueva normalidad que sea igual que la anterior, pero con mascarilla. Queremos una normalidad cargada de complicidades, de ayuda mutua, de solidaridad, de debate, de ideas. En definitiva, una nueva normalidad con un mundo más humano y más habitable».
Los que trabajan para hacer que La Libre sea posible son conscientes del peligro en el que desde hace tiempo están las librerías. La existencia de Amazon, y las grandes superficies han supuesto un golpe terrible, pero ellos quieren seguir apostando por los lugares donde miras y hojeas los libros mientras hablas con el librero sobre tus inquietudes y tus lecturas. En ese sentido quieren parecerse a las librerías tradicionales, a las que habría que proteger, piensa Rober. Aunque no tienen intención de oponerse a las mejoras que puedan suponer los avances en la digitalización. Por eso han abierto su nueva web http://www.lalibredebarrio.org/,
Pero La Libre era, y es, mucho mas que una librería. Su futuro como lugar de encuentro cultural está rodeado de la misma incertidumbre hacia el futuro que la misma vida en el mundo que nos espera a la vuelta de la esquina:
«Lo más importante para La Libre es el reencuentro con las personas, con los actos culturales, flamenco, cuenta cuentos, Blues, exposiciones. También con las tertulias feministas, con el taller de escritura creativa, con los autores y cantautores, con los debates socio-políticos en torno a ideas y libros, las nuevas propuestas…
En esto como en todo hay mucha incertidumbre, pero más temprano que tarde, y tomando todas las medias de seguridad necesarias, volveremos a encontrarnos».