La Inteligencia Artificial (IA) está cada vez más presente, transformando de manera significativa numerosos horizontes gracias a sus logros y avances, entre ellos, la educación actual, donde los docentes y estudiantes se ven totalmente afectados.

Aunque hasta ahora ha superado diversos debates políticos y marcos regulatorios, esta rama informática se adentra de forma veloz en el panorama pedagógico, enfrentando a las escuelas a múltiples desafíos.

Por un lado, desde y para el rol del educador, la IA automatiza diversas funciones aliviando tareas administrativas: procesos de evaluación, organización de horarios, seguimientos de progreso, etc. Esto, libera tiempo para que los profesores se centren en guiar, inspirar y motivar a sus alumnos/as, el principal aspecto de la enseñanza.

La Inteligencia Artificial es capaz de personalizar el aprendizaje diseñando experiencias, medidas, métodos y contenidos a las necesidades de los estudiantes. Atendiendo a las fortalezas y debilidades de cada uno/a, en lugar de aplicar un enfoque general, esta herramienta sugiere materiales adaptados de acuerdo a todos los ritmos de aprendizaje.

Del mismo modo, el equipo docente puede utilizarla para detectar las áreas donde los estudiantes tienen más dificultades.

Por lo tanto, ofreciendo soluciones adaptativas que eliminan barreras de aprendizaje, la IA participa en la inclusión educativa que persiguen los centros, logrando una intervención temprana y eficaz.

No obstante, para los análisis detallados y adaptaciones a cada peculiaridad, la IA necesita grandes volúmenes de datos, lo que afecta a su privacidad. El uso indebido de los documentos personales de los pupitres, expone un íntegro debate sobre si es apropiada o no la IA para este tipo de funciones.

Esta cuestión es una de las principales preocupaciones éticas de su implementación, ya que requiere mucha información para funcionar de forma efectiva.

Asimismo, existe el sesgo algorítmico, es decir, errores en el sistema informático que producen resultados injustos como por ejemplo, privilegiar a un grupo aleatorio de alumnos/as sobre otros. Esto puede dar lugar a la toma de decisiones discriminatorias en el entorno educativo.

Para el uso responsable de este sistema, es fundamental que la tecnología y la educación colaboren, garantizando algoritmos transparentes y justos.

Desde organizaciones como la Unesco o el World Economic Forum (WEF), enfatizan en la importancia de la supervisión humana, previa a la implementación de cualquier resultado dictado por la IA.

La tecnología aún no está preparada para reemplazar el juicio crítico de los educadores y su incorporación en las escuelas ha de ser con el fin de empoderarnos y nunca de sustituirlos.

Según el Instituto Nacional de Tecnologías Educativas y de Formación del Profesorado (INTEF) del Ministerio de Educación de España «los cambios profundos en la sociedad y la economía que la Inteligencia Artificial y las tecnologías relacionadas están haciendo posible crearán un mundo donde muchas instituciones sociales se transformarán y las personas tendrán que adaptarse. Un desafío de política general, por lo tanto, es aumentar la conciencia entre los educadores y los legisladores sobre las tecnologías de Inteligencia Artificial y su potencial impacto».

La tecnología aún no está preparada para reemplazar el juicio crítico de los educadores y su incorporación en las escuelas ha de ser con el fin de empoderarnos y nunca de sustituirlos.

Rendimiento académico

Por otro lado y, atendiendo a los jóvenes estudiantes que hacen uso de esta nueva tecnología, nos preguntamos si realmente mejora su rendimiento académico.

El famoso Chat GPT, una aplicación de chatbot de inteligencia artificial desarrollada en 2022 por OpenAI que se especializa en el diálogo, capaz de elaborar escritos inteligentes en base a las indicaciones del usuario, se está convirtiendo en una herramienta popular para las nuevas generaciones. El chat se presenta como algo útil y fácil de usar, sobre todo para agilizar las tareas académicas.

Sin embargo, aunque los estudiantes lo encuentren interesante, sus consecuencias aún están siendo exploradas, ya que su uso podría impactar en el desarrollo de ciertas competencias.

La comodidad y rapidez de la herramienta reducen, entre otros, el pensamiento crítico, la capacidad de resolver problemas y la creatividad del proceso creativo de los alumnos/as; generando, a su vez, una dependencia a largo plazo.

Es evidente que aún no entendemos el completo funcionamiento de la Inteligencia Artificial, dado que el abanico de aplicaciones que se pueden explorar con ella es muy amplio. Aún así y, de acuerdo a los avances de la sociedad, es fundamental que las escuelas evolucionen con ella, incorporando entre sus objetivos educativos la enseñanza de su uso responsable.

Su implementación impulsará la innovación en el ámbito pedagógico mejorando la formación y las experiencias de aprendizaje.

Ahora bien, ¿es la IA realmente accesible para todos/as? ¿cómo podemos asegurarnos de que no empeore las desigualdades o incluso genere otras nuevas? Su efectividad en la sociedad dependerá, por tanto, del acceso equitativo a la tecnología.

La Inteligencia Artificial es lo suficientemente potente como para resolver distintos retos presentes en la educación. No obstante, su implementación dependerá de la colaboración entre las escuelas, gobiernos y desarrolladores, para lograr una relación armónica entre el enfoque híbrido y el juicio humano.

Es una herramienta de transformación sobre la que debemos seguir conociendo e investigando sus limitaciones, garantizando su uso cuidadoso y estratégico para aplicarla siempre hacia el bienestar de los estudiantes.

Una vez atendidos los problemas éticos de privacidad, casos de discriminación, necesidad de transparencia, desplazamiento de empleos, deterioro de habilidades y capacidades, etc., la revolución digital será completa y determinará el futuro de la educación.

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