«La familia Bloom» , emotivo drama con pájaro

«La familia Bloom» (‘Penguin Bloom’), melodrama lacrimógeno[1] dirigido por el australiano Glendyn Uvin (‘Last River’) e interpretado por la británica Naomi Watts (‘Mientras seamos jóvenes‘, ‘Dos madres perfectas‘ ‘Diana‘), Andrew Lincoin (de la serie apocalíptica ‘The Walking Dead’), Jacki Weaver (‘El lado bueno de las cosas’, ‘Animal Kingdom’) y un pajarito negro de dimensiones considerables que, a pesar de lo que puede hacer creer el título original, no es un pingüino sino una urraca.

Historia de buenismo absoluto, de superación de las circunstancias, en este caso una auténtica desgracia –género muy de moda en los últimos años que está creciendo con la pandemia- «La familia Bloom» es una adaptación al cine de la historia escrita con el título «Penguin Bloom: la extraordinaria historia del pájaro que salvó a nuestra familia» por la pareja Cameron Bloom / Bradley Trevor Greive (publicada en España por Plaza & Janés en 2018).

Con tanto prólogo casi se adivina la historia, pero no importa porque realmente es previsible: Sam Bloom, joven madre que vive feliz con su marido y sus tres hijos, sufre un accidente -se rompe la balaustrada de una terraza cuando se encuentran de vacaciones en Tailandia y se la lleva por delante- que le afecta a la médula espinal y queda paralítica.

Mientras la familia, ejemplar, intenta adaptarse a la nueva situación, y sobre todo a soportar los estallidos –comprensibles- de la mujer desesperada, aparece un pájaro herido, al que bautizan como Penguin, por el intenso color negro de sus plumas, y al que cuidan y miman. Poco a poco la enferma va estrechando su relación con el pájaro hasta que, finalmente, su compañía y el afecto que el ave parece haber cobrado a los Bloom le ayudan a empezar a controlar, y acabar aceptando su vida de persona con problemas importantes, que al final parece en camino de superar remando en piragua.

La combinación familia modélica y guapa que vive a la orilla del mar en Sidney,historia lacrimógena, minusvalía y pájaro listo que emite graznidos solidarios, a simple vista parece más bien el argumento de una telenovela emitida en la hora de la siesta, y casi demasiado bonita para ser cierta.

No estoy segura de que rodar películas con actores que hacen de discapacitados, minusválidos, o como quiera que se elija llamarlos, sea la mejor manera de concienciar acerca de la difícil situación en que quedan quienes sufren accidentes que les vuelven la vida del revés.

Tampoco creo que al espectador le resulte fácil identificarse con esta patética historia de redención con pájaro, ni siquiera sabiendo que quienes la están contado son sus protagonistas; ni siquiera si la protagonista es una actriz tan consagrada  como Naomi Watts, quien acumula nominaciones al Oscar y que además ha participado en la producción de «La familia Bloom» junto a Netflix. 

Drama clásico sin pizca de originalidad, paisajes magníficos, imágenes sublimes, un océano espectacular, un marido con más paciencia que un santo, unos niños preciosos… Todo a su alrededor es un canto a la vida, pero la vida es injusta con Sam Bloom. Lo que salva «La familia Bloom» es que su director no ha caído en la tentación de estirar la ficción hasta llegar al milagro.

  1. «La familia Bloom» se estrena en España este viernes 10 de diciembre de 2021.
Mercedes Arancibia
Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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