
«Magnífica, trágica, importante» según el comentario que ha dejado un expectador en Internet, «La doncella del lago» («River Returns»)
Premio del Jurado Joven al Mejor Largometraje en el reciente Festival de Cine de Gijón, Orient Express Award a la Mejor Película en el Porto International Film Festival, y Premio del Jurado a la Mejor Narrativa en el Lighthouse International Film Festival que se celebra en Long Beach Island (Estados Unidos)- del director japonés Masakazu Kaneko («Ring Wandering », «Los árboles de Albinos»), es una obra poética que invita a la reflexión sobre el peso del legado cultural japonés en relación con la naturaleza.
El reparto principal de «La doncella del lago» está encabezado por Sanetoshi Ariyama, Asuka Hanamura («City Hunter») y Yo Aoi («Prisioneros de Ghostland» y en el equipo destaca Masakatsu Takagi, famoso músico japonés reconocido por su estilo poético y ambiental, autor de bandas sonoras para películas de animación («Wolf Childre», «The Boy and the Beast», «Mirai»), así como para el documental «The Kingdom of Dreams and Madness», sobre el célebre Studio Ghibli.
En el verano de 1958, un niño llamado Yucha, que vive en un pueblo amenazado por los tifones, escucha la leyenda local de Oyo, la joven enamorada del tornero (artesano de la madera) Saku, quien con su grupo recorre el mundo esculpiendo cuencos de madera y, según piensan los sedentarios aldeanos, apropiándose de los recursos locales y huyendo cuando los agotan. Con el corazón destrozado por la prohibición de casarse con él, Oyo se suicida ahogándose en un estanque azul que se forma entre las montañas. La leyenda añade que, desde entonces, el dolor de Oyo provoca graves inundaciones, que se repiten cada cierto tiempo.
Yucha tiene una madre enferma, un padre que trabaja para una constructora y se gana la vida abatiendo árboles viejos y plantando nuevos, y no consigue reunir el dinero necesario para curarla, y una abuela que venera las montañas y los seres que las habitan. Yucha y su familia respetan costumbres ancestrales, como rezar después de talar los árboles o el arte de fabricar objetos con la madera, y la creencia de que, en tiempos pretéritos, la vida estaba mucho más en armonía con la naturaleza.
Cuando se aproxima un enorme tifón. Yucha decide enfrentarse a sus miedos y emprender un peligroso viaje, con la intención de calmar al espíritu que amenaza a su pueblo. La película comienza cuando Yucha le pregunta a su padre de donde viene el agua. La respuesta que le da es que el agua viene del cielo, se cuela en la tierra resbalando por las ramas y las hojas de los árboles y, de esa manera, llega a los ríos. El niño plantea entonces la cuestión de lo qué pasaría si se cortaran todos los árboles. El padre le explica que solo se eliminan y utilizan los árboles que se han vuelto inútiles.
Este es el punto de partida para hablarle a Yucha de los tifones violentos y devastadores que los habitantes de la aldea atribuyen al espíritu vengativo de Oyo, personaje del pasado que revive en cada tempestad.
En realidad, son dos pasados los que se combinan en el guion de «La doncella del lago»: el de la leyenda, que se remonta muy atrás, y el de los años 1950-60 de la posguerra, la reconstrucción del país y la prosperidad económica. Mediante vueltas atrás en el tiempo, su realizador nos va explicando, como en los cuentos de hadas, la historia de amor de la aldeana Oyo y el tornero, el escultor de la madera que viene de la montaña.
Simple y sincero, «La doncella del lago[1]» es un drama onírico y fantástico –que según algunas fuentes japonesas tiene sus orígenes en el sintoísmo («sistema japonés de creencias indígenas»)- que cuenta con una fotografía magnífica y busca el punto de encuentro de tradición, humanidad y espiritualidad con la inconsciencia que nos está llevando a la destrucción de la naturaleza. Lo mismo que ocurre con el conflicto entre modernidad capitalista y espiritualidad «premoderna».
La inocente historia del pequeño Yucha esconde en sus entretelas la manera en que las normas sociales pueden mantener a grupos compactos al margen de la realidad, lo mismo que las consecuencias de la intervención humana sobre la naturaleza.
Masakazu Kaneko, aventajado alumno del guionista y realizador Takahisa Zeze («La tierra prometida») premiado en varios festivales internacionales, nos ofrece una película, a mi entender demasiado larga (casi dos horas) que, por el formato elegido, recuerda las historias de los fuegos de campamento, en torno a una hoguera.
- «La doncella del lago» se va a estrenar en Madrid el próximo viernes 14 de noviembre de 2025.



