Nadie me ha explicado nunca por qué, pero lo cierto es que llega septiembre y, coincidiendo con la caída de las hojas, empieza el baile de estrenos de películas de terror (miedo, escalofrío, horror…), mayoritariamente malas, o muy malas (no es frecuente pero alguna se salva).
«Juega o muere» (As fun and Games) es ya la segunda, según creo, de esta temporada otoñal: una historia de terror juvenil escrita por Ari Costa, Eren Celeboglu y J.J. Braider, dirigida por los dos primeros y protagonizada por Natalia Dyer («Stranger Things») y Asa Butterfield («Sex Education»).
Esta, que ni es aterradora ni agradable de soportar, va de demonios. Una velada junto a la chimenea se transforma en una noche de terror cuando un grupo de adolescentes de Salem descubre una daga maldita escondida en una cabaña abandonada con la inscripción «Juego. No me quedo», frase que se repetirá como un mantra hasta hacerse cargante, capaz de liberar a un espíritu maligno y ávido de venganza que les obligará a arrojar al fuego sus teléfonos móviles y a participar en versiones crueles y sangrientas de algunos míticos juegos infantiles.
De los propuestos en la película solo me resultan familiares el escondite y el corro de la patata, el resto pertenecen a otras latitudes. No habrá ganadores porque no se trata de ganar nada, solo supervivientes porque de lo que se trata es de conseguir escapar a la maldición del demonio que, por cierto, es una desagradable criatura que se aparece en Salem (un recuerdo para sus famosas brujas que tienen un discreto papel -sin frase, solo deambulan- en forma de adolescentes de hace varios siglos).
Entre una maldad y otra, el mediocre guión de la película aborda los temas de los trastornos familiares y las habituales peleas entre hermanos que se dan en todas las casas. Uno tras otro se van pasando la daga repitiendo el lema que lleva grabado, con el objetivo de salvar al que parece estar poseído con licencia para llegar incluso a matar.
«Juega o muere[1]», que llega a los cines cuando ya puede encontrarse en casi todas las plataformas de pago, es un ejemplo de película carente de creatividad y muy poco original, lo único que se salva es la interpretación de los dos menores, Asa Butterfield y Natalia Dyer. La utilización del escondite es solo una excusa para que el asesino merodee mientras los adolescentes asustados se esconden en fardos de heno o detrás de las puertas del granero.
Muy artificial, torpe y más cómico que terrorífico, el largometraje de poco más de una hora lleno de flashbacks, se pierde en los meandros de la historia, intentando explorar todas las posibilidades del género, sin llegar a articular ningún momento realmente interesante. Y lo de siempre: bastaría que alguien diera al interruptor de la luz para que desaparecieran todos los malos rollos. Pero esa sería otra película.
«Juega o muere» podrá verse en las pantallas madrileñas a partir del próximo viernes 20 de septiembre de 2024.