Dice J. Benito Fernández (Tomiño, Pontevedra, 1956) que esta de Juan Benet ha sido la más difícil de todas las biografías que ha escrito.
No es poco si tenemos en cuenta que los personajes que abordó en sus anteriores trabajos en este género (Leopoldo María Panero, Eduardo Haro Ibars, Rafael Sánchez Ferlosio) eran todos ellos conflictivos, huidizos, poliédricos y no gozaban precisamente de la simpatía de mucha gente.
Tampoco Juan Benet caía bien a todo el mundo. Y no por sus libros sino porque su actitud arrogante, su talante con aires de superioridad y su desprecio hacia todo lo que no le gustaba, generaban antipatía incluso entre sus amistades.
A todo lo cual se unían unos gustos que oscilaban entre el vilipendio y la provocación: detestaba a los clásicos, rechazaba a Borges, Galdós y Dostoievski, despreciaba a Solzhenitsin y abominaba la pintura impresionista… Fueron muy agrias sus polémicas, frecuentes, con Isaac Montero, con Sánchez Albornoz, con Marcos Ricardo Barnatán, con Julio Llamazares, con Francisco Rico…
Y desconcertaban sus cambios de opinión: de criticar y menospreciar las novelas de Eduardo Mendoza, a considerar a este escritor como el mejor de la literatura española contemporánea, por ejemplo. Tampoco su vida privada era ejemplar para muchos.
Esta biografía de Juan Benet («El plural es una lata». Renacimiento) es un completo recorrido por la vida de un escritor que alcanzó la gloria literaria gracias a una obra de indiscutible calidad aunque de difícil acceso, hermética incluso para lectores exigentes, por su arriesgada originalidad y por sus innovaciones estructurales, publicada en un momento en el que la literatura española salía de un tedioso periodo de letargo.
Es esta de J. Benito Fernández una biografía minuciosa, escrita con rigor, apoyada en una exhaustiva documentación extraída de múltiples fuentes (son cerca de quinientas las personas que le proporcionaron materiales o se prestaron para entrevistas, según los agradecimientos que cita el autor) que permite hacer un seguimiento casi día a día de un Juan Benet entregado al oficio de escribir pero también a su profesión de ingeniero y a una complicada vida de relaciones familiares, amistosas y sentimentales.
La biografía comienza con los orígenes familiares de Benet, un padre asesinado durante la guerra civil por pistoleros de la CNT y una madre que tuvo que luchar en circunstancias difíciles para sacar adelante a su familia. Y termina con la temprana muerte del escritor a los 64 años, la víspera del día de Reyes de 1993.
A lo largo de esta vida Benet desarrolla una actividad frenética, atendiendo a sus obligaciones profesionales con trabajos complicados y de alta responsabilidad que le obligaban a hacer continuos viajes por Europa y América y a asistir a numerosas comidas y reuniones de empresa.
Eran frecuentes también las veladas con amigos, las celebraciones de todo tipo, la asistencia a actos sociales, la publicación de artículos y la pronunciación de conferencias («El escritor atiende todos los frentes. No hay actividad cultural para la que no sea reclamado», escribe J. Benito. P. 433).
Es sorprendente y admirable que aún le quedase tiempo para escribir una obra ingente, no sólo literaria y ensayística sino también relacionada con su actividad profesional. Y para su producción pictórica, de una calidad nada desdeñable, tan ignorada como sus obras de teatro.
Asistimos desde su infancia al descubrimiento de la literatura, y de las novelas de Faulkner, sobre todo gracias a su hermano Paco Benet, personaje con una biografía también de libro (ya esbozada por Barbara Probst Solomon en «Vuelos cortos»), y tenemos noticia de los libros que leía, de la música que escuchaba o de las películas que le gustaban (y las que no).
A sus veranos en Arenys de mar y en Moaña, a sus incesantes comidas y cenas, a sus excesos alcohólicos, a los viajes con precisión de itinerarios, paradas y visitas a lugares y monumentos.
Descubrimos a las personas que fueron importantes en su vida, a sus amigos, desde Dionisio Ridruejo, Juan García Hortelano, Jaime Salinas o Carmen Martín Gaite, a Javier Pradera, Félix de Azúa, Javier Marías, Carlos Barral… y somos testigos de la vida en su casa de la calle Pisuerga, en su apartamento de Corcubión, en la finca de Zarzalejos y en la de Errazu, con una borda que rehabilitó y que no llegó a disfrutar.
Junto con la descripción y recreación del ambiente literario de una época irrepetible, el de la transición y los primeros años de la democracia, una de las virtudes de esta biografía es la contextualización histórica contemporánea a los avatares de la vida del autor, que revela la dedicación periodística del biógrafo: el contubernio de Munich, el proceso de Burgos, el atentado de Carrero Blanco, los últimos fusilamientos del franquismo, la muerte del dictador, las primeras elecciones democráticas, la matanza de los abogados de Atocha, el 23-F, el referéndum OTAN…
Y uno de los aspectos mejor retratados es el de su vida privada, las tempestuosas relaciones con esposas, novias y amantes, el suicidio de Nuria, su mujer y madre de sus hijos, las continuas rupturas y reconciliaciones con Rosa Regás, su tórrido romance con Emma Cohen, su boda y divorcio (luego anulado) con Blanca Andreu, sus aventuras con Marina Domecq, Alicia Gimeno, Virginia Careaga… todo ello regado con un rico anecdotario que compensa la carga documental en ocasiones reiterativa.
Sin hacer una crítica en profundidad, J. Benito Fernández aborda también a modo de breves reseñas cada una de las obras de Juan Benet a medida que éste las va publicando, para que el lector de esta biografía tenga también algún conocimiento sobre su temática y sus contenidos, por lo que es posible que suscite en algún lector el interés por conocer «Volverás a Región», «El aire de un crimen» o «Herrumbrosas lanzas», una obra que, aunque el biógrafo considere «de escasa huella literaria», es en mi opinión de las más importantes de la literatura española del siglo veinte.