Los grandes bailaores flamencos, creadores de sus propios espectáculos, llevan tiempo rivalizando en escenografías que pongan la nota vanguardista a sus espectáculos. Pero el gran bailaor José Maya con su espectáculo Color sin nombre ha roto todos los moldes anteriores con una originalidad asombrosa.
Cuál fue la génesis de su idea de incorporar la abstracción de Mark Rothko, insertada en los aún más oníricos paisajes digitales que avanzan dramáticamente hacia los espectadores, es algo que me inunda de curiosidad. José Maya, Mark Rothko… Quién, cómo, dónde y por qué unió dos potencias, color y movimiento, para ponerlos en escena?
Realmente en el Pavón hemos visto dos grandes espectáculos. Flamenco y el surrealismo que rodea a la abstracción de las obras de Rothko. Esa parte documental es tan poderosa que, sin atreverme a imaginar qué sintieron todos los demás, porque eso depende de la integración mental del onirismo en cada uno, obliga a una doble visión, o atracción. Sé que la idea de José Maya ha sido otra, fusionar danza, música y artes visuales en una experiencia interactiva casi única. Pero creo que José Maya no ha calibrado mucho los efectos de lo que penetra por el ojo humano.
He de reconocer que no siempre, pero sí en ocasiones, la potencia documental me ha llevado a una inmersión total en mi cultura de lo onírico, en la que la música acompañaba más que el baile, convertido en objeto lejano a pesar de estar en primer plano. Los objetos abstractos de Rothko, situados sabiamente en escenarios de océanos, desiertos, enormes cordilleras, paisajes lunares, ruinas de la Grecia antigua, Poseidón y Zeus, la gran estructura vertical del artista suizo avanzando inexorablemente hacia el público al inicio del espectáculo, me llevaron a aquella Odisea del espacio del gran Kubrick .
Admiro la gran originalidad y creatividad, nada nueva ni sorprendente, del gran José Maya, en este espectáculo que sin duda tendrá un largo recorrido hacia adelante, porque hacia atrás ya lleva casi dos años, desde la Suma Flamenca 2022. Admiro la creatividad y el intento de fusionar su baile con Rothko y las escenas dramáticas de mundos oníricos, lo que ha implicado un gran riesgo, no sé si asumido por el artista, de ser absorbido por su propia originalidad.
Excelente idea, excelente doble espectáculo. Como el gran José Maya ya no tiene nada que demostrar en cuanto a su arte, nos sumerge de pleno en un maravilloso mundo soñado del que ha querido participar junto a sus artistas. Si tengo que seleccionar una escena, en la que él no tome parte, de fusión del arte flamenco en el arte digital y pictórico, que aquí se transforma en volúmenes escultóricos, es la de cante y toque de Rycardo Moreno y Rafael Jiménez Falo. Exquisita.
El espectáculo flamenco iniciado con los elementos de la Capilla de Rothko, va en perfecto desarrollo con la apertura total a los espacios infinitos sugeridos por el monumental trabajo digital creado para acompañar y poner en valor las formas cúbicas de este gran artista del expresionismo abstracto que acabó suicidándose aún joven. Algo de ese más allá está inscrito tanto en la danza como en los escenarios oníricos que le acompañan.
No se puede reseñar este espectáculo, que conociendo a los artistas, ya presumíamos notable, sin la referencia a esa magnífica unión. El arte digital al servicio del arte abstracto. Y ambos al servicio del Flamenco. Como corresponde.
Han faltado datos, como la identidad del contrabajista al servicio del artista suizo. Como la autoría de ese soberbio documental que tanto predomina en la totalidad del espectáculo.
Ficha artística:
- José Maya. Baile.
- Rycardo Moreno. Guitarra.
- Rafael Jiménez Falo. Cante.
- Delia Membrive. Cante.
- Lucky Losada. Percusión
- Contrabajo (Desconocido).
- Color sin nombre:
- Teatro Pavón, Madrid.
- Del 14 al 24 de febrero 2024