Jorge Castillo y el arte gráfico

Se inaugura en la Academia de Bellas Artes de Madrid una gran exposición del artista

Castillo: Esperando a Godot
Castillo: Esperando a Godot

Con sus 93 años, lúcido y ágil, Jorge Castillo estuvo presente en la inauguración de la exposición que la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando celebra estos días en Madrid con motivo de la concesión del Premio Nacional de Arte Gráfico a este artista de origen gallego.

Se trata de uno de los galardones de más prestigio que se conceden en España, que en otras convocatorias ha premiado a artistas como Jaume Plensa, Miquel Barceló, Luis Feito, Gustavo Torner, Cristina Iglesias o Luis Gordillo.

Dice el comisario Javier Blas que las claves estéticas del arte de Jorge Castillo se sintetizan en las figuras sinópticas emparentadas con el lenguaje del realismo mágico y con la figuración de herencia clasicista, con las que el artista representa su entorno íntimo.

Uno de sus mayores logros, por tanto, es la asimilación de la enseñanza del arte antiguo y la reelaboración de la estética y la mitología clásicas en clave contemporánea.

A través de este procedimiento crea una atmósfera poética basada en el mundo de los sueños, poblada de criaturas fantásticas en escenarios irreales e inquietantes, con influencias de las pinturas negras de Goya, las figuras de Solana y los cuentos de Edgar Allan Poe.

A través de esta obra Castillo trata de dar respuesta a cuestiones esenciales como la relación con la naturaleza, la sensualidad y el erotismo, el mito y las referencias culturales, el amor o el modo como las personas se enfrentan a lo cotidiano.

La exposición, la más importante de Jorge Castillo celebrada en España, reúne cuatro planchas, dos carpetas y cuarenta estampas donadas por el propio Castillo y por su primera esposa, Marienza Binetti, a esta Academia. Representan los diversos planteamientos del artista a lo largo de su trayectoria y sus experiencias en el campo del grabado.

Destacan también las relaciones de la obra gráfica de Castillo con la escritura, al crear con su obra una narrativa que colabora a aproximar la palabra escrita y la imagen simbólica.

Un gallego errante

Nacido en Pontevedra en 1933, al año siguiente su familia hubo de refugiarse en Argentina por razones políticas y su padre murió en el transcurso de la guerra civil española. Volvió a España en 1955 para vivir en Madrid y Barcelona después de acumular un valioso bagaje artístico formado en las vanguardias. Desde 1963 vivió en París y en 1966 en Ginebra, con estancias en la aldea italiana de Boissano.

La carrera de Jorge Castillo tiene sus orígenes en los años de formación con el legendario grabador y editor Dimitri Papagueorguiu, con el que se inició representando la iconografía del mundo del circo. Cuando aún no había cumplido los treinta años su pintura fue seleccionada para la bienal de Sao Paulo.

El grabador Daniel Divorne y el marchante suizo Jan Krugier desde su galería de Ginebra, influyeron a finales de los años sesenta para que Jorge Castillo profundizase en la práctica del grabado.

De 1966 es su serie «Palomares», con diez litografías sobre el accidente nuclear en esta localidad de la costa de Almería. El conservador de arte Charles Goerg dio un impulso definitivo a la obra gráfica de Castillo acogiendo en 1971 su exposición más importante, con 238 estampas, en el Museo de Arte y de Historia de Ginebra.

En 1972, en la Propyläen Verlag de Berlín editó una carpeta con nueve aguafuertes de «El mundo de García Lorca», uno de cuyos ejemplares puede verse en esta exposición junto a otro de la serie dedicada al «Canto espiritual de San Juan de la Cruz».

Otro tema literario tratado por Jorge Castillo es el de «Grandes amantes», sobre la pasión amorosa representada por parejas míticas: Odiseo y Nausícaa, Dante y Beatriz; y Romeo y Julieta.

Su prestigio fue consolidándose en nuevas exposiciones como la de la Kestner-Gessellschaft de Hannover de 1973. Sus creaciones gráficas en aguafuerte, aguatinta, litografía y grabado en madera superaban ya entonces los tres centenares.

En Berlín, donde se estableció en 1969, añadió un número considerable de estampas porque fueron sus años más fértiles, en los que creó obras de una gran madurez técnica y conceptual.

Allí encontró inspiración en la historia y en la literatura alemanas, ejecutó sus ciclos más importantes y encontró una seguridad económica que hasta entonces le había sido esquiva.

En 1979 se estableció en Nueva York y a su vuelta a España fijó su residencia en el pueblo ibicenco de Santa Inés. En 1998 se instaló en un gran estudio de Madrid y más tarde, tras otra estancia en Nueva York, en Helsinborg (Suecia).

Su trayectoria internacional le ha situado en una posición destacada como dibujante, pintor, escultor y creador cinematográfico (su película «Schubert» fue protagonizada por Ben Gazzara).

Castillo ha sido desde siempre un artista aislado, errante por lugares diversos y un creador que necesitó siempre la libertad para mantener su honestidad por encima de las modas y las corrientes de todas las épocas.

Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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