Irene Morales pertenece a esa casta de artistas que por si solos llenan un escenario, integran armoniosamente todo su cuerpo en la danza, cimbrean mejor que un junco movido por la brisa, hacen y siguen el compás rítmicamente al unísono, su baile le llega a los pies desde el cerebro y el corazón.
Irene Morales dejó mudo al personal que asistía a la primera gala de esta edición de Suma Flamenco Joven cuando su primer cantaor, Antonio Campos, rompió el silencio cantando la más famosa de las tonás y ella surgió envuelta en un rayo de luz por la izquierda del foro. Desde ese momento se apropió de la escena, compartió protagonismo con su cantaor, uno de los que llevan al duende incorporado. Irene integró tanto su cuerpo en la danza que incluso hizo bailar hermosamente a su cabellera.
Desde ahí, todo fue un deslizarse por un espacio de arte, bordando palos que ella fue vistiendo en armonía con su solemnidad o su fiesta, se ve que conoce perfectamente la importancia del vestuario; insufló vida propia a una bata de cola llena de lunares por alegrías, sabiendo estar en cada momento, bien dejándose llevar por sus cantaores, Antonio Campos y Juan Ángel Tirado y por su guitarrista, José Fermín Fernández, un virtuoso; o creando con el silencio como fondo la mejor percusión del mundo con su punta y tacón. Estuvo divina.
Primera gala de la V Suma Flamenca Joven
El jueves 25 de septiembre 2025 debutaron en la primera gala en la que participan artistas menores de treinta años, con respectivamente un concierto instrumental, otro de cante y el espectáculo de baile de Irene Fernández que hemos comentado, los primeros tres artistas de esta edición.
Los otros dos artistas fueron el joven pianista vallisoletano de veinticuatro años José Luis Kaele, y la jovencísima cantaora sevillana, Reyes Carrasco, que sin cumplir aún los veinte años es el último eslabón por ahora de la saga de este apellido
Pudimos comprobar que José Luis Kaele, como informa el programa de mano, posee un don excepcional, el llamado oído absoluto que le otorga la capacidad de identificar y reproducir cualquier nota musical con una precisión asombrosa, sin necesidad de partituras, en otras palabras memoria fotográfica adaptada a su terreno.
Hizo un concierto de tres piezas, acompañado del contrabajista más internacional de nuestro panorama, Javier Colina, quién, como no podía ser de otra manera, compartió protagonismo con el pianista.
Sin duda Kaele demostró ser un extraordinario pianista y a sus dotes de composición unió las de improvisación, en un concierto más cercano al jazz que al flamenco. Demostró un grado de madurez musical no frecuente a su edad.
Lástima que su música, extraordinariamente descriptiva, no figurase en ningún repertorio, ni en el programa de mano ni de viva voz, ya que no dijo ni una sola palabra, ni siquiera para agradecer estar en un festival exclusivo para jóvenes en la capital de España y del flamenco.
Si ese concierto se hubiera dado en el Auditorio Nacional, en el Monumental, incluso en el Canal en otro contexto, el repertorio en el programa de mano hubiera estado. En un festival flamenco jamás, lo que insisto, me parece una falta de respeto al público y una merma para el artista, que de saberse lo que está describiendo con su música, la apreciación y disfrute aumentaría exponencialmente.
Reyes Carrasco, aún una teenager, demostró tener una madurez en la voz muy superior a su edad. Tiene unos mimbres poco frecuentes. Pero le falta técnica vocal, que ella suple con su don natural. Ya irá creciendo.
No sé si Reyes estaba nerviosa por estar donde estaba, pero su constante tejemaneje con su fular y su pelo llegó a resultar hipnótico, haciendo estar más pendiente de estos detalles que de su cante. Daban ganas de quitarle el fular y de hacerle un moño.
Y otra cosa, querida Reyes. Olvídate del brilli-brilli y del escote palabra de honor más bajo de lo habitual. No para cantar por alegrías, por soleá y por fandangos. Que quieras ir de moderna me parece normal, pero hay muchas y mejores maneras de vestirse de flamenca moderna. Fíjate, por ejemplo, en María Terremoto. Déjate asesorar por quién sabe, Reyes.
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