No podía empezar mejor esta Suma Flamenca 2024 con lema Oriente: de Ronda Cartagena, que con el estreno absoluto, al que auguro próximos futuros estrenos mundiales, de este concierto del maestro de la guitarra Pepe Habichuela, rememorando su infancia familiar desde la Plaza Yesqueros del mítico barrio del Albaicín de Granada, donde nacieron él y sus hermanos, que andando el tiempo iban a convertirse en una de las grandes sagas flamencas granaínas.
Maestro de maestros, nunca me cansaré de decirlo. Su guitarra tocada por otro nunca sonaría igual. Porque esa guitarra es parte de él y solo él puede arrancarle tanta emoción, tanta historia suya y familiar, y tanto amor y complicidad cuando el concierto solista se complementa con la familia y su extensión, con su hijo Josemi Carmona, con los irrepetibles Bandolero en la percusión y Javier Colina al contrabajo más flamenco del mundo, maestro de contrabajos flamencos, al que arranca sonidos y percusiones nunca oídos en otro contrabajo. Y para completar el quinteto la cantaora catalana Montse Cortés.
Yesqueros, encendedores de yesca, encendedores de emociones, desde la raíz más flamenca a la vanguardia flamenco – jazzera que encarna el trío Carmona, Bandolero y Javier Colina. Y cuando el Maestro Habichuela se incorpora al trío es un vanguardista más, y cuando acompaña a Montse Cortés con su guitarra, es el mejor acompañante que pueda darse.
Yo me rijo mucho por lo que los artistas me hacen sentir, me abro totalmente al sentimiento, y puedo decir que en la Sala Verde, tan íntima y cercana, de los Teatros del Canal, viví una noche como hacía tiempo que no vivía.
Una mezcla de maestría, emociones profundas como transmite el maestro cuando rememora su infancia con esa media granaína, Yesqueros, cuando acompaña a Montse Cortés en una seguiriya que provoca lágrimas de gozo, y cuando ya en cuarteto, sentado junto a su hijo, intercambian esas miradas tan llenas de amor y admiración mutua, de felicidad de tener un tal padre y un tal hijo, y cuando todos esos sentimientos se reflejan en sus guitarras.
Dúo del maestro y Montse Cortés de soleá por bulerías y zambra. Ahí pusieron fin a la raíz. Después, hubo de todo. Un concierto de jazz flamenco por el trío, sensacional, brillante y vibrante, como ya nos tienen acostumbrados, pero esa noche más, porque era un concierto especial, que empezaba por sentir unas infancias con carencias pero felices en el Albaicín.
Y cómo no, la evolución familiar y musical, el ayer de los cuatro Habichuela guitarristas, de los que solo nos queda Pepe, y el hoy, casi el mañana de un flamenco inagotable en versiones de cualquier tiempo y siempre capaz de transmitir lo que ninguna otra música transmite, salvo el jazz, por eso son tan afines. Fatiguitas pasadas en continentes distintos y sentimientos parejos.
Emoción al infinito cuando el Maestro Habichuela anunció tangos, por todo el quinteto «dedicados a Amparo, que está por ahí». Amparo, la matriarca, esposa y madre, maestra en potajes gitanos, que una vez nos preparó para degustar en Pamplona, ¡parece que fue ayer! compañera de una larga vida, vida de familia gitana, auténticas piñas de amor y respeto, para sana envidia de muchos…
Y el final, no podía ser otro que por bulerías en mil versiones, con mil sonidos y percusiones. Y hete aquí a Javier Colina, contrabajo reposando en el suelo, mientras contribuía con compás de palmas, como el más consumado de los palmeros.
En el fondo más profundo, te das cuenta, de que estas gentes son tan especiales y únicas, cuando se juntan y por separado, capaces de crear un concierto no digo mejor o peor que otros, simplemente inigualable, único.
El día menos pensado los vemos por Nueva York, Tokio o Ciudad del Cabo.
Y en todas partes emocionarán por igual. Porque traspasan culturas.
