Iñaki García Ergüin: «Hay que saber cambiar de paleta»

«García Ergüin, es el mejor pintor bilbaíno y uno de los mejores pintores de Europa». Me lo dice, categórico, Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, un erudito del arte y la cultura en todas sus vertientes.

La excelente carrera pictórica de Iñaki García Ergüin es extensa y variada; no se le resiste nada. Es muy atrevido, porque sabe que es muy bueno: «Ahora estoy pintando en papel de arroz, con acrílico».

La ignorancia me deja sin palabras, pero Iñaki reacciona rápido: «hay que saber cambiar de paleta», que viene a ser lo que dijo Unamuno: «El progreso consiste en renovarse».

García Ergüin ha creado «marca» y como él mismo dice: «Cuando la gente ve mis cuadros, sabe que son míos».

Desde 1958, cuando recibió el Primer Premio Nacional de Pintura, le han seguido unos cuantos, entre ellos la III Medalla Nacional de Bellas Artes.

García Ergüin ha llenado Europa de colores «sobrios y elegantes». Aprovechando una beca concedida por Iberduero, dio un salto desde Abando hasta la Universidad de Múnich, donde se acercó al Expresionismo alemán y especialmente a la obra del pintor Anselm Kiefer. Decían que en ambos se asemejaban los colores «sobrios y elegantes».

La música, ha tenido especial incidencia en la obra de García Ergüin, en especial el Jazz. El Preservation Hall, emblemático club de música en vivo, en el corazón del Barrio Francés de Nueva Orleans, tenía en García Ergüin un fiel asistente.

Muchos de sus cuadros reflejan la pureza del Jazz negroide que recorría las calles de Nueva Orleans, con un espectador de excepción: «Yo salía todas las tardes a verlos pasar, hasta el anochecer y luego pintaba». Pintaba y escribía cartas de amor y nostalgia a Rosa, su mujer: «Conservo las cartas que nos escribíamos son preciosas».

«Una ópera pintada en el silencio»

Me apropio del subtítulo de Saiz Valdivielso, en una excelente reseña, del catálogo de lujo editado para una exposición de García Ergüin en Madrid.

De entrada, una reflexión de Saiz Valdivielso: «García Ergüin, ha pintado esta ópera en el más absoluto de los silencios» y, en ese ejercicio, destaca del pintor «su virtuosismo para el color y su poderosa técnica».

En la parte musical de la obra pictórica de García Ergüin, hay tres óperas, Carmen, Manon y La Boheme pintadas a sugerencia del, entonces, director del Teatro Arriaga de Bilbao, su gran amigo Luis Iturri; dos genios juntando la música y la pintura al más alto nivel.

García Ergüin reaccionó rápido ante la propuesta: «Luis yo por ti hago lo que sea», dice que le dijo, y valora la labor de Iturri como la mejor época del Arriaga: «Fue una época esplendorosa que, a la muerte de Iturri, decayó».

El entusiasmo del encargo llevó al pintor a la generosidad: «Pinté todos los actos sin cobrar nada. Pero conservo los tres enormes carteles».

García Ergüin, no es un pintor de pasada y él lo sabe, pero, como he apuntado, es generoso y le da un espacio al amigo: «Iturri me hizo gran pintor a escala. Sin querer».

La primera de las tres óperas que pintó fue Carmen y tras el exitoso estreno en el Arriaga, Iturri y García Ergüin se fueron con toda la obra pictórica a Génova para su representación en La Felice, una joya de la escena que G. Ergüin considera como: «el mejor teatro del mundo; no he visto nada igual. El éxito fue clamoroso».

Las exposiciones de las tres óperas pintadas se han ido sucediendo. En 1992, con motivo de la Expo de Sevilla, la Real Maestranza de Caballería de Sevilla, acogió la exposición de la ópera Carmen de García Ergüin, que tuve la suerte de visitar.

Impactante; se salían del cuadro. Estaban todos… don José, El Escamillo, Frasquita, la echadora de cartas, los contrabandistas, El brindis, La seducción del torero, La romanza de la flor, El desprecio, La súplica, La premonición y el fuego, El navajazo y… La muerte. La trágica imagen de esa Carmen tendida en el suelo, que había representado Teresa Berganza en la ópera de Bizet.

Fue en Sevilla, ante la impactante Carmen de García Ergüin, cuando el marido de Teresa Berganza, encargó al pintor un retrato de la mezzosoprano, como regalo a su mujer. Cuando el retrato ya estaba pintado, el marido de Teresa debió cambiar de opinión, porque pasado un tiempo el hombre no dio señal, a pesar de los intentos de García Ergüin para contactar con él.

Así, que el magnífico retrato lo tiene el pintor, junto a parte de su obra magna de la que no quiere desprenderse, en un lugar donde Iñaki se reúne con amigos que son observados por grandes artistas como Teresa Berganza… Rostropóvich, por los que García Ergüin se siente acompañado.

«El retrato de Rostropóvich, me lo ha querido comprar Igor Yebra, pero, aunque Igor lo ha intentado más de una vez, no quiero venderlo. Y el retrato de Teresa Berganza, ya me ha dicho mi hijo que este cuadro no sale de casa, salvo que vaya al Museo del Prado».

Precisamente es en El Prado donde Teresa Berganza canta la Habanera de Carmen, ante el cuadro de Goya. «Los fusilamientos». Pues ahí queda el mensaje, por si el Ministerio de Cultura quiere recogerlo.

Hay otro mensaje. Éste para Ibone Bengoetxea, consejera de cultura del Gobierno Vasco. Las valiosas telas pintadas por Iñaki García Ergüin se almacenaron, como si de sacos se tratara, en un local, del municipio de Arrigorriaga, en el que se produjo un incendio que se llevó buena parte de esa obra excelsa pintada con el alma de un pintor inmenso roto por la pena, porque, como la envidia es muy mala, García Ergüin no tiene duda del suceso: «Fue un incendio provocado. Conseguí recoger algunos trozos que conservo».

Aquí, no puede evitarlo, a Iñaki se le quiebra la voz. Esos trozos a los que se refiere, tienen un inmenso valor cultural. Con ellos, tal como están, se podría hacer una exposición que contase la historia de cómo un pintor grande, vasco universal y no exagero, ha hecho lo más grande en el arte de la pintura y sigue siendo un sencillo chico de Bilbao de toda la vida.

Su pasión, el Athlétic. Es el pintor oficial de la plantilla cuando se van retirando. En junio cumplirá 91 años y lo va a celebrar por todo lo alto; en Bilbao con la familia y amigos, que los tiene y muy buenos… Iribar, Goiko.

Su descanso, Lanzarote, que le ha dedicado una plaza con su nombre y él, ha dejado a los lanzaroteños su arte en esa escultura que no puede ser más guanche.

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