Con un Hugh Grant de 64 años espeluznante e inesperado como virtuoso de la ambigüedad, muy lejos de los pegajosos papeles de seductor en comedias románticas de escaso interés de los años 1990, «Heretic» (Hereje), terror del bueno, del que da realmente miedo, es una película que va a encantar a los habituales del género, escrita y dirigida por la pareja Scott Beck y Bryan Woods Tras («Hereditary», «Midsommar», «Háblame» y la serie de 2019 «Un lugar tranquilo»).
El británico Hugh Grant (Cuatro bodas y un funeral», «Love Actually», «Bridget Jones·), que carga con el peso de un relato que juega todo el tiempo con la inminencia del peligro, muestra en «Heretic» (hereje) unas ignoradas dotes de actor dramático al meterse en la piel de un escéptico diablo, un peligroso psicópata, al que acompañan las jóvenes «promesas» estadounidenses Sophie Tatcher («The Boogeyman», «Yellowjackets») y Chloe East («Los Fabelman», «Genera+ion»), interpretando a dos misioneras que llaman a la puerta equivocada en busca de un nuevo adepto y –se veía venir- se convierten en sus víctimas.
Como modernas caperucitas, dos jóvenes religiosas mormonas acuden en bicicleta al domicilio -una triste y deslavazada villa en medio de ninguna parte- de un hombre que asegura estar dispuesto a convertirse.
El tipo inspira confianza y las misioneras aceptan su invitación a entrar y compartir una tarta de arándanos que supuestamente está cocinando la señora de la casa.
Entre los tres da comienzo un juego perverso mientras fuera se sucede una larga noche de tormenta. En el decorado de dos habitaciones de una casa aislada, cada luz y cada sombra adquieren aspectos amenazantes lo mismo que el hombre, el lobo de este cuento, quien parece amenazador sin serlo realmente, lo que contribuye a ir aumentando la incomodidad y la tensión del espectador.
«Heretic» cuestiona con frialdad cruel la religión, y también la fe –el supuesto converso demuestra por ejemplo que el juego del Monopoly y el monoteísmo son dos caras de una enorme superchería-, colocando en el mismo plano tanto la existencia como la inexistencia de Dios; paradoja esta última que, en los primeros años de la transición española, los antiguos militantes del anarquismo local se empeñaban en explicar a todo el mundo, y especialmente a las parejas de «testigos» que en aquel tiempo se pateaban las ciudades buscando a quien «convertir», exactamente igual que las chicas de esta película, con una carpeta llena de promesas de un futuro feliz en otra dimensión.
«En la era de la posverdad, todos somos herejes de algo» (ecranlarge.com). Decir que nos hemos topado con un Hugh Grant cuyas cualidades dramáticas ignorábamos, quien hace una brillante creación del triunfo del mal sobre el bien en un thriller rotundamente ateo –que establece un paralelismo entre el cine de horror y la hipocresía del dogma religioso» (Nouvel Obs)-, no significa que estemos ante una buena película: tenemos una primera parte bastante lúdica, durante la cual el «demonio» se dedica a desmontar los argumentos de las misioneras, seguida de un final que pasa por la caricatura para terminar en lo grotesco.
«Con ‘Heretic’[1] –dicen los guionistas y realizadores Beck y Woods- , queríamos provocar a nuestro público. Nos pareció que sería interesante escribir escenas en las que el miedo surgiera de los diálogos, por las palabras que se utilizaban y las ideas que se planteaban (…). Sabíamos que si lográbamos nuestro objetivo, el público se enfrentaría a la película de forma diferente según sus propias creencias».
- Debido a las festividades navideñas los estrenos de las dos semanas se han trasladado del viernes al miércoles. «Heretic» estará en cartelera en Madrid a partir del día de Año Nuevo, 1 de enero de 2025.