En los colegios de España, la última semana de octubre suele llenarse de calabazas, esqueletos, brujas y fantasmas. A estas alturas, todos conocemos cómo se celebra Halloween en Estados Unidos o el Día de los Muertos en México, y también nuestras propias tradiciones del 1 de noviembre.

Pero ¿y si ampliáramos el mapa cultural y miramos un poquito más allá?

Este año, el Festival de Barriletes Gigantes de Guatemala puede ser una oportunidad maravillosa para celebrar halloween de forma colorida y profunda, conectando con el recuerdo, la tierra y el cielo.

Guatemala, un país que honra la memoria desde el cielo

Guatemala, un país de volcanes, montañas y profundas raíces mayas, celebra cada 1 y 2 de noviembre una de las tradiciones más bellas y simbólicas de Centroamérica.

En los municipios de Sumpango y Santiago Sacatepéquez, miles de personas se reúnen en los cementerios para elevar enormes barriletes, cometas gigantes de hasta veinte metros de diámetro hechos con papel de seda, caña y colores vivos.

Esta tradición, declarada Patrimonio Cultural de Guatemala, combina arte, espiritualidad y comunidad. Los habitantes confeccionan los barriletes durante semanas y los hacen volar para comunicar sus mensajes a los seres queridos que ya no están. Según creencias locales, el viento se convierte en puente entre el mundo terrenal y el espiritual.

Enseñar desde la curiosidad

En lugar de limitar la semana de Halloween en disfraces y dulces, podemos viajar simbólicamente a Guatemala y hablar de:

  • La geografía del país y su biodiversidad.
  • Las comunidades mayas y su herencia cultural.
  • Las diferentes formas de recordar y celebrar a los que ya no están.

Así, el alumnado no solo hace una actividad, sino que comprende el sentido profundo de una celebración ajena a la suya. Las costumbres de cada lugar nos enseñan a que, en este caso, la muerte no se vive igual en todas partes y que recordar también puede ser un acto de arte y esperanza.

Más que una manualidad

Las propuestas no deben limitarse a un simple taller de cometas, sino a una experiencia reflexiva. El alumnado puede explorar fotografías o vídeos del festival, preguntándose qué sentimientos transmiten los colores o por qué creen que los barriletes se elevan al cielo.

En grupo, se debe dialogar sobre cómo se vive esta fecha en España o en otros países, estableciendo puntos en común y valores a destacar.

El objetivo es crear un sentido, es decir, elaborar pequeños barriletes con mensajes simbólicos sobre aquello que deseen agradecer o recordar. De este modo, la manualidad se convierte en una experiencia emocional y cultural, donde el arte, la empatía y la comprensión del otro se dan la mano.

Incluir este tipo de festividades en los colegios no solo enriquece el currículo, sino que fortalece la educación intercultural. Comprender que cada país celebra la vida y la muerte de manera distinta ayuda a cultivar respeto y curiosidad.

Como recuerda la UNESCO en su informe sobre Patrimonio Inmaterial, «transmitir tradiciones culturales en la escuela promueve la paz y el entendimiento entre los pueblos». Llevar Guatemala al aula puede ser, por tanto, un gesto con gran impacto educativo.

El vuelo de los barriletes gigantes nos invita a levantar la vista, literal y metafóricamente. Quizá este 31 de octubre, entre murciélagos y calabazas, podamos dejar espacio para un pedacito de cielo guatemalteco en nuestras vidas.

DEJA UNA RESPUESTA

Escribe un comentario
Escribe aquí tu nombre