Frente al edadismo, a seguir viviendo, y creando

Un escribano en la Corte

Desde que en los años sesenta del pasado siglo el director de cine estadounidense Robert Butler acuñara el término edadismo para referirse a los estereotipos y prejuicios existentes en la sociedad en relación con la edad, el efecto de tales prejuicios no ha dejado de crecer, si bien, tras años de lucha y reivindicaciones, poco a poco se va ganando alguna batalla a este absurdo sistema de intentar arrinconar en vida a una persona mayor.

Porque es cierto que un escritor, un actor, un creador en cualquier especialidad, no hace ruido como un tractor en huelga en plena calle, motor en marcha, pero no es menos cierto que esas personas mayores, hombres y mujeres, existen, están ahí, y en la mayoría de los casos siguen en su actividad porque lo necesitan para seguir viviendo.

Por eso resulta reconfortante leer a día de hoy en un periódico declaraciones como las del escritor y cineasta chileno Alejandro Jodorowsky, quien a sus 95 años ha dicho: «¡Tengo 25 proyectos en marcha!». «Con mi edad todavía hablo y pienso. Estar vivo es una realidad maravillosa». Ya lo advertía en su tiempo el filósofo y escritor inglés Francis Bacon, cuando decía aquello de «Vieja madera para arder, viejo vino para beber, viejos amigos en quien confiar, y viejos autores para leer».

No hace falta retrotraerse en el tiempo, sino comprobar las batallas que poco a poco se van ganando en torno a la edad y la posibilidad de seguir creando para no sentirse aislado del resto de la sociedad en función de la misma, y al mismo tiempo poder tener unos ingresos con los que hacer frente a la vida diaria.

Conocí una de ellas que nació en España en el año 2013, que fue la Plataforma para Seguir Creando, compuesta por escritores y autores jubilados que si, por ejemplo, daban un curso, una conferencia, o cobraban derechos de autor por los libros escritos no podían cobrar la pensión de jubilación por la que habían cotizado durante toda su vida profesional.

Fueron años de lucha, encontronazos legales con la Administración, privacidad de sus pensiones a los afectados, juicios de por medio, que ganaron, y a la larga se reconoció legalmente que dichos autores tenían derecho a cobrar su pensión al tiempo que sus posibles derechos de autor, pagando, lógicamente, los impuestos que marca la ley.

Otro caso que he conocido, y que me ha afectado directamente, ha sido el del mundo de los actores y actrices. Estando encuadrado en la Unión de Actores de Madrid desde mi jubilación como periodista, tenía que aceptar las condiciones marcadas por la ley, y una de ellas era la imposibilidad de cobrar la pensión, después de haber cotizado durante más de cuarenta años como periodista y profesional de artes gráficas; y trabajar ya jubilado como actor y cobrar por ello. En este caso, se descontaba la pensión del día, más la parte proporcional de las pagas.

Afortunadamente, y después de años de lucha y reivindicaciones, en febrero de 2023 se aprobaba el llamado Estatuto del Artista, que entraría en vigor en abril de dicho año, mediante el cual, en caso de estar jubilado y ser actor se puede trabajar como tal y al mismo tiempo cobrar la pensión que en cada caso corresponda.

Eso sí, haciendo todo legalmente, firmando un contrato de trabajo, como se hace, pagando los impuestos que marca la ley y reflejando todo, además de en el contrato, en la siguiente declaración de la renta. A todo esto hay que añadir que o bien el representante, o la agencia que te representa, te cobra aparte el veinte por ciento de lo recibido por tu trabajo.

Algunos dirán que con esta competencia se le puede intentar quitar el puesto de trabajo a otros actores más jóvenes, pero en este mundo del cine, la televisión, los documentales, el mundo de la imagen en general, se eligen los tipos, prototipos, ya sean hombres o mujeres, de lo que se quiere plasmar en la pantalla. Y es difícil, cuando no imposible, que a un actor o actriz de cuarenta años, por ejemplo, le den para interpretar el papel de un abuelo de setenta. Entre otras cosas, porque ya a simple vista no resultaría creíble…

Refiriéndose a este mundo de la farándula, decía textualmente hace un par de meses una directora o guionista de cine que «algunos de los que aparecen en la alfombra roja no llegan a fin de mes…».

Y eso es exactamente lo que sucede en la realidad en este mundo de la farándula, que solo se ve el «glamour», la parte del photocall, la imagen del momento recién maquillado, pero la vida real es muy distinta, porque a la hora de la verdad los que viven en esta y de esta profesión están esperando a que suene el teléfono… cuando suena. Y cuando se llega a la edad de la jubilación, ¿cuántos años se han cotizado?

Frente al edadismo y el hecho de intentar por parte de algunos arrinconar a las personas mayores, de mandarlas al desván de la vida, existen ejemplos maravillosos que hacen pensar que, pese a los años, las ilusiones permanecen, y que estarán al pie del cañón mientras el cuerpo aguante.

Tengo anti mí la portada de la publicación XL Semanal correspondiente a octubre del pasado año, en la que aparecen tres «actrices inoxidables», dice la publicación, ya que «con más de ochenta años siguen al pie del cañón»: se trata de María Luisa Merlo, Marisol Ayuso y María José Alfonso, quienes a su edad no paran de trabajar.

En esta ocasión, el director Paco Arango las ha juntado en su película «Mi otro Jon». Tres actrices con solera y mucho humor que, como ellas dicen, se han ganado el derecho a hacer lo que les dé la gana. Porque la vida sigue y las ilusiones y proyectos permanecen…

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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