Sexta jornada histórica este 7 de marzo con el comienzo de una huelga general reconducible y el bloqueo de refinerías de petróleo, zonas industriales, estibadores, metalurgia y sector de la energía, nuclear, gas, electricidad, universidades, transportes aéreos, ferroviario o por carretera, etc. Bloqueos así mismo en las autopistas con el retorno de los «gilets jaunes» que ocupan las glorietas en los cruces. El sector de la cultura y los sindicatos de periodistas han convocado también a partir de hoy huelgas reconducibles.

Se trata pues de una huelga general interprofesional que amenaza con extenderse en los próximos días si el presidente Emmanuel Macron no retira su proyecto sobre endurecer las condiciones de jubilación de los franceses. Las manifestaciones han sido masivas en más de trescientas ciudades francesas. Setecientos mil manifestantes en París según fuentes sindicales. Tres millones y medio en todo el país. Una participación muy superior a la del pasado 31 de enero.

El pulso social entre el frente unido sindical y el presidente Macron ha empezado hoy y proseguirá con huelgas y bloqueos reconducibles en los próximos días, empezando por este 8 de marzo, jornada internacional de la lucha por los derechos de la mujer.  Cabe recordar que las mujeres y los trabajos penosos son los sectores más penalizados con el proyecto Macron de prolongar hasta 64 años la edad de la jubilación. Por cierto que, si la patronal respetara la igualdad salarial entre hombres y mujeres, la recaudación de cotizaciones sería suficiente para resolver el pretendido déficit de las jubilaciones.

Las organizaciones de la juventud han convocado ya una manifestación en París este 9 de marzo, con el apoyo de la intersindical que por su parte convoca una nueva jornada de protesta ciudadana el 11 de marzo y reclama en un comunicado ser recibida urgentemente por el jefe del Estado.

Minoritario en el parlamento, minoritario en la calle, el gobierno de Emmanuel Macron se obstina en su tacita alianza con la extrema derecha para imponer una reforma de las jubilaciones injusta y brutal, que aparece no como una necesidad económica sino como una opción ideológica para satisfacer a los inversores de las multinacionales y a sus accionistas.

Su pretendida «reforma» es en realidad el símbolo y la garantía que la marioneta Macron da a las finanzas internacionales de que proseguirá con su anunciada destrucción de todas las conquistas sociales obtenidas en Francia desde 1945. Lo que implica destrucción de servicios públicos, privatizaciones a ultranza, y desmantelamiento paulatino de la seguridad social y del sistema de jubilaciones.

Pero Macron ha perdido ya la batalla de la comunicación, tanto en el debate parlamentario, gracias a la acción de los 150 diputados de la NUPES (Nueva Unión Popular Ecológica y social), como en los medios informativos predominantes obligados de reconocer que la mayoría de los franceses no quieren esa «reforma injusta y brutal». El frente sindical por el momento es unánime y se mantiene unido. La discusión prosigue en el senado y deberá luego volver a la Asamblea nacional.

Las mentiras gubernamentales han sido bien explicadas y entendidas por la población. El único déficit del sistema de jubilaciones es el que provoca el propio gobierno al congelar los salarios y disminuir las cotizaciones sociales que son las que permiten el pago de las pensiones con un dispositivo solidario entre generaciones y controlado por los interlocutores sociales.

Con la llamada unánime de la intersindical a una huelga general reconducible que ha empezado este 7 de marzo paralizando sectores claves de la economía nacional, los sindicatos esperan que Macron retire pura y simplemente su «reforma de las jubilaciones» y escuche por fin la opinión de la mayoría del pueblo francés.

Su actitud autoritaria de pretendida desenvoltura y desprecio de la movilización popular está provocando la parálisis económica del país, y una posible explosión social de la que él será el único responsable, y de la que deberá rendir cuentas un día u otro.

Desde que se obtuvo en Francia la jubilación a los sesenta años en 1982, los sucesivos gobiernos han ido recortando esa conquista social en los últimos 35 años. Tras el fracaso de su reforma de «jubilación por puntos» que buscaba destruir el sistema solidario actual, y viendo la puerta cerrada, Macron ha vuelto ahora por la ventana para debilitar y empobrecer a los jubilados, mientras busca favorecer un sistema paralelo por capitalización.

Su ataque contra los «regímenes especiales» de ciertas profesiones obtenidos en compensación de la penosidad laboral, es tanto más escandaloso cuando Macron y la derecha defienden con uñas y dientes los propios privilegios de militares, policías, diputados, senadores, ministros y exjefes del Estado jubilados, que gozan de verdaderos regímenes especiales.

Una jornada histórica este 7 de marzo que esperemos haga ceder a Macron, como en 1995 cedió también el irreductible y arrogante gobierno de Alain Jupé. Todo dependerá de la determinación de las bases sindicales, para empujar a sus dirigentes manteniendo con firmeza el combate y la unidad sindical. 

Julio Feo Zarandieta
Periodista profesional en Francia desde 1976. He trabajado durante 35 años como periodista (Responsable de edición y critico de cine) en el servicio en castellano de Radio Francia Internacional. Pero también como corresponsal en París de diversos diarios y semanarios españoles y critico en Cine Classics (canal plus). Jubilado desde el 2013, escribo ahora en Periodistas en español y en Aquí Madrid. Miembro del Sindicato Francés de la critica de cine y de Fipresci, he cubierto numerosos festivales de cine internacionales, muy especialmente Cannes y San Sebastián. Militante antifranquista en los años sesenta, resido en Francia desde 1974, fecha en que me acordaron el asilo político. Hoy en día tengo la doble nacionalidad hispano francesa.

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