Coincidiendo con el fin del confinamiento debido a la crisis sanitaria, ante la masiva manifestación antirracista del pasado 13 de junio, para la que no se pidió autorización a nadie, y ante las movilizaciones sociales que se anuncian… el Consejo de Estado acaba de restablecer en Francia el derecho constitucional de manifestación.
Apenas saliendo del confinamiento que ha paralizado el país durante dos meses, y sin esperar la autorización del poder para manifestarse, las primeras protestas del personal hospitalario han exigido transformar los aplausos de la opinión publica en medidas concretas de aumentos salariales, revalorización de carreras del personal sanitario y aumento de efectivos y de medios.
Una movilización general ha tenido lugar este martes 16 de junio en Paris y en numerosas ciudades de Francia, mientras el gobierno prosigue su presunta concertación con los sindicatos en el denominado “Segur de la sanidad”.
Masiva manifestación contra el racismo y la violencia policial
Esta movilización social viene precedida en Francia por la multitudinaria manifestación antirracista y contra la violencia policial, del pasado 13 de junio, convocada por el comité de defensa de Adama Traoré, muerto hace cuatro años por estrangulamiento a manos de la policía en el momento de su detención.
El impacto internacional de la muerte de George Floyd y la poderosa movilización anti racial en los Estados Unidos conmovió también en Francia, en donde decenas de miles de personas en Paris y en provincias se manifestaron contra la violencia policial y el racismo. Traoré en Francia, como Floyd en Estados Unidos, falleció a manos de policías que lo neutralizaron con la denominada «técnica de estrangulamiento».
El sábado pasado en Paris, 150.000 manifestantes, según los organizadores, 15.000 según la policía, desafiaron el confinamiento, pidieron justicia para Adama Traoré, condenaron pacíficamente los comportamientos racistas señalados en el seno de la policía antidisturbios, así como la violencia policial que sufren muy particularmente los barrios populares, con mayoría de población multiétnica.
La violencia policial y la discriminación étnica o racial en los controles policiales, es denunciada en Francia regular y sistemáticamente desde hace muchos años, provocando a menudo violentas reacciones en las barriadas afectadas por esa discriminación. En estos últimos años hemos asistido, paralelamente a ese fenómeno, a un reforzamiento en Francia de la violencia y la represión policial y jurídica contra el movimiento sindical y social, y ulteriormente contra el movimiento de los chalecos amarillos.
Inquietante «criminalización» de la protesta social y sindical
Las manifestaciones masivas contra la ley trabajo fueron el comienzo de una política de «criminalización» de la protesta social, iniciada ya con Manuel Valls y reforzada con la llegada de Emmanuel Macron al poder y de Christophe Castaner al ministerio del Interior.
La participación de la BAC (brigada anticrimen) en la represión de las protestas sociales es un fenómeno nuevo e inquietante, que ha reforzado el sentimiento de impunidad en la represión policial y reforzado las tendencias mas ultraderechistas de la policía nacional en Francia.
Con su respuesta represiva policial y jurídica tanto en los barrios populares, como en las manifestaciones sindicales contra la ley trabajo, contra la «reforma» de las pensiones, en las protestas ecológicas o de los gilets jaunes (chalecos amarillos), el gobierno ha dado alas a esa facción racista y ultraderechista de la policía, cuya desproporcionada violencia ha sido denunciada regularmente en Francia y ante las organizaciones internacionales.
Conviene señalar que ese comportamiento, indigno de una policía republicana, que se debe al servicio de la población, es defendido con uñas y dientes por Marine Le Pen y su partido RN. Según Le Pen, al igual que Macron, «no existe en Francia ninguna violencia policial desmesurada e injustificada».
La participación de la BAC en la represión de manifestaciones ciudadanas resulta tanto mas chocante cuanto que los recientes acontecimientos en Dijon y Niza, (enfrentamiento entre bandas mafiosas rivales de chechenos y magrebíes) muestran el fracaso de esa misma policía en su lucha contra el trafico de drogas y el crimen organizado, lo que debería ser su verdadera vocación.
Los escandalosos mensajes racistas difundidos en las redes sociales por un colectivo de cerca de ocho mil policías, pero sobre todo la sorpresiva y masiva movilización antirracista del sábado pasado, con participación de numerosos jóvenes y de una población multiétnica, obligaron finalmente al gobierno a reaccionar y salir de su mutismo.
El titular de Interior condenó el racismo y anunció que pondrá termino a las técnicas de estrangulamiento en el control policial, aunque pocas horas después dio marcha atrás ante la presión de las facciones más derechistas de la policía nacional.
De la violencia policial a la violencia social
A renglón seguido, el presidente Emanuel Macron pronunció este lunes un vacío y demagógico discurso difundido por la televisión. Declaración de ditirámbica autosatisfacción, de gran ambigüedad sobre el racismo y la violencia policial, anunciando el fin del confinamiento en Francia. La movilización social vuelve ahora a recordarle sus promesas incumplidas y la desastrosa realidad de sus tres años de mandato presidencial.
De las manifestaciones contra la ley trabajo, al movimiento de los gilets jaunes, la movilización contra la anunciada destrucción del actual sistema de pensiones, las manifestaciones contra la violencia policial, la protesta de la juventud ecologista contra la destrucción del planeta, las manifestaciones antirracistas, contra la violencia policial, las múltiples luchas sociales como la de los ferroviarios, transportes públicos, personal sanitario y educación nacional… y la controvertida gestión de la crisis sanitaria, los tres años transcurridos de presidencia de Emanuel Macron, dejan un balance desastroso de profunda fractura social, entre por una parte las clases populares y las clases medias, y por otro ese «presidente de los ricos» que sigue obstinado en su denegación y autosatisfacción.
Como lo ha reiterado el socialista critico y exinspector laboral Gerard Filoche, «si Francia ha resistido bien frente a la pandemia, ha sido gracias a la protección del dispositivo de indemnización del paro y de la protección de la seguridad social que Macron quería destruir». Esa protección social ha permitido limitar la crisis durante la pandemia, pero con la vuelta al galope de la «normalidad neoliberal» se cierne ahora la amenaza de despidos, eres y anunciadas reestructuraciones en las empresas, que han recibido sin embargo ayudas estatales.
Movilización nacional en defensa del Hospital publico[1]
Decenas de miles de manifestantes han participado este 16 de junio de 2020 en la gran movilización nacional de apoyo al personal hospitalario. En Paris, Marsella, Burdeos, Nantes, Limoges, Toulouse, Montpellier, Clermont Ferrand, Bayona, Grenoble, Estrasburgo, etc., en total mas de doscientas manifestaciones respondiendo al llamamiento de las organizaciones sindicales del sector de la sanidad publica.
Iniciada en perfecta calma la importante manifestación parisina (probablemente el doble de los 18.000 manifestantes contabilizados por la policía) ha confluido hasta la explanada de Inválidos, en donde una vez mas la policía antidisturbios ha utilizado su conocida estrategia de la tensión, respondiendo a presuntas provocaciones de un puñado de «elementos incontrolados» y dispersando a los manifestantes con gases lacrimógenos mientras procedía a diversas y violentas detenciones.
Es urgente que el jefe del Estado y su gobierno den una respuesta clara y precisa a las reivindicaciones de ese personal sanitario, que Macron calificó como «héroes» y que su policía dispersa ahora con gases lacrimógenos.
Hasta la fecha la «concertación de Segur» no ha desembocado en ningún anuncio concreto de aumento salarial, ni de aumento de efectivos y reforzamiento de los medios con que cuenta el hospital público. A las medallas y a la «prima» prometidas por Macron, el personal hospitalario ha contestado con un pliego de reivindicaciones (manifeste des soignants) que siguen pendientes de respuesta.