Hoy ya casi nadie pone en duda que la fotografía es un arte a la altura de la pintura, la escultura, el grabado y otras manifestaciones. Los macrogéneros en los que viene expresándose la fotografía, el informativo, el documental y el artístico, han alcanzado tal grado de expresión emocional y creativa que puede decirse que en todos ellos late un sentimiento que va más allá de las imágenes con las que se manifiestan.
Una actividad que nació para mantener el recuerdo de los seres queridos y dar testimonio de lo que ocurría en el mundo en las páginas de periódicos y revistas, que fue y es una herramienta para denunciar abusos e injusticias, hoy es también, en todos sus formatos, una manifestación de creatividad artística. Así lo han entendido los museos, las galerías de arte y las fundaciones, que ya tienen entre su patrimonio fondos fotográficos que forman parte de colecciones permanentes o se exponen periódicamente en muestras cada vez más frecuentemente itinerantes.
Las fotografías de Robert Capa, de Agustí Centelles, de Ramón Masats, que ilustraron las noticias de su tiempo; las imágenes de Lewis Hine, de Dorothea Lange, de Francesc Català-Roca, que sirvieron para denunciar el trabajo infantil, la explotación y dar testimonio de la vida y de la sociedad de su tiempo, son hoy joyas de museo que suscitan interés histórico y testimonial y que se muestran ya como creaciones que forman parte del patrimonio cultural y artístico de una comunidad.
La prueba de que la fotografía es un arte podemos verla en esta exposición del colectivo «Un instante», que ha reunido trabajos monográficos de nueve fotógrafos que, cada uno en su especialidad, han conseguido ir más allá del testimonio gráfico de un instante para transformar las imágenes de sus fotografías en expresiones de alto valor estético, en obras de arte, por decirlo de una manera explícita.
La fotografía arquitectónica es un género con una tradición que viene desde los primeros años de la historia de la fotografía. Un género de difícil ejecución que Julio Castellanos transforma aquí en una verdadera muestra de creatividad artística, donde cualquiera de sus imágenes puede considerarse como una auténtica obra de arte. Como se reseña en el catálogo de esta exposición, Castellanos potencia en sus obras la simetría, la armonía y la belleza de las construcciones, para lo cual presenta dos fotografías de cada elemento con estéticas comunes.
Si hay algo que es difícil de captar en una fotografía son las emociones y los sentimientos de las personas que pueden transmitir al espectador empatía con los protagonistas de esas imágenes. Ana Román lo consigue a través de rostros que emanan júbilo y simpatía, nostalgia y éxtasis, timidez y desgana… en los que transmite emociones y sentimientos que refleja teniendo como guía el abecedario.
Juan Lozano ha captado primeros planos de escritores y escritoras en fotografías tomadas en distintas ediciones de la feria del libro de Madrid, aunque el escenario nunca se muestra. Relacionando Literatura y Fotografía ha elegido a diez escritores cuya obra conoce para transmitir en sus rostros no sólo sus rasgos físicos sino que, a través de estas imágenes, también penetrar en su sicología.
A la manera de otros grandes fotógrafos que han captado las escenas de la vida cotidiana de su época, Vicente Galocha ha congelado instantes de personas corrientes en sus trabajos, disfrutando de un momento de ocio, ocupados en sus hobbies o en sus vacaciones. Todas se relacionan con la street photography, un género practicado por todos los grandes fotógrafos.
Una excelente prueba de que la fotografía es también una manifestación de expresividad artística es la obra de Amelia Robledano, con imágenes de composiciones minimalistas en la más expresiva identificación con las obras de arte de este género. Son composiciones sencillas, en blanco y negro, donde las luces y las sombras se combinan con los diferentes tonos de grises para resaltar las composiciones.
José María Alfranca e Isabel Forcén muestran en sus obras dos aspectos de una misma naturaleza centrados en dos manifestaciones diferentes. Por un lado los efectos que pueden producirse cuando se desatan sus fuerzas y por otro las relaciones con la ciudad, unas veces en perfecta connivencia y otras en formas invasivas.
Otra manifestación de la naturaleza, el agua como elemento fundamental y protagonista, se refleja en las fotografías de Mayte Picot que, acudiendo a la memoria de los paraísos de la infancia, hacen reflexionar al espectador sobre la presencia de este elemento en un momento en el que sequías y derroches auguran tiempos difíciles.
La fotografía que ha servido para denunciar situaciones de abuso y explotación, de injusticias y abusos de poder, está aquí representada por la obra de Luis Manglano, centrada en el grave problema que sufren los pobladores de la Cañada Real de Madrid, privados desde hace años de un elemento tan esencial como el suministro eléctrico, y las consecuencias que lleva consigo una situación intolerable en nuestros días. Cuatro mil personas, de las que 1800 son niños, a pocos centenares de metros del centro de Madrid, son privadas en sus casas de un bien de primera necesidad con el que hacer frente a tórridos veranos y gélidos inviernos.
La obsesión de Henri Cartier-Bresson era la de captar el instante preciso para eternizarlo. Para este fotógrafo había un momento decisivo que había que atrapar para que la fotografía tuviese todo su valor expresivo y emocional. Toda la obra de este fotógrafo consistió en fijar la poesía de ese instante. Es de agradecer que el colectivo «Un instante» decidiese tomar prestado este nombre para homenajear este principio de uno de los mejores fotógrafos de la historia.
- TÍTULO. Colectivo Un Instante
- LUGAR. Sala Meraki. Ercilla 30 (Embajadores)
- FECHA. Hasta el 2 de mayo