El entorno es emblemático. El patio central del Palacio del Condestable, en pleno centro histórico de Pamplona, es una joya de la arquitectura navarra del siglo dieciséis. Austero como el flamenco. Las sillas de dos en dos, con separación de dos metros, como es de rigor.
Los conciertos del Condestable, hoy en día centro cultural Civivox, tienen ese algo íntimo e histórico. Ahí han estado, desde el 27 al 30 de agosto de 2020, la guitarrista Antonia Jiménez, el cantaor Rafael de Utrera acompañado del guitarrista El Perla, el guitarrista de culto Víctor Monge Serranito y el especialista creativo de la armónica, Antonio Serrano. Cuatro conciertos de los que dejan huella.
Antonia Jiménez
Podría decir en sus agradecimientos como Camilo José Cela: «A mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera». Antonia Jiménez, concertista en solitario en Pamplona, merece estar entre el grupo selecto de concertistas de guitarra, porque ella ha sido la creadora por antonomasia de la imagen de mujer guitarrista flamenca, ¡nada menos!. Tiene su sello de distinción, es compositora, arreglista, investigadora, muy trabajadora como ella misma se define. Está donde está porque se lo ha currado a fondo.
Concierto intimista con las composiciones que aparecerán en su primer trabajo discográfico, que en febrero de este año pensaba presentar en el Festival de la Guitarra de Córdoba…el primer festival que se suspendió poco después. Ahora me dice que pronto estará en el mercado. También ha incluido algunas nuevas que ha creado durante este ya largo periodo sin trabajo.
Asombra su capacidad de concentración en lo que está haciendo, ver en sus expresiones faciales cómo se emociona desde sus adentros. Hemos estado siguiendo durante su concierto algo en lo que es especialista, sus juegos con ritmos.
No ha faltado en el concierto esa mariana histórica que narraba la vida nómada de los gitanos y que ella ha rescatado y armonizado a ritmo de tanguillos y bulerías. Ni la petenera Materna. Ni su primera composición, un tanguillo por el que siente especial cariño. Por granaínas y por tarantas. Por soleá y por alegrías que para eso es de Cái, del Puerto de Santa María.
No me resisto a comentar una anécdota. En la entrada del Condestable, dos señoras bastante despistadas preguntaron a un colega que estaba por allí por el espectáculo que se iba a ver. Respuesta: «Una señora que toca la guitarra». ¿Si hubiera sido un hombre, habría dicho «un señor que toca la guitarra?» ¡Apuesto a que no!
Rafael de Utrera
Este cantaor de apariencia humilde es uno de los más reconocidos a nivel internacional. Paco de Lucía le cambió la vida artística –como a tantos otros – contratándole para una gira mundial. Es el cantaor de culto en los conciertos de Vicente Amigo. Tiene premios. Es uno de los cantaores que van haciendo historia como protagonista, acompañado por guitarras tan especiales como la que le acompaña esta tarde, El Perla, que merecería una reseña para él solo. Habrá ocasión.
En su concierto del Condestable, ha quedado claro por qué es la musa cantaora de artistas como Vicente Amigo. Dio una lección de su versatilidad, cambiando de registros vocales con una inmensa facilidad. Y de lo que es un maestro, esa profundidad cantaora que más allá de transmitir, transporta.
En el concierto, como en todos los conciertos de este año, hubo homenaje a Sabicas, volvió a estar presente García Lorca con La Tarara, emocionó al límite por soleá y por seguiriyas. Fue más festero que nadie por fandangos y por alegrías, se puso en pie para cantar en solitario por tonás, el cante madre y padre de los cantes flamencos.
Terminó con una serie por bulerías y cañas.
Conciertos íntimos en ese patio ideal para esta clase de conciertos, con los artistas cercanos al público. Como en los tiempos iniciáticos, tan caros a Rafael de Utrera y a su compañero El Perla.
Víctor Monge Serranito
Forma parte de ese pequeño grupo de elegidos que han hecho historia de la guitarra. Víctor Monge Serranito es un madrileño universal, que empezó haciéndose a sí mismo desde niño, luego aprendiendo de grandes maestros y desde hace muchos años, él mismo maestro concertista. Un virtuoso de la armonía, el tempo, la precisión rítmica. Un sabio de las seis cuerdas. Merece la pena asomarse a su impresionante currículo y empaparse de todo lo que ha creado, de hasta donde ha llegado y por qué. Escucharle desde una distancia al alcance de la mano es un privilegio. Hace un discurso previo con la referencia de cada uno de sus toques.
Toca un tango que dedica al maestro Sabicas. Los toques flamencos se entretejen de toques clásicos, de temas tradicionales y composiciones propias. Sonidos vibrantes que emocionan al límite. No hay quien despegue los ojos de sus dedos, mano derecha y mano izquierda. Todos los registros de la guitarra en un concierto de poco más de una hora.
No es frecuente escuchar a la guitarra Los cuatro elementos, con los estados cambiantes del agua, el trino de las aves, los temblores de la tierra y sus silencios y el fuego de las entrañas terrestres en una clave flamenca indescriptible. Como sus arreglos de los Recuerdos de la Alhambra. Y sobre todo su discurso por palos, hitos de sabiduría flamenca. De lo mejor que se ha visto y escuchado en este festival.
Antonio Serrano
Estuvo en el cuarteto Veinte veinte, con Carmona, Colina y Barrueta en el teatro Gayarre. Esta tarde del 30 de agosto, en el último concierto del Civivox Condestable, este madrileño ha hecho época, haciendo un discurso de su maestría musical con una armónica asociada a un pequeño teclado. Jazz, flamenco, música clásica, blues.
Hay pocas cosas que no haya estudiado. Un día de hace años, el maestro Larry Adler lo contrató para un concierto de las Naciones Unidas en París, junto a Barbara Hendricks y Plácido Domingo. Ese fue su despegue internacional como armonicista clásico. Más tarde descubrió a Louis Armstrong y ahí empezó su historia de amor con el jazz. Los flamencos le llamaron para diversificar sus conciertos. Tiene una gran carrera en solitario. En fin, es un maestro mundialmente reconocido en su género.
Y esa tarde le teníamos ahí, a la pequeña distancia que había desde el estrado a la fila tercera de sillas. Ilustrando cada pieza con su historia, desplegando cercanía, humor y empatía a raudales. Un concierto que quizá fue lo mejor del festival, un hombre solo con su armónica y teclado, se metió en el bolsillo desde el primer minuto a una audiencia en este caso limitada, pero hubiera pasado lo mismo en una plaza de toros.
Hizo un recorrido a través de su carrera e influencias, puso de relieve todas las asombrosas capacidades expresivas de su instrumento combinadas con el teclado. Allí estuvieron varias cosas de George Gershwin, entre ellas una versión exclusiva de Summertime, las hermosas reminiscencias árabes de la Alhambra de Isaac Albéniz, música popular asturiana, música country, rock, jazz… Una clase magistral a nivel de maestría.
Con Antonio Serrano terminó esta inolvidable serie de conciertos en la intimidad de ese patio austero de un palacio renacentista. Con o sin pandemia, -mejor sin pandemia- esperemos que estos conciertos, nuevos en esta edición dedicada al Eterno Sabicas, continúen para siempre.