Estreno en Madrid de Cantaora para el festival Flamenco Madrid del ayuntamiento capitalino, por Esther Merino, cantaora extremeña que hizo historia en varios concursos del Cante de las Minas de la Unión, ganando premios por varios palos mineros, finalista en al menos dos ediciones y finalmente ganadora de la codiciada Lámpara Minera en 2022.
Lástima que fallara el sistema de sonido en la Sala Jardiel Poncela de Teatros Fernán Gómez. En mi experiencia no había precedentes de tal cosa en la Jardiel Poncela. Es de suponer que hicieran una prueba previa, pese a lo cual, el volumen fue altísimo, sin ecualización, los tímpanos no resistían más. Los agudos que son muchos en la potente voz de Esther se clavaban como agujas. Lamentable.
Esther Merino, acompañada por la guitarra de Niño Seve y las palmas de Roberto Jaén y Dani Bonilla, quiso poner de relieve toda su tradición extremeña, un flamenco con sello e identidad propia, con amplio recorrido por palos de todas las canteras, empezando por cantes de Levante que ella tanto ha prodigado en La Unión; tonás, soleá, seguiriya, malagueñas, tangos, alegrías, fandangos y bulerías, más o menos en este orden. Para ello se vistió de fiesta, de color fucsia, largos pendientes en cruz y zapatos con brillos.
Ella quiso ser íntima, cosa fácil en la Jardiel Poncela, tan cercana al público. Ella quiso ser sensible con las fuentes flamencas. Ella quiso revivir las doctrinas de Mairena, Caracol, el poderío de La Paquera, el embrujo de La Cañeta, la gracia de Chano Lobato y Mariana Cornejo, el estilo de los Pavón, el hermetismo de Platero de Alcalá y el filón minero de Pencho Cros y Encarnación Fernández, todo ello sin dejar de ser embajadora de su tierra, depositaria de una expresión cantaora llena de sabor y elegancia.
Esther Merino sabe cantar, pero por obra y gracia del más que sonido, ruido, en esta ocasión su buen cante se quedó en intenciones. Demasiados micrófonos, demasiado volumen, olvido de ecualizadores, en una sala pequeña, íntima, que necesita muy poco para sonar bien, porque la condición acústica es buena.
Lástima de ocasión perdida, nada menos que en Madrid, nada menos que en un festival de referencia.