Paco Pastoriza

Los felices años veinte comenzaron en los Estados Unidos impulsados por la prosperidad económica que se registró en este país al finalizar la Primera Guerra Mundial. América sustituyó como primera potencia al Reino Unido y a los países europeos que, como Francia y Alemania, habían quedado destruidos y fuertemente endeudados.

Gracias a la influencia que EE.UU. ejerció en el viejo continente la prosperidad se extendió también a Europa. El nuevo espíritu de la modernidad llegaba con los adelantos técnicos, los cambios en las costumbres y la necesidad de disfrutar de la vida para olvidar dramas pasados. A través del cosmopolitismo y la seducción la nueva sociedad trataba de demostrar que había superado el trauma de la guerra.

Los orígenes de la sociedad de consumo

Fue en esta década cuando en la nueva sociedad de masas se inició el fenómeno del consumismo. Un consumismo fomentado por nuevas técnicas financieras como la venta a plazos y los préstamos personales, que los bancos ofrecían con grandes facilidades de pago y que impulsaron las compras de electrodomésticos, automóviles y viajes de vacaciones en los nuevos medios: trasatlánticos, aviones y zepelines recorrían el país de costa a costa y ponían al alcance de las clases medias los viajes turísticos transoceánicos. Gracias a la innovación tecnológica la Ford sembró las calles de nuevos modelos de automóviles, más baratos gracias a su fabricación en cadenas de montaje.

En este contexto fue determinante el papel de los medios de comunicación. El cine mudo divulgaba las nuevas formas de vida de la sociedad, y la publicidad en la radio y en las revistas ilustradas promocionaba el consumo de los nuevos productos. En esos años se construyeron algunos de los grandes rascacielos que aún hoy simbolizan el poder de una Norteamérica en expansión en la que la actividad económica rebajó los índices de paro a su expresión mínima. La buena marcha de la economía puso freno a la tendencia izquierdista del movimiento obrero y a la fuerza de los grandes sindicatos y canceló las expectativas contempladas en algunos círculos intelectuales sobre la expansión del comunismo soviético en los Estados Unidos.

Arte y cultura

Raymond Hood: edificio American Radiator en NY
Raymond Hood: edificio American Radiator en NY

Estos años registraron una gran actividad en los campos del arte y la cultura, orientados sobre todo al consumo de los nuevos productos.

Así, el Art déco presentaba sus obras más para la decoración de los nuevos hogares de la alta burguesía que para el goce estético o la reflexión y la denuncia. Un arte que giraba en torno a la ciudad y el urbanismo, elegante y funcional, opuesto al Art nouveau, crítico con el sistema.

Un arte decorativo y opulento surgido como reacción a la austeridad provocada por la guerra y que consagró a Tamara de Lempicka, Louis Süe, Diego de Rivera y a arquitectos como William van Alen y Raymond Hood, responsables del diseño del rascacielos Chrysler y del Rockefeller Center de Nueva York, que dieron a conocer en todo el mundo la estética de la Escuela de Chicago, que en París dio lugar a edificios como la Piscina Molitor y la Porte Dorée, aunque en Europa durante aquellos años se extendían las propuestas utilitaristas de la arquitectura Bauhaus.

La llamada Generación perdida norteamericana (Faulkner, Dos Passos, Hemingway, Erskine Caldwell, Scott Fitgerald) fue, fundamentalmente desde París, donde muchos se establecieron durante esos años, una voz crítica a través de la literatura. Novelas como “París era una fiesta”, “Las uvas de la ira”, “Manhattan Transfer”, “El gran Gatsby”, narraban el auge y la tragedia de la década a miles de lectores que las consumían con fruición y que dieron lugar al nacimiento de un nuevo concepto literario, el best-seller.

La literatura de denuncia estaba representada en Europa por Bertolt Brecht, Alfred Döblin y Hermann Hesse, pero el continente registró también durante estos años uno de los fenómenos más importantes de la historia de la cultura, conocido como ‘El espacio de Viena’. A lo largo de la década escribieron o publicaron algunas de sus obras Marcel Proust, James Joyce, Thomas Mann, Kafka, Robert Musil, Hermann Broch

En el viejo continente, en el periodo de entreguerras, aparecieron también nuevas vanguardias como el dadaísmo y el surrealismo de André Breton, y se afianzaron otras como el constructivismo soviético y el futurismo de Marinetti, que se identificaron con las nuevas ideologías totalitarias.

Fiestas, música y espectáculos

Rita Hayworth
Rita Hayworth

Además del auge de ciertos deportes como el baseball, el baloncesto y el boxeo, que abarrotaban los estadios de masas de aficionados, los espectáculos como el cine, el teatro y también los cabarets, music-halls y clubs de alterne se vieron de pronto frecuentados por multitudes atraídas por las nuevas costumbres y por la moda puesta en circulación por las estrellas del star system de Hollywood.

Las actrices ofrecían una imagen envidiable de la nueva mujer del siglo XX: urbana, trabajadora, con capacidad adquisitiva, que fumaba en público, usaba pantalones y bebía alcohol en fiestas y reuniones sociales. Una mujer que lucía nuevos peinados a lo garçon y se vestía con los modelos de una alta costura que promovía el uso de faldas hasta las rodillas, escotes abiertos y brazos al aire y fomentaba una industria en la que, de la mano de Coco Chanel, emergieron las maniquíes, transmutadas con el tiempo en top models. Una nueva ideología promovida desde los ensayos de Margaret Mead alumbraba los orígenes del feminismo.

En las bulliciosas salas de fiesta de América se bailaba al son del los estilos de jazz de Chicago, Nueva York y Nueva Orleans y de sus variantes, el ragtime y el boogie woogie, mientras en Europa arrasaban el charlestón y el foxtrot, y en todo el mundo el tango, un baile de explícitas connotaciones sexuales.

Cotton Club, NY, 1929
Cotton Club, NY, 1929

En 1920 se inauguraba el Cotton Club en el barrio neoyorkino de Harlem, un espacio mítico que acogía a los grandes músicos negros y a las mejores big bands del país. Nombres como Louis Amstrong y Duke Ellington en América y Maurice Chevalier, Josephine Baker y vedettes como La Mistinguett en Europa, se consagraron a la sombra de los nuevos géneros, en los que se consolidaba la figura del ídolo de masas, intérprete de una música popular que impulsó una floreciente industria discográfica.

En los Estados Unidos los movimientos puritanos criticaban los excesos de la nueva sociedad y su influencia en las costumbres de la América profunda, y consiguieron de las autoridades medidas represivas como la instauración de la ley seca, la prohibición de fabricar y vender alcohol, que propició el nacimiento de nuevas formas de delincuencia organizada en mafias.

Gran Depresión 1929 1941
Gran Depresión 1929 1941

El fin del sueño americano

Pero esta prosperidad iba a tener un final trágico. Con la aparición de nuevos métodos de ganar dinero, como la adquisición de acciones de empresas que cotizaban a un alza que parecía imparable, influida por la euforia inversionista, mucha gente empezó a invertir en bolsa incluso pidiendo créditos y endeudándose hasta límites irrazonables. Cuando las acciones pararon de subir la gente empezó a venderlas para perder lo mínimo, contagiando a los inversores y haciendo que bajaran a un ritmo frenético.

El 29 de octubre de 1929, una fecha conocida como el martes negro, las bolsas se desplomaron y empresas y particulares pasaron en veinticuatro horas de la opulencia a la ruina. Los días siguientes cerraron miles de empresas, millones de trabajadores se vieron en el paro y la expansión del pánico provocó numerosos suicidios entre los inversores arruinados.

Este acontecimiento, conocido como el Crac del 29, fue el origen de la Gran Depresión, la crisis más grave registrada por la economía mundial en el siglo XX. Una crisis que se extendió a todo el mundo a causa del papel que desempeñaban los Estados Unidos como proveedores mundiales de mercancías y capitales.

En 1929 comenzaba una nueva era que en América sumió en la pobreza a grandes masas de población y en Europa liquidó la experiencia de la república de Weimar y dio lugar a la aparición de los totalitarismos y a la Segunda Guerra Mundial.

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