Los programas de la Sala Roja de la Suma Flamenca arrancaron en esta edición 2023 con un estreno absoluto de viejos cantes y toques de hace un siglo, por una cantaora y un guitarrista mundialmente reconocidos, amigos y cómplices, ella la actual matriarca de la saga Morente, Estrella y él Rafael Riqueni, el mayor virtuoso de la guitarra flamenca actual y exquisito compositor, el sucesor más cercano a Paco de Lucía en el camino de la innovación musical de las seis cuerdas.
La idea de Antonio Benamargo de poner como lema de esta Suma Flamenca «Crisol Flamenco», inspirándose en La Niña de los Peines, está dando muchos y sabrosos frutos, algunos ya reseñados aquí. «Estrella y Rafael» transmutaron en La Niña de los Peines y en el Niño Ricardo y evocaron a La Niña de la Puebla y al Niño de Marchena.
Una primera parte del concierto de inmersión en otro siglo, con Estrella vestida y peinada como La Niña, con sabio derroche de lunares y volantes, y peines en el pelo ondulado, recogido a la manera de aquellos años veinte y treinta, en los que el flamenco se hacía profesional por los cafés cantantes y con la ópera flamenca por los teatros.
Una época poco reflejada en el cine, un poco más en espectáculos flamencos, pero falta trascendencia nacional e internacional de una era de oro de artistas referentes del flamenco. Por eso se agradecen remakes como el de la noche del 31 de octubre en la Sala Roja, en la que Estrella Morente fue La Niña de los Peines y Rafael Riqueni el Niño Ricardo.
El mundo de Pastora Pavón Niña de los Peines (1890 – 1968) veía normal que una mujer, máxime si era gitana, no aprendiera a leer ni escribir. Tan normal como que empezase a trabajar, en este caso cantando, a los ocho años, sustituyendo a su hermano mayor en una caseta de la Feria de Sevilla. Y debutar en Madrid en el Café del Brillante a los once años, ser jurado en el concurso del Cante Jondo de 1922 en Granada.
Fue amiga de Ignacio Zuloaga, de Julio Romero de Torres, quien pintó su retrato; de Manuel de Falla, de La Argentinita, de Federico García Lorca, quién dijo de ella: «Juega con su voz de sombra, con su voz de estaño fundido, con su voz cubierta de musgo».
Compartió escenario con Antonio Chacón, Pepe Marchena, Manolo Caracol, Concha Piquer, Antonio Mairena, Juan Talega, con los guitarristas Niño Ricardo, Ramón Montoya, Melchor de Marchena …Tiene monumentos en la Alameda de Hércules de Sevilla, y en El Arahal monumento y espacio propio en el Museo de la Mujer en el Flamenco. Su marido Pepe Pinto, otro referente del flamenco, siempre la apoyó como la artista profesional que era.
De sus cantes todos los palos, y sus favoritos los tangos, peteneras, bulerías y soleares. Fue la creadora de la bambera. Grabó doscientos cincuenta y ocho cantes en discos de pizarra recopilados en trece discos compactos. Su voz está declarada bien de interés cultural…
Esta y mucho más fue Pastora Pavón Niña de los Peines, la que Estrella Morente ha repuesto en escena con gran amor.
Era de esperar que Rafael Riqueni quisiera ser émulo en este concierto del Niño Ricardo, (1904-1972) considerado como uno de los iniciadores del toque flamenco contemporáneo, quien a los catorce años ya estaba actuando profesionalmente, a los veinte grabando en pizarra. Fue el iniciador de la falseta, revolucionó la guitarra, creó escuela. Siempre buscando la modernidad en sus composiciones, pensando como músico. Fue maestro de Paco de Lucía, quién dijo de él: «Es el maestro de los guitarristas de nuestra generación; representó el no va más de la guitarra flamenca. Aprendimos mucho de él.»
¿A qué parece lógico que el maestro Riqueni haya traído al Niño aquí, para este concierto?
El concierto
El cante más versionado de La Niña de los Peines, el garrotín Las noches de San Juan, ¡hasta por Bertín Osborne y Rosalía!, estuvo al principio de la noche. Estrella y Rafael más que entenderse, se aman, o se entienden tan bien porque se aman. ¡Qué falsetas de acompañamiento, qué sonidos le saca a la guitarra el maestro Riqueni! Sonidos de guitarra, de piano, con su estilo y personalidad únicos. La voz, los registros de Estrella, su depurada técnica vocal, su sentimiento y emoción. Una de las voces con sello propio en el flamenco desde hace años. La Niña desde donde esté se habrá sentido como ella misma escuchándola, como ella, la mejor cantaora del siglo pasado, hubiera cantado en el siglo presente. La Niña y Estrella se fusionaron, la granadina y la sevillana.
Cantes gitanos, tan queridos por Pastora Pavón, cómo suenan en la voz del Sacromonte, -el mayor barrio gitano de España,- de Estrella Morente, que nació allí y eso no se pierde nunca, no se quiere perder nunca.
Una seguiriya para dar fin a la primera parte del concierto. Y cuando Estrella sale de escena para cambiarse, suena el concierto de Rafael Riqueni. No identifico la pieza, tampoco hace falta, lo que hace falta es la escucha desde el alma, desde donde él toca, observar sus dedos, arrancando armonías sinfónicas a la sonanta. Rafael se torna en protagonista absoluto del concierto.
Reaparece Estrella vestida solemne y elegantemente de negro. Canta sola, a capella, A mi mare abandoné, tangos de La Niña, acompañan luego el maestro y al compás los habituales de Estrella, Ángel Gabarre y Antonio Carbonell.
Llega el momento cumbre de emoción, ya no importa lo que canten y toquen, uno está inmerso en su dimensión y es lo que importa. Sí decir, que no todos los artistas consiguen ese nivel tan alto de inmersión por parte del espectador, como lo hacen él y ella, Estrella y Rafael.
Por soléa y por bulerías y los tangos del Gurugú, de Valencia pá Sevilla, y al final todos por ida y vuelta.
Hemos vivido una noche a caballo entre dos siglos, entre dos épocas muy distintas, la de ahora hija de la primera, entre cuatro artistas que dejaron y dejan huella de su arte. Lo de esta noche ha sido noche grande de la gran Historia del Flamenco.