Esterilización, contra los refugios convertidos «en campos de concentración»

Ante la falta de políticas de esterilización, y de la ley de no sacrificar a las mascotas, se están saturando los refugios, reduciendo la calidad de vida de los animales

Néstor Ortiz

La situación de los refugios de animales es de desbordamiento, y la cosa no parece que vaya a mejorar con la oleada de abandonos que se espera a raíz de la crisis económica de la COVID-19. Por ello, las activistas animalistas (en buena medida mujeres) defienden una ley de esterilización de las mascotas como una de las medidas clave contra la masificación de los refugios.

Ley Cero

La aprobación de las Leyes Cero en regiones como Cataluña, Galicia, Murcia y Madrid ha saturado los refugios. Estas leyes prohíben el sacrificio de animales sanos por falta de espacio en los refugios.

Desde luego, la norma es positiva a ojos del animalismo, que pretende equiparar la vida de todos los animales, humanos y no humanos. Sin embargo, la ley, tomada sin medidas de apoyo, no sirve para resolver los problemas de animales y refugios.

«Estamos saturadas. Los animales se amontonan en refugios, que se convierten en campos de concentración», explica la activista Beatriz Heyder. Ella es responsable de La pradera Equivida, un refugio gallego que acoge y rehabilita a galgos y caballos. «Defendemos la vida, pero ¿qué tipo de vida es la que consiste en pasar todo el tiempo en una jaula?», se plantea Heyder.

La saturación de los refugios hace que los animales no puedan tener el trato individualizado que necesitan. Además, dificulta poder reaccionar ante situaciones de necesidad como la que se avecina. Los refugios viven permanentemente parcheando la irresponsabilidad de quienes abandonan.

Abandono

Heyder critica el abandono, que deja a los animales expuestos a un mundo humano no pensado para ellos. «A los perros abandonados los llaman los paseantes. Estos perros no pasean libres mucho tiempo: la mayoría aparecen atropellados, o muertos de otras formas».

Amalia Melendreras, fundadora de M.A.R.A. (la Asociación Murciana de Rescate de Animales), nos explica que los refugios deberían resolver el abandono por causa mayor, el que se da por necesidades económicas.

Ella y Hayder coinciden en que no pueden juzgar a quien tiene que elegir entre alimentar a su familia y a su mascota. «Los refugios deberían estar para estos casos, no para quienes abandonan por irresponsabilidad», explica Melendreras.

Superpoblación

Por otro lado, ambas critican la falta de conciencia sobre la necesidad de esterilizar a los animales. «Sin control, el crecimiento de la población canina es exponencial», explica Melendreras.

Si en un municipio hay 100 perras sin esterilizar, cada una de ellas puede tener un mínimo de cuatro crías por parto. Si de las crías la mitad son hembras, al poco tiempo tendremos en el municipio 300 perras, con posibilidad de tener 1200 cachorros. La población crece exponencialmente, y en muy poco tiempo.

Antes, esto se regulaba mediante el sacrificio. Obviamente, era un modo cruel de regularlo. Pero eliminar la población mediante la mortalidad solo lleva al crecimiento de la población. Y ese crecimiento aumenta el número de abandonos, y la necesidad de más refugios.

Por ello se están haciendo refugios enormes, que al final sirven de cárceles de animales. Porque, como la población no deja de crecer, esos animales no tendrán salidas en hogares, que es donde pueden ser realmente bien atendidos y felices. No encerrados en jaulas.

Porque los refugios querrían poder dar el mejor trato a los animales. Pero no tienen recursos y el problema no deja de crecer. Es por eso que, de una forma o de otra, la regulación de la población animal es necesaria. Y el mejor modo de hacerlo es regular la natalidad.

Esterilización

«El fin de los sacrificios sólo es positivo si se acompaña de otras medidas. La más importante es la esterilización obligatoria, que evita la reproducción exponencial de los animales», nos explica Melendreras.

Ella y Heyder coinciden en que la administración no lo está haciendo bien. Se está invirtiendo recursos en crear más y más refugios, centros enormes, para 700 y 800 animales. Pero esto no resuelve el problema, simplemente pone un parche que no resuelve la situación de los animales.

Ambas creen que es necesaria una política gubernamental de esterilización. Es el único modo de atacar el problema de raíz. Porque invertir en que no nazcan más perros que no puedan ser acogidos ahorra tener que invertir en comida, tratamiento médico y espacios. Que los perros no lleguen a nacer sin control evita que se les sentencie a una vida presidiaria y al hacinamiento.

«En lugar de invertir en macro refugios, ¿por qué no se invierte en esterilización?», dice Heyder. «El Estado debería obligar a todo adoptante a esterilizar. Solo deberían estar exentos los criadores», defiende Melendreras.

Esterilizar controla la superpoblación, a la vez que asegura mayor calidad de vida de los animales. Además, permite que lo refugios cuiden de todos los animales que lo necesitan, aquellos que ya no pueden ser atendidos por sus dueños.

Otras medidas

Desde luego, hay otras medidas necesarias. Las dos activistas hablan de que es imprescindible la educación. Melendreras, que ha trabajado durante más de una década en el registro de perros murciano, también cree que esta es importante.

«Identificar a los perros es imprescindible para evitar el abandono. Sí se sabe quién es el dueño, se impide que pueda abandonar al animal. Y sí lo hace, podrá ser juzgado», explica la activista y veterinaria.

Sin embargo, ninguna de estas medidas vale de nada si no empezamos a atajar el problema de raíz. Para las animalistas, el estado debe de obligar a la esterilización. Es el único modo de evitar la superpoblación, que no solo afecta negativamente a la calidad de los animales. También puede terminar por convertirse en un problema de orden público.

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