El próximo 28 de octubre 2022 se cumplirán cuarenta años de unas elecciones generales del año 1982 que ganaría por abrumadora mayoría el Partido Socialista Obrero Español, tras las que cambiarían algunas cosas en una España en la que empezábamos a respirar democracia tras una larga dictadura de cuarenta años, con un gobierno a la sazón ya democrático con el presidente Adolfo Suárez a la cabeza y tras un asalto al Congreso de los Diputados en el año 1981 llevado a cabo por algunos guardias civiles levantados en armas bajo el mando del teniente coronel Tejero, que contaron con el apoyo de algunos generales del ejército.

Tras el resultado electoral resultaría elegido como presidente del gobierno Felipe González, por entonces un joven abogado laboralista sevillano que en la clandestinidad era conocido con el alias de Isidoro. La izquierda volvía a gobernar desde la segunda República con una gran cuota de poder en una España un tanto convulsa, con la consiguiente preocupación de una derecha todavía en gran parte franquista que en aquellos momentos campaba tranquilamente por sus respetos.

En palabras pronunciadas años más tarde por otro político socialista que desempeñaría un importante papel en el panorama político español durante varios años, Alfonso Guerra, cuando se fueran los socialistas del gobierno «a este país no lo va a conocer ni la padre que lo parió». La verdad es que el parto fue largo, llegando algunos de sus resultados hasta nuestros días.

Decía el filósofo y teólogo danés Kierkegaard, considerado como el padre del existencialismo, aquello de que «La vida solo puede ser entendida mirando hacia atrás, pero tiene que ser vivida hacia delante». Y por lo que a nuestro país respecta, pienso que debemos seguir mirando hacia delante, pero no está de más echar una mirada hacia atrás pasa saber de dónde venimos transcurridos cuarenta años, lo que pasó durante aquellos años, en un momento, a la altura del año 2022, en que ha nacido una nueva generación de españoles.

Porque tras las elecciones de 1982, y con el primer gobierno socialista tras la larga noche de una dictadura de cuarenta años, comenzarían a cambiar bastantes cosas. En primer lugar, pocos esperaban un resultado que daría al PSOE 202 escaños en el Congreso y 135 senadores. Nadie auguraba en aquel momento el derrumbamiento y hundimiento de la Unión de Centro Democrático del presidente Adolfo Suárez, un hombre que viniendo de dentro del antiguo Régimen trabajó a fondo para implantar una democracia teniendo enfrente a fascistas de pura cepa y a un ejército que «había ganado la guerra», por lo que la democracia les resultaba a muchos militares algo ajeno.

Pocos imaginaban tampoco que el Partido Comunista de España, que aparecía como el santo y seña de las esencias de la izquierda en nuestro país, y que estaba llamado a ser el émulo en España del famoso PCI o Partido Comunista Italiano, quedara relegado a un discreto puesto en el en número de diputados.

Eran años aquellos años en los que la gente de izquierda aparecía más que como sospechosa, como algo peligroso para la convivencia si llegaban a gobernar. Hoy algunas de aquellas ideas moverían a la risa, pero baste decir que circulaban teorías en las que se decía que si los «rojos» llegaban al poder se confiscarían las casas a los que tuvieran más de una, o si se tenía varias vacas, como sucedía en muchas partes del país, también se arrebatarían a sus dueños. A estas alturas de la historia dichas ideas pueden resultar ridículas, absurdas, pero algunos las conocimos, fuimos testigos directos de su difusión.

Frente a todo ello, y por el contrario, hay que decir que sí se empezaron a notar algunos cambios en aquel entonces atrasado país, como serían los avances en los derechos sociales, la democratización de un ejército que no quería perder sus privilegios porque según sus teorías «para algo habían ganado una guerra», y querían seguir siendo fieles a las llamadas «esencias patrias» del franquismo.

El llamado estado de bienestar comenzaría a tomar cuerpo poco a poco, modernizándose la economía y mejorando las infraestructuras, hasta llegar, en el año 1985, a la firma del llamado Tratado de Adhesión a la Comunidad Económica Europea, que entraría en vigor el primero de enero del siguiente año.

Aquel año de 1982 se sitúa cronológicamente como al final de la llamada Transición española, una época que tanto significó para este país, y que en contra de lo que algunos piensan, tanto desde una derecha nostálgica como de una cierta progresía que hasta hace muy poco clamaba por acabar con «los restos del Régimen del 78», creo que aquellos años fueron y significaron un gran salto hacia delante en la historia de este país.

Conrado Granado
@conradogranado. Periodista. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid. He trabajado en la Secretaría de Comunicación e Imagen de UGT-Confederal. He colaborado en diversos medios de comunicación, como El País Semanal, Tiempo, Unión, Interviú, Sal y Pimienta, Madriz, Hoy, Diario 16 y otros. Tengo escritos hasta la fecha siete libros: «Memorias de un internado», «Todo sobre el tabaco: de Cristóbal Colón a Terenci Moix», «Lenguaje y comunicación», «Y los españoles emigraron», «Carne de casting: la vida de los otros actores», «Memoria Histórica. Para que no se olvide» y «Una Transición de risa». Soy actor. Pertenezco a la Unión de Actores y Actrices de Madrid, así como a AISGE (Actores, Intérpretes, Sociedad de Gestión).

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