Carlos Pérez Siquier fotografió el deprimido barrio almeriense de La Chanca entre 1956 y 1962. Una de aquellas fotografías recogía la imagen de una niña de once años con un vestido blanco posando en el umbral de la puerta de su casa: «Cuando pasé por delante de la niña, se colocó y posó para mí. Fue como un flechazo. Y yo que soy muy rápido le disparé una sola foto. Luego se metió en su casa y no volví a saber nada mas de ella».
Cuando volvió en 2020 para hacer un nuevo reportaje, ahora en color, una de las hijas de aquella «Niña blanca» contactó con Pérez Siquier para pedirle una copia para regalársela a su madre, Ángeles Hernández, aquella misma niña. El fotógrafo y la niña blanca se volvieron a ver en un encuentro emocionante en el que la mujer le contó cómo aquella foto le había cambiado la vida.
En la gran exposición retrospectiva sobre la obra de Pérez Siquier, fallecido en noviembre de 2021, que se puede ver en la Fundación Mapfre de Madrid, en la sala dedicada a las fotos de La Chanca cuelga el original de «La niña blanca», aunque no la que el fotógrafo le hizo durante su reencuentro en la puerta de aquella misma casa.
El nacimiento de la fotografía social española
Durante los años cincuenta del siglo veinte Almería fue territorio de encuentro de algunas experiencias artísticas de vanguardia, ente ellas la fotografía. Un grupo de jóvenes fotógrafos fundaron la revista «Afal» (1956-1963) para divulgar una obra que tenía escasa presencia en la prensa de entonces. Eran una serie de individualidades que coincidían en la voluntad de renovar la fotografía española, testimoniar la realidad de aquellos años y aportar una nueva visión del país desde la fotografía social.
Sus planteamientos heterogéneos se enfrentaban al pictorialismo español de la época y a la fotografía propagandística del franquismo. Fue una excepcional aportación a la historia de nuestra fotografía documentalista desde un neorrealismo mezclado con las influencias de Cartier-Bresson, Robert Frank y Wiliam Klein.
El subdesarrollo en todas sus expresiones, el éxodo campo-ciudad, la educación religiosa durante el nacionalcatolicismo, la llegada de las primeras oleadas de turistas… fueron algunos de los temas captados por los fotógrafos de Afal. Era la imagen de una España doliente que la dictadura quería ocultar.
En aquel grupo de jóvenes vanguardistas estaba Carlos Pérez Siquier. Con motivo de una exposición del grupo Afal en el CAAC de Sevilla en 2006, Pérez Siquier definía a este grupo (en el que estaban Schommer, Pomés, Maspons, Cualladó, Massats) como ‘Los Rolling Stones de la fotografía’.
Del neorrealismo al pop art
Pérez Siquier comenzó con la fotografía en el taller de carpintería de su padre, en la buhardilla de la calle del Minero. Antes de dedicarse profesionalmente a la fotografía fue administrativo en un banco y en sus días libres hacía fotos para Turespaña. Una de sus primeras aportaciones a la historia de la fotografía española fue como seleccionador de los cinco «Anuarios de la Fotografía» que la editorial Everest publicó durante los años setenta.
La serie con la que consiguió atraer todas las miradas fue la dedicada al barrio almeriense de la Chanca, donde el fotógrafo vivió hasta los veintisési años, antes de que Juan Goytisolo le dedicara uno de sus primeros libros.
Las fotos de La Chanca se expusieron entonces en París, pues aquí era muy difícil que la censura aprobara mostrar unas fotografías en las que se daba una visión muy real de la España deprimida. Con el tiempo la serie se convirtió en un referente de la fotografía social española, aunque tardó veinte años en publicarse en forma de libro.
Aunque sus primeros trabajos los hizo en blanco y negro, Pérez Siquier comenzó ya en los años sesenta a experimentar con el color, con una obra entre el documentalismo y el arte pop que tiene una de sus manifestaciones más expresiva en la serie «La playa», en la que introduce una visión irónica y satírica sobre el naciente fenómeno del turismo.
Son fotografías sobrantes de su trabajo para carteles y folletos promocionales del Ministerio de Información y Turismo que reflejan la otra cara de la propaganda del régimen, la colonización de las playas por un turismo invasivo, la relajación de la moral nacionalcatólica y el consumismo contaminante en un ejercicio muy similar al que Martin Parr hizo con la misma temática.
A través del color el fotógrafo manifestaba su respuesta al tiempo presente, al momento histórico que le había tocado vivir y a la geografía en la que había nacido. De ahí los saltos estilísticos de su trayectoria y la búsqueda de una estética personal.
En «Informalismos» reúne las fotografías de muros y paredes desconchadas que remiten a una estética entre el conceptualismo y la abstracción y a una lectura del paso del tiempo. Otra de sus series más originales fue «Los trabajos encontrados», en la que registra productos de la creatividad popular. En «Trampas para incautos» construye una falsa realidad tras los escaparates, los maniquíes, los parasoles y los folletos publicitarios. Y en «La Briseña», uno de sus últimos trabajos, retrata su residencia veraniega del desierto almeriense en un proceso introspectivo hacia su intimidad.
Pérez Siquier fue galardonado en 2003 con el Premio Nacional de Fotografía. Algunas de sus obras forman parte de las colecciones permanentes de museos como el Reina Sofía de Madrid, y en 2017 se inauguró en Olula del Río (Almería) un museo que acoge su legado fotográfico y sus documentos, carteles, catálogos, libros y diapositivas. También las cámaras con las que recorrió miles de kilómetros buscando la España real.
- TÍTULO. Pérez Siquier
- LUGAR. Fundación Mapfre. Paseo Recoletos. Madrid
- FECHAS. Hasta el 28 de agosto