La primera vuelta de las elecciones legislativas francesas celebrada este 30 de junio de 2024 ha dado como resultado un panorama político inédito: el Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen ha logrado un claro triunfo, consolidándose como la fuerza más votada.

Sin embargo, esta victoria podría no ser suficiente para gobernar en solitario y la segunda vuelta, programada para el 7 de julio, será crucial para definir la mayoría parlamentaria.

La jornada electoral ha sido un fiasco para el presidente Emmanuel Macron, cuyo polo político se ha diluido frente a las izquierdas del Nuevo Frente Popular (NFP), que se han posicionado en segundo lugar.

El fenómeno del auge de la extrema derecha en Francia se alinea con tendencias similares observadas en otros países europeos como Italia y los Países Bajos, así como lo indicado por las elecciones europeas en Alemania.

Este auge también coincide con la presidencia húngara de Viktor Orbán en la Unión Europea, mientras que en el Reino Unido se preparan para una votación que podría favorecer al centroizquierda.

El Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen ha capitalizado el descontento con la gestión de Macron, especialmente en las zonas rurales y menos pobladas.

Por su parte, la izquierda, agrupada bajo la coalición NFP, ha logrado consolidar un apoyo significativo que le ha permitido quedar en segundo lugar, superando a los centristas y macronistas con propuestas económicas alternativas.

El domingo 7 de julio, Francia decidirá la composición final de su Asamblea Nacional, en una elección que podría obligar a Macron a cohabitar con una mayoría opositora. Este escenario podría complicar significativamente su mandato y limitar su capacidad para implementar reformas.

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