En una exposición titulada «Bill Viola. Espejos de lo invisible», la Fundación Telefónica recoge algunos de los primeros trabajos del videoartista Bill Viola (Nueva York, 1951), como «The Reflecting Pool» (1977-79), una de sus producciones más conocidas, hasta algunos de los últimos, como la tetralogía que compone la serie «Mártires», concebida por el artista en 2014 para la catedral de Saint Paul de Londres.

«Para mí, el arte es el proceso de despertar el alma», dice Bill Viola en una frase que figura en la exposición, que en esta ocasión está comisariada por Kira Perov, esposa del artista y, «ángel de la guarda de su obra», como se autocalifica.

Se recomienda hacer a esta exposición una visita sin prisas, recreándose en cada uno de los videos que se han instalado a lo largo del recorrido, que exigen una atención pausada ante la extrema ralentización de las imágenes y los contenidos simbólicos y espirituales, que trasladan al espectador al campo de los conceptos universales: la muerte, el espacio, el paso del tiempo, la soledad…

La obra de Bill Viola, como se muestra en esta exposición, busca encontrar un sentido a la condición humana y al tránsito de la vida a través de un variado universo simbólico. Es una investigación en la espiritualidad del ser humano.

En esta exposición se aprecia, junto a la evolución artística de Viola, el desarrollo de la tecnología del video. Si en «The Reflecting Pool» el artista exploró las posibilidades de la imagen electrónica utilizando su propio cuerpo como modelo, en «Mártires» incorpora la tecnología más puntera, como el slow motion, la cámara lenta y el montaje en bucle para llevar a cabo producciones muy complejas en las que introduce efectos icónicos muy sofisticados con los que consigue que los rostros de los actores muestren las actitudes más expresivas de su mundo interior.

Desde la suspensión del tiempo, como en «The Reflecting Pool» hasta la exhibición de su propio ritmo respiratorio en «Incrementation» (1996), a través del que se enfrenta a su propia mortalidad, Viola muestra su fascinación por el paso del tiempo, también presente en la escultura «Heaven and Earth» (1992), donde enfrenta los rostros de una anciana y un recién nacido.

El agua, un elemento recurrente en Bill Viola, tiene en su obra significados diversos. Puede representar la pureza, la serenidad, la calma, la redención o la paz. En «Ablutions» (2015) tiene un sentido purificador, con un hombre y una mujer lavando sus manos en un primer plano ralentizado. En «Self Portrait, Submerged» (2013), Bill Viola yace en un río con los ojos cerrados mientras el agua, elemento esencial de la vida, expresa a la vez el devenir, el nacimiento o el reflejo.

Muchas de las instalaciones de Viola han recogido la historia del arte, fundamentalmente la Baja Edad Media y el Renacimiento. Otras se refieren a las influencias de tradiciones como el budismo, el zen, el sufismo islámico o el misticismo cristiano.

Lo hacen a través de alusiones a retablos de iglesias, como en «Catherine’s room» (2001), donde representa cinco momentos de la vida íntima de una mujer en actividades cotidianas.

En la ya citada «Mártires» muestra a través de cuatro pantallas diferentes los cuatro elementos: tierra, aire, fuego y agua, que simbolizan cuatro martirios sobre la acción, la fortaleza, la perseverancia, la resistencia y el sacrificio.

Bill Viola instalación

Exposición

  • TÍTULO. Bill Viola. Espejos de lo invisible
  • LUGAR. Espacio Fundación Telefónica. Madrid
  • FECHAS. Hasta el17 de mayo
Francisco R. Pastoriza
Profesor de la Universidad Complutense de Madrid. Periodista cultural Asignaturas: Información Cultural, Comunicación e Información Audiovisual y Fotografía informativa. Autor de "Qué es la fotografía" (Lunwerg), Periodismo Cultural (Síntesis. Madrid 2006), Cultura y TV. Una relación de conflicto (Gedisa. Barcelona, 2003) La mirada en el cristal. La información en TV (Fragua. Madrid, 2003) Perversiones televisivas (IORTV. Madrid, 1997). Investigación “La presencia de la cultura en los telediarios de la televisión pública de ámbito nacional durante el año 2006” (revista Sistema, enero 2008).

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