
Cuarenta y cinco años después de su controvertido estreno en el Cine Azul de la Gran Vía madrileña, el 9 de junio de 1980, «Arrebato» sigue siendo mucho más que una película; es uno de los grandes enigmas del cine español; y su director, Iván Zulueta («Un, dos,tres, al escondite inglés», «Leo es pardo», también músico, dibujante y cartelista), un cineasta maldito.
Me cuesta intentar enfrentarme a ese enigma porque «Arrebato» es también un retrato –uno más- de una generación que me toca de cerca, y a estas alturas de la historia cuesta mirarse en el espejo. Recientemente, una encuesta entre más de medio centenar de críticos cinematográficos, organizada por el suplemento cultural Babelia del diario El País, eligió «Arrebato» como la película española más importante de los últimos cincuenta años.
«El Último Arrebato[1]», dirigida por Marta Medina (realizadora, guionista y crític cinematográfica) y Enrique López Lavigne (Productor independiente), es una película híbrida que transita por el documental y el cine fantástico y se aventura a desvelar los secretos alrededor de esta cinta icónica y de la intrigante desaparición de su creador. Antes de llegar a nuestras pantallas, «El último arrebato» ha pasado por los festivales de San Sebastián y Sitges.
Acompañados por el director Jaime Chávarri («Las cosas del querer», «El desencanto», «La manzana de oro»), amigo y confidente de Zulueta que firma también el guión de «El último arrebato», los realizadores de esta película han emprendido un viaje de encuentros con actores (Eusebio Poncela, fallecido el pasado verano, Cecilia Roth, Marta Fernández Muro) y personalidades que estuvieron en torno a la producción de «Arrebato», la película que según sus críticos anticipó el final de la movida madrileña, «una cinta oscura y cruda cuya historia e intrahistoria están íntimamente conectadas. ‘Arrebato’ sirve como premonición de la vida del propio cineasta», dividida entre San Sebastián y Madrid.
Al igual que sus protagonistas, en la vida de Zulueta acabaron ganando las drogas. Como sus personajes, el cineasta fue «arrebatado» por las pasiones, las adicciones y el arte cinematográfico, culminando en su reclusión y un prolongado silencio que lo apartó de la vida pública.
A pesar de haber sido aclamado por la crítica como una de las voces más prometedoras de su generación, Zulueta se retiró a «Aloha», la casona familiar en San Sebastián, con el balcón que da sobre la playa de La Concha. Desde allí, como un ermitaño, nunca más volvió a dirigir un largometraje antes de su fallecimiento en 2009, dejando tras de sí un halo de misterio y preguntas sin respuesta.
Este documental «mutante» según sus autores, se sumerge en las profundidades de algunas incógnitas. ¿Por qué desapareció Zulueta justo cuando su carrera alcanzaba su punto álgido? ¿Qué hizo durante las últimas dos décadas de su vida? ¿Qué tiene «Arrebato» que la ha elevado a la categoría de película de culto? Y, ¿cuál es la naturaleza de ese inquietante «fotograma rojo» que parece engullir a quienes se atreven a escudriñar la película?
El film original narra la perturbadora historia de Pedro (encarnado por el fallecido Will More), un director amateur que desaparece de forma abrupta, dejando como única pista una bovina. Esta llega a manos de su amigo, José Sirgado (interpretado por Eusebio Poncela), un director profesional. A través de la cinta, sus propios recuerdos y una investigación que lo consume, Sirgado sigue los últimos pasos de Pedro, solo para descubrir, demasiado tarde, que la misma cámara que le va a engullir a él ya había atrapado el alma de su amigo. Para desentrañar este complejo tapiz de cine y vida, El último arrebato cuenta con testimonios de los supervivientes de aquella película, como el mencionado Poncela, y las actrices también protagonistas de aquella joya Cecilia Roth y Marta Fernández Muro.
Un encuentro casual, en casa de Jaime Chávarri, con la misma cámara de Super8 con la que se rodó «Arrebato», despertará una maldición latente. Una fuerza inquietante que, en su momento, hizo desaparecer a Pedro y a José Sirgado en la ficción, y que, en la vida real, acabó envolviendo al propio Iván Zulueta en un velo de misterio.
«Iván Zulueta se adelantó en ‘Arrebato’ a la dependencia que tenemos con nuestra propia imagen», explica López Lavigne. «Explorando en el archivo de Filmoteca, hemos descubierto esa necesidad vital de Iván de grabar compulsivamente todo lo que estaba en su entorno -amigos, atardeceres, situaciones banales, eventos históricos y familiares-, experimentado con esa adicción, hoy normalizada a través de las redes sociales».
«‘Arrebato’ es el testimonio de esa adicción, y ‘El último arrebato’ es una reflexión sobre lo que se queda de nosotros en esas imágenes, lo que permanece en el cine y lo que desaparece de nosotros mismos en el proceso de hacer una película», añade Medina. «Por eso ‘Arrebato’, como dice Carlos F. Heredero, es a la vez una ópera prima y una obra testamentaria».
Fundamental en la gestación de la obra original fue el cineasta Jaime Chávarri, íntimo de Zulueta, quien le prestó para el rodaje su caserón familiar. Junto a él participan en este largometraje de no ficción el productor y distribuidor Paco Hoyos, custodio del negativo original de «Arrebato»; Carlos Astiárraga, pareja de Zulueta y primer ayudante de dirección; Virginia Montenegro, la mejor amiga del director, legataria de su obra; y el historiador Carlos F. Heredero, autor del primer ensayo sobre la obra del cineasta vasco, «Iván Zulueta: la vanguardia frente al espejo», publicado en 1989.
El documental incorpora también un tesoro audiovisual: los Super8 inéditos rescatados y restaurados por la Filmoteca Española a finales de 2022. Este material inédito ofrece una perspectiva íntima y cruda sobre el proceso creativo y el ambiente que rodeó a «Arrebato».
- «El último arrebato» se estrena en los cines de Madrid este viernes 21 de noviembre de 2025.



