Home Madrid «El último arquero», para Alberto Manrique de parte de su nieta

«El último arquero», para Alberto Manrique de parte de su nieta

El último de los arqueros es el artista canario Alberto Manrique de Lara (Gran Canaria,1926-2018), pintor y acuarelista al que la crítica encuadra en el realismo fantástico y actuó como revulsivo cultural en la isla organizando exposiciones y otros eventos artísticos.

Manrique de Lara es autor de una obra sugestiva e inquietante mayoritariamente como acuarelista -aunque también tiene obra en óleo, aguafuerte, serigrafía, tinta y vidriera-. En los primeros años de la década de 1950 fue uno de los fundadores, con Felo Monzón, Juan Ismael y Manolo Millares, del grupo artístico L.A.D.A.C. (Los Arqueros del Arte Contemporáneo), vanguardia poética y pictórica que editó los prestigiosos cuadernos «Planas de poesía».

Universitario en Madrid y finalmente aparejador, el hecho de que muy joven contrajera matrimonio con la violinista Yeya Millares y fueran padres de ocho hijos, fue determinante para que durante muchos años tuviera que alternar la profesión técnica con la pintura y, sobre todo, de que permaneciera en la isla, donde residió hasta su muerte, cuando el grueso de los grandes pintores canarios del siglo veinte dio el salto a la capital, y de Madrid al mercado internacional. Este detalle, que podría parecer insignificante, es el responsable de que a Alberto Manrique le llegara el reconocimiento mucho más tarde que a sus colegas.

Ahora, ha sido su nieta, Dácil Manrique de Lara, de 44 años, quien da el salto a la realización después de trabajar en anuncios, videoclips y producciones de videoarte, desempolvando la figura del abuelo en el documental «El último arquero», como un regalo, con el objetivo de devolverle la memoria que había perdido años atrás (los ictus no discriminan), objetivo que no se ha cumplido, ya que Alberto Manrique -«papabuelo» le llamaba la niña que llevaba su apellido- falleció, a los 92 años, mientras se estaba produciendo el documental, que ha visto la luz tras un largo proceso, porque se filmó en distintas etapas entre los años 2011-2018.  

En un viaje de exploración al pasado, la realizadora consigue armar entre diálogos, películas ‘super 8’ y diarios de sus dos abuelos, un relato intimista hecho de recuerdos tan bellos como dolorosos, para llegar a la conclusión de que al hurgar en la memoria, a través de la pintura de su abuelo, se han curado sus propios recuerdos nefastos: la memoria de la cineasta estaba lastrada por un terrible episodio de la adolescencia. Ella dice que la pintura le ha «sanado».

El hecho de que el pintor falleciera durante el rodaje, ha explicado la autora, le obligó a modificar la estructura inicial y «así participé yo más de lo que tenía previsto, porque se terminó convirtiendo en un viaje mío también».

Y esto es justamente lo que me menos me ha gustado de la película: en mi opinión, la mezcla de las dos historias –de abuelo y nieta- distrae el interés, indudable, por la vida y la obra del excelente pintor que fue Alberto Manrique de Lara, cuyos trabajos se alinean junto a los mejores artistas canarios del siglo XX (Millares, Monzón, Cesar Manrique, Cristino de Vera, Oscar Domínguez, Lola Massieu y un muy amplio etc.).

El documental «El último arquero» llega a los cines madrileños el viernes 24 de julio de 2020. 

Periodista, libertaria, atea y sentimental. Llevo más de medio siglo trabajando en prensa escrita, RNE y TVE; ahora en publicaciones digitales. He sido redactora, corresponsal, enviada especial, guionista, presentadora y hasta ahora, la única mujer que había dirigido un diario de ámbito nacional (Liberación). En lo que se está dando en llamar “los otros protagonistas de la transición” (que se materializará en un congreso en febrero de 2017), es un honor haber participado en el equipo de la revista B.I.C.I.C.L.E.T.A (Boletín informativo del colectivo internacionalista de comunicaciones libertarias y ecologistas de trabajadores anarcosindicalistas). Cenetista, Socia fundadora de la Unió de Periodistes del País Valencià, que presidí hasta 1984, y Socia Honoraria de Reporteros sin Fronteras.

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