En el ámbito educativo, el espacio físico no es solo un contenedor de aprendizaje; es un factor activo que puede influir tanto en el desarrollo académico como en el bienestar emocional de los estudiantes.
El entorno físico, considerado el «tercer maestro» en la pedagogía Reggio Emilia, es un concepto que sugiere que el ambiente de aprendizaje influye tanto como el docente o el currículo.
El diseño y la disposición del espacio donde se imparte la enseñanza afectan fomentando el aprendizaje colaborativo o, en cambio, limitando la creatividad y la autonomía de los alumnos/as si está organizada de forma rígida.
Al transformar los espacios escolares, el enfoque va más allá del mobiliario: se crea un entorno en el que los estudiantes pueden explorar, interactuar y aprender de forma más natural e intuitiva.
Espacios abiertos vs espacios tradicionales
Los entornos abiertos o de «aula flexible» representan una alternativa a las aulas tradicionales, favoreciendo una organización para desplazarse y trabajar en grupos según sus necesidades.
En lugar de filas fijas de pupitres, son áreas de trabajo colaborativo, rincones de lectura, mesas modulares y estaciones individuales. Este diseño permite a los alumnos escoger el lugar que mejor se adapta a su tarea, lo que potencia su autonomía y responsabilidad.
En contraste, las aulas tradicionales suelen disponer de un mobiliario más rígido y lineal, con los pupitres orientados hacia el profesor. Esta disposición facilita el control visual del aula y favorece la instrucción directa, pero limita la creatividad y la interacción entre estudiantes.
Escuelas actuales con un enfoque innovador
Un ejemplo de innovación en el diseño de entornos de aprendizaje son las «Escuelas Bosque» en Dinamarca, donde las aulas son reemplazadas por espacios al aire libre. En ellos, los estudiantes desarrollan actividades académicas en entornos naturales, interactuando directamente con el medio ambiente.
Este enfoque promueve la curiosidad, el movimiento y el aprendizaje activo, aspectos que impactan positivamente en su desarrollo cognitivo, físico y emocional del niño.
Otro modelo innovador son las «Aulas Google» en Estados Unidos, que adoptan un diseño flexible con zonas para el trabajo en equipo, estaciones individuales y rincones de descanso.
Los resultados de estas iniciativas revelan una mayor satisfacción en el ambiente educativo, donde el alumno se siente cómodo para aprender y expresar sus ideas.
La UNESCO y la OMS respaldan el valor del entorno para la salud y el bienestar de los estudiantes, subrayando la importancia de implementar «escuelas promotoras de salud». Buscan que las instituciones educativas no solo se enfoquen en el rendimiento académico, sino también en el desarrollo integral, incluyendo la salud física, mental y social.
Según los estándares establecidos, un entorno escolar que priorice el bienestar promueve hábitos saludables y reduce factores de riesgo como el estrés o el acoso escolar, lo que se asocia con mejores resultados de aprendizaje.
Psicología educativa
La investigación en neurociencia y psicología educativa muestra que el entorno físico de aprendizaje influye significativamente. Análisis de Journal of Environmental Psychology indican que la luz natural en las aulas mejora el estado de ánimo y la capacidad de atención, mientras que la exposición a altos grados de ruido puede alterar el sistema nervioso y reducir el rendimiento académico.
La investigación también avala que los colores del aula y los elementos visuales pueden influir en el estado de ánimo de los alumnos, ayudándolos a sentirse cómodos y motivados.
La experiencia diaria en el aula
Los docentes aprecian los beneficios de los espacios modernos, flexibles, abiertos y bien iluminados, donde la disposición adaptable del mobiliario les permite ajustar el aula para lograr una enseñanza más dinámica y participativa.
Julie Mead, profesora en la Universidad de Wisconsin-Madison, e investigadora en temas de diseño de entornos de aprendizaje y educación, defiende el aula como «un espacio donde las emociones, las relaciones y la curiosidad se manifiestan de manera tangible; por ello, un diseño que permita la flexibilidad es fundamental para un aprendizaje dinámico y saludable».
Por otro lado, los alumnos también valoran el cambio, reportando una mayor comodidad y autonomía en aulas que les permiten moverse. Estas modificaciones en la infraestructura escolar se perciben positivamente, ayudando a construir una experiencia pedagógica que responde a sus necesidades físicas y emocionales.
Es importante que el diseño de espacios escolares vaya más allá de lo funcional, promoviendo el bienestar y el crecimiento académico de los pupitres.
Mark Dudek, arquitecto especializado en el diseño de espacios educativos, crea y fundamenta entornos de aprendizaje óptimos, integrando aspectos pedagógicos con el diseño arquitectónico. Dudek, demuestra como «un ambiente bien diseñado no solo facilita el aprendizaje académico, sino que también mejora la concentración y fomenta la colaboración».
Para los educadores y diseñadores de políticas, estos hallazgos invitan a repensar la distribución y los recursos de los espacios escolares, con el objetivo de crear ambientes adaptativos y saludables.
El cambio hacia aulas flexibles o escuelas al aire libre no solo es una tendencia, sino una respuesta fundamentada en la ciencia para enriquecer la experiencia educativa y preparar a los estudiantes para los desafíos del futuro.
Es hora de que los responsables educativos, arquitectos y docentes, trabajen juntos para transformar las aulas en entornos que no solo enseñan, sino que inspiren, respeten y desarrollen plenamente a cada estudiante.