
Del realizador francés Quentin Dupieux («Fumar hace toser», «Realité», «Daaaaaaalí»), su décimotercera película, «El segundo acto», fue la que inauguró la pasada edición del Festival de Cannes, y compitió en el Festival de Sitges.
Está interpretada por cuatro de los actores más «de moda» en el actual cine francés: Lèa Seydoux («La vida de Adéle», «Dune: segunda parte», «Morir puede esperar»), Louis Garrel («La historia de mi mujer», «Les Rêvers», «Un pequeño plan…cómo salvar el planeta», «El hombre fiel», «La belle personne»), Vincent Lindon («Titane», «La ley del mercado», «Jugar con fuego·, «El guerra»), y Raphael Quenard (Premio al mejor actor revelación 2024 por «Le grand Chien», «Jeanne du Barry»), quienes comentan los papeles qe están interpretando en un rodaje, burlánse de ellos.
En lo que es una crítica acerba del star-system y su último hallazgo, la Inteligencia Artificial (IA), en un restaurante de carretera situando en mitad de la nada Florence quiere presentar a su padre, Guillaume, al hombre del que está enamorada. Pero el elegido, David, no se siente atraído por la joven y quiere desembarazarse de ella arrojándola en brazos de su amigo Willy.
En lo que –como dicen en la crítica de France Télévision- más que otra cosa parece uno de esos sketches que, para aligerar una ceremonia –las entregas de premios- que se repite año tras año con pocas variaciones, los cuatro actores que interpretan a otros tanto profesionales del oficio componen una comedia realizada por una IA, con un tempo ritmado por largas secuencias que un figurante (Manuel Guillot, «Los gustos y los colores», «A las puertas de la eternidad») se encarga de poner patas arriba.
Ya mucho antes, en el primer intercambio entre el supuesto enamorado y el padre de la novia, aparece todo un catálogo de expresiones machistas y racistas, en una amalgama que revuelve todo y mezcla homosexuales con transexuales y disminuidos, junto a una denuncia de los abusos de poder que se cometen en el mundillo del cine, y una reflexión sobre el proceso creativo y el eterno, y nunca acabado, problema que plantea el intento de separar al hombre del artista.
¿Tenemos que ser capaces de distinguir entre ambas facetas o, por el contrario, el hombre y el artista son igualmente responsables de los abusos, las agresiones e incluso las violaciones que se cometen sobre la base de quién ostenta el poder (económico o intelectual) y quien es su víctima?
«El segundo acto»[1] se proyectó en Cannes mientras se iban inflando los rumores sobre el pésimo comportamiento de varios productores, realizadores, actores y otros profesionales en materia de violencia sexista y sexual.
Llega un momento en que los cuatro actores dejan caer las máscaras, «revelan sus estados de ánimo», y lo que había empezado casi como una comedia costumbrista se transforma en una denuncia de los caprichos y los prejuicios del oficio, empezando por el más cruel de todos: la edad (afortunadamente asistimos al aumento progresivo de personajes que han llegado a «la tercera edad» e incluso la sobrepasan)
- «El segundo acto» llega a los cines de Madrid este viernes 11 de abril de 2025.