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El Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama recibe sesenta nuevos ejemplares de especies autóctonas

Camino del arroyo Picazuelo en la sierra de Guadarrama
Camino del arroyo Picazuelo en la sierra de Guadarrama

La Comunidad de Madrid ha plantado sesenta nuevos ejemplares de olmo, haya, fresno, cerezo o guindo en diferentes localizaciones dentro del entorno natural del Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama (PNSG) con el objetivo de enriquecer la zona con especies autóctonas.

Estas actuaciones, puestas en marcha por la Dirección General de Biodiversidad y Recursos Naturales de la Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio y Sostenibilidad, se enmarcan dentro de las tareas de restauración forestal que se llevan a cabo en los montes públicos en colaboración con las administraciones locales.

Estas repoblaciones en el entorno del PNSG tienen la finalidad de incrementar la variedad de especies frondosas para aumentar la diversidad florística, y por consiguiente la fauna asociada, así como para dotar al paisaje de elementos vegetales que permitan percibir el cambio de estaciones con los cambios de color de la flora y el follaje, sobre todo en primavera y otoño.

De esta manera se recuperan también los terrenos forestales y se evita la degradación de los mismos, además de mejorar la calidad ambiental del entorno. Para ello se utilizan plantas propias de la flora madrileña, y se consigue reestablecer la productividad de las especies originales.

En este sentido, a lo largo de febrero y marzo, se han sembrado en esta zona catorce ejemplares de Sorbus intermedia, una especie que suele crecer de forma espontánea en bosques de robles, hayas y abetos. Suele alcanzar una altura máxima de veinte metros, de hoja caduca, sus flores son blancas y crecen en grupos muy numerosos que aparecen entre mayo y julio.

También se han sembrado diez ejemplares de Fagus Sylvática o haya, cinco ejemplares de Betula Pendula o abedul, cinco de Prunus avium o cerezo y dos de Fraxinus Excelsior, la más robusta de las especies de fresno. Todas estas plantaciones se hicieron en la zona de las Hondillas.

Por su parte, en la zona de la vaguada de arroyo Picazuelo, se han plantado cuatro ejemplares de Ulmus laevis, olmo temblón o blanco, recientemente declarado autóctono en la Península Ibérica y que tiene como peculiaridad que suele pasar desapercibido por los insectos portadores del hongo de la grafiosis. Esta especie aparece sobre todo en los cursos de agua y sobrevive en suelos encharcados durante largos periodos de tiempo.

Asíimismo, en la vaguada del arroyo de La Jarosa se han plantado cinco ejemplares de Ulmus glabra, olmo de montaña. Una especie de olmo que está en claro declive en las montañas madrileñas, y que, a diferencia del olmo común, se ha salvaguardado del ataque de la grafiosis.

Por último, en la zona de Los Poyales, se han plantado un total de quince ejemplares de Prunus cerasus, es decir, guindos, en la conocida como Pradera de los Guindos, aunque en la última década se han plantado fresnos en la misma zona.

En los tres primeros lugares citados, son zonas frescas de umbría, situadas en las partes más altas de los montes, donde predominan pinos silvestres y donde también se da con frecuencia el pino pudio. Por su parte en la zona de Los Poyales, al ser de cota más baja y abundan los pastos se pueden apreciar pinos silvestres dispersos con ejemplares de fresno y rebollo.

Las plantas con las que se han repoblado estas zonas en el entorno de Guadarrama proceden de los viveros forestales del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), y son de origen regional.

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