Sábado 16 de marzo, ciclo Bach Vermut, 12.30 de la mañana. Hemos viajado al interior de este órgano monumental de doce metros de altura, tres pisos, 5700 tubos y cuatro teclados que preside la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional, de la mano de uno de los mejores organistas actuales, Thomas Ospital, y de la periodista y musicóloga Eva Sandoval, quien nos guió en ese apasionante viaje.
Primero presentemos a Gerhard Grenzing, el constructor del órgano, uno de los muchos alemanes que decidió afincarse en España en 1960, tras completar su formación como organero en el taller de Rudolf Von Beckerath en Hamburgo. Primero se estableció en Mallorca y en 1973 asentó su taller en El Papiol cerca de Barcelona.
Sus instrumentos gozan de reconocimiento internacional; son codiciados por intérpretes, estudiosos y melómanos de todo el mundo. Cito al maestro Grenzing: «El órgano seguirá vivo mientras exista interés en la música de calidad, ejecutada por instrumentos de gran calidad. Dependerá, pues, de hacia donde vaya la humanidad».
La construcción del órgano fue encargada al maestro Grenzing por el INAEM (Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música) a finales de 1987. El Auditorio se inauguró en octubre de 1988, con un concierto memorable de La Atlántida de Manuel de Falla, en la sala Sinfónica.
El ciclo Bach Vermut del CNDM (Centro Nacional de Difusión Musical) se inauguró en octubre de 2014. Lleva pues una década ofreciendo un sábado al mes conciertos con un formato innovador en la sala Sinfónica, acompañados de un aperitivo en el hall de entrada en el que participan regiones, restauradores, productores de vinos etc. Es la cita perfecta para el mediodía de un sábado.
Este sábado se nos ofreció una experiencia única. Eva Sandoval y Thomas Ospital nos descubrieron los secretos del órgano en ese viaje por su interior, gracias a una pantalla gigante instalada a la derecha de la sala. Con Eva, ese viaje por los tres pisos que guardan las entrañas del Grenzing y con Thomas, su representación en sonidos y claves en un recorrido por cada uno de sus cuatro teclados.
Una experiencia apasionante que ha incluido el desmontaje de algunos tubos con sonidos clave de su grupo para mostrarnos en directo como suenan, como si fueran flautas. Nunca hubiera podido imaginarlo. Los tubos no pueden ser tocados con manos desnudas. Hay que ponerse unos especiales guantes blancos para no dañar su delicada estructura, la pureza de su sonido.
Durante ese viaje visual y musical para conocer su funcionamiento, y qué esconde su interior, el organista Thomas Ospital, ha ido materializando cada uno de esos grupos de sonido con improvisaciones suyas en los teclados correspondientes del instrumento estrella del Auditorio Nacional. Y como regalo final, un excelente concierto con el Preludio y fuga en mi bemol mayor de Johann Sebastian Bach y la Danza macabra de Camille Saint-Saëns. Y una Improvisación para cerrar una experiencia inolvidable.
Toda la inmensa riqueza de sonidos de un instrumento que es una obra maestra de esta época y que representa toda una historia de órganos construidos en España a lo largo de siglos, como, por poner un ejemplo, los constructores del órgano de la Capilla del Palacio Real de Madrid, Leonardo Fernández Dávila y Jorge Bosch. Por cierto, el sonido de este órgano tuvo mucho que ver con la decisión de Gerhard Grenzing de instalarse en España.