«El ministro de Propaganda» (Führer und Verführer), película basada en los últimos años de Joseph Goebbels, quien fuera la mano derecha de Adolf Hitler y el responsable de muchas de las decisiones genocidas del régimen nazi, incluye diálogos auténticos y está dirigida por Joachim A. Lang («Heinrich George, un actor contra todo», «Mackie Messe, la película de los cuatro centavos de Brecht, «Cranko») y protagonizada por Robert Stadlober (serie «El submarino»), Fritz Kart (Hohenangsf») y Franziska Weisz (En el lugar del crimen»).
Durante la Segunda Guerra Mundial murieron sesenta millones de personas. El Holocausto sigue siendo el capítulo más tenebroso de la historia de la humanidad. Goebbels, el Ministro de Propaganda, acompañó a Hitler durante siete años, desde marzo de 1938 hasta su suicidio en mayo de 1945.
Mientras Hitler estaba en todo el apogeo de su poder, Goebbels creaba las imágenes de multitudes ondeando banderas y las películas antisemitas que iban preparando al pueblo para el asesinato en masa de judíos que estaban planeando.
Tras la derrota de Stalingrado y la situación cada vez más desesperada a finales de 1944, Goebbels lleva a cabo el acto de propaganda más radical, su última puesta en escena consistente en el asesinato de sus hijos, todos menores, y su mujer, así como su propio suicidio, y el de Hitler y su amante, Eva Braun.
¿Cómo se puede manipular a todo un pueblo? Solo hay una respuesta: mediante la propaganda. «El ministro de Propaganda» muestra como Goebbels consiguió «vender» la locura de Hitler al pueblo alemán. Tenía un lema: «Yo decido lo que es la verdad».
En la película el realizador intenta encontrar respuesta a la pregunta de cómo Hitler y Goebbels consiguieron llevar a cabo tal cantidad de atrocidades y, sobre todo, cómo el pueblo alemán pudo seguirles con tanta docilidad.
La idea de que el pueblo alemán fue víctima de aquellos perversos propagandistas y por tanto no es responsable de las atrocidades del Tercer Reich, no está justificada. El hecho de que la película se centre en los autores de los crímenes, animados por la maquinaria de propaganda, no exime al pueblo alemán colectivamente de su culpa: es innegable que la propaganda cayó en terreno fértil.
«El Ministro de Propaganda[1]» es un drama histórico que explora la subida imparable de Adolf Hitler y su propagandista Joseph Goebbels, siguiendo la forma en que se manipuló sin concesiones a la opinión pública, incluyendo la puesta en marcha del famoso pogrom de 1938 y la producción de películas antisemitas.
A comienzos de la Segunda Guerra mundial, Goebbels se convirtió en la eminencia gris de Hitler. Convencido de que el dominio del Reich pasaba por la manipulación del pueblo con métodos radicales y nuevos, el ministro de Propaganda se hizo con el control de los medios de comunicación, transformando las derrotas en victorias y las mentiras en verdades, convirtiendo las películas en obras de odio antisemita y los discursos en convincentes diatribas.
A medida que la guerra se intensificaba, los esfuerzos propagandísticos de Goebbels se reforzaban con el apoyo total del Führer, llegando a crear una sofisticada ilusión que precipitó al pueblo hacia el abismo y culminó en su autodestrucción.
«El ministro de Propaganda» se concentra en la guerra de información llevada a cabo por Goebbels, el mayor manipulador de masas de la historia y el padre de las «noticias falsas», creador de emocionantes imágenes de multitudes agitando banderas y de películas antisemitas que prepararon al pueblo alemán para la masacre de los judíos.
La película enseña como nació la propaganda, en la sala de máquinas del Tercer Reich con Goebbels en el papel de gran seductor dirigiéndolo todo: su trabajo consistía en presentar a Hitler como el gran benefactor y a sus acciones como decisiones benéficas para el bien del pueblo alemán (No puedo evitar pensar en otros dictadores, especialmente en Franco y sus acólitos del NODO. Habían aprendido el manual completo).
«Yo he creado el mito de Hitler», declara Goebbels, antes de suicidarse, en las primeras escenas de la película, que luego da marcha atrás y vemos como, efectivamente, la mítica imagen del dictador es una creación de su ministro más cercano.
Un artículo publicado en el diario británico The Guardian asegura que la película está rodada en Bratislava, Eslovaquia, porque en Alemania existe todavía una especie de rechazo a producir dramas nazis, por temor –según Thomas Weber, profesor de historia en la Universidad de Aberdeem y consejero histórico en el rodaje- «a que el público comience a identificarse con su protagonista», lo que en su opinión sería «comprensible, porque no existe prácticamente ninguna película sobre Goebbels, Hitler y otros demagogos, en la que no sean presentados como personajes cómicos», ridículos o secundarios en papeles secundarios (…) «No podremos arrancarles las máscaras y verles como eran realmente (…) si no los situamos en el centro de la película».
Este profesor sostiene que las fotografías y secuencias utilizadas en la mayoría de los documentales que se han hecho sobre el Tercer Reich «utilizan el material de propaganda producido por los nazis de manera que, aunque involuntariamente, está reproduciendo la propaganda de Goebbels».
El valor del drama «El ministro de Propaganda» estriba también en la mezcla de escenas de ficción de los principales personajes y sus acólitos con imágenes de archivo y testimonios de supervivientes del Holocausto, y entre ellos el de Margot Friedlander, de 101 años, cuyos padres y hermano murieron asesinados en el campo de exterminio de Auschwitz,
«Lo que dicen las víctimas –asegura el director, Joachim A. Lang- es a la vez una terrible realidad y una advertencia severa. Sobrevivieron y nos aportan su testimonio, pueden decir la última palabra». Tras una primera proyección de la película especialmente destinada a los supervivientes del Holocausto, uno de los espectadores abrazó al director diciéndole que hubiera querido que la película se hiciera hace veinte años «para que hubiera podido frenar el aumento de los grupos populistas de extrema derecha».
Unas palabras que son un lamento y una constatación de lo que está ocurriendo ahora mismo, en la era de las noticias falsas y la guerra de desinformación, que están convirtiendo a los «modernos» sistemas de difusión en máquinas de distribuir bulos y de esparcir fango, al tiempo que catapultan al primer plano de la actualidad a las borrosas figuras de todos esos aspirantes a imitadores del Führer que ocupan escaños en los parlamentos de media Europa (el último en Rumania) mientras hacen tiempo para reagruparse y conseguir mayorías.
La película termina con estas palabras del célebre escritor judio italiano Primo Levi, superviviente de Auschwitz y autor de la memoria de referencia «Si esto es un hombre»: «Ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir . Esto es la esencia de lo que tenemos que decir. Puede ocurrir, y puede ocurrir en cualquier lugar».
- «El ministro de Propaganda» se estrenará en Madrid el viernes 29 de noviembre de 2024.